IV. Comunicación, política y cambio social

Semillero Asopricor y el sueño de la Universidad Campesina en su fase IV

Cindy Mariana Ariza Rodríguez

Comunicadora Social y Periodista, Corporación Universitaria Minuto de Dios. Magíster en Educación, Universidad Autónoma del Caribe.

Magnolia Rivera Cumbe

Estudiante de Maestría en Territorio, Conflicto y Cultura, de la Corporación Universitaria Minuto de Dios. Especialista en Planeación, Gestión y Control del Desarrollo Social. Trabajadora social.

Resumen

La Asociación para la Promoción Integral de Comunidades Rurales (Asopricor), de donde hereda el nombre el semillero correspondiente, lleva cinco años trabajando en convenio con Uniminuto y la Universidad de Algoma (Canadá), desde el 2012, para desarrollar una Investigación acción participativa (IAP) interdisciplinar con más de 80 campesinos de la región del Alto del Magdalena y el Tequendama, con el fin de cumplir el sueño de fundar la Universidad Campesina. La información se ha recolectado mediante el ejercicio de un periodismo comunitario, con el fin de dar participación directa a la comunidad en la construcción de ese ideal, el cual, mediante la educación, busca reivindicar a una población que ha sufrido las consecuencias del conflicto armado colombiano. La fase IV de la investigación actualmente está realizando talleres intergeneracionales en algunos colegios rurales de la zona, para recolectar experiencias y aprendizajes significativos del agro colombiano, que nutran la consolidación de un programa técnico profesional en desarrollo económico, social y comunitario, que permita incluir y profesionalizar a jóvenes campesinos.

Palabras clave: clase campesina, comunidad, comunicación y desarrollo, universidad.

El semillero Asopricor, adscrito al programa de Comunicación Social y Periodismo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios Sede Cundinamarca Regional Girardot, trabaja en conjunto con el semillero Observatorio de Innovación Social y Comunidades Rurales del programa de Trabajo Social de la misma universidad y centro regional. Ambos lideran junto con un grupo de estudiantes y otros académicos, un proyecto interdisciplinar con las comunidades campesinas de la Región del Alto Magdalena y el Tequendama agrupadas en la Asociación para la Promoción Integral de Comunidades Rurales (Asopricor) de donde hereda el nombre el grupo y como es reconocido en el sistema Uniminuto.

La Asociación, inicialmente vinculada con la Universidad de Algoma (Canadá), busca abrirse campos en universidades colombianas y en 2012 toca las puertas de la rectoría general de Uniminuto, y esa así como los tres inician un despliegue de reuniones y labores académicas enfocadas a atender la operante necesidad de la agremiación que redunda en la premisa: el sueño de la universidad campesina.

Esta agremiación de campesinos que dentro de poco cumplen 40 años de labores, está subdivida en diferentes organizaciones, de las cuales el proyecto trabaja con cinco: Asopricor afincado en Tocaima; Coopaltri, Cooperativa del Alto del Trigo vereda perteneciente al municipio de Jerusalén; Grupo el Progreso de la vereda Alto Palmar en el municipio de Viotá; Arte Sano de Agua de Dios y las Asambleas Populares Constituyentes de La Mesa.

Contextualizando en parte las labores del proyecto todo se resumen en el desarrollo de tres fases; una inicial que se gesta entre agosto de 2012 y noviembre de 2013 en el marco del proyecto Sistematización de experiencias pedagógicas, metodologías, y saberes ancestrales de las comunidades pertenecientes a Asopricor (2006-2012), mediante el cual se buscaba recuperar, reflexionar y aprovechar los saberes, experiencias y prácticas pedagógicas de los líderes comunitarios para difundir a las nuevas generaciones conocimientos y modos de aprender propios de la cultura y el quehacer campesino. Resultado de este proyecto queda entre tanto el libro Saberes campesinos: las comunidades Asopricor y su vida en el Alto Magdalena y el Tequendama (2015).

La segunda fase del proyecto data del año 2014, y se denominó Integración Curricular para validar los saberes campesinos de las comunidades Asopricor, desde los programas de integración social y académica ofrecidos por las universidades de Uniminuto, Colombia y Algoma, Canadá. De aquí nace la consolidación del Técnico Profesional en Desarrollo Económico, Social y Comunitario que actualmente está en proceso de institucionalización para presentarse ante el Ministerio de Educación Nacional y obtener su registro calificado.

De allí surge la tercera fase de esta investigación, denominada en 2015 Redes de desarrollo comunitario entre comunidades Asopricor: reconceptualización de tecnologías agropecuarias y sus impactos ambientales y sociales en el mediano y largo plazo, la cual surge con el objetivo de generar nuevos procesos de valoración y validación social respecto a las tecnologías propias y las tecnologías que, viniendo de fuera, se ofrecen como alternativas inmediatas para el uso y manejo de la tierra y los animales; y para considerar el impacto a mediano y largo plazo de estas prácticas en el medio ambiente y en las dinámicas sociales.

En este sentido, y mientras se institucionaliza el técnico profesional, la cuarta fase de esta investigación está trabajando en el currículo de este programa, y para ello está desarrollando talleres intergeneracionales entre abuelos, adultos, jóvenes y niños campesinos en donde confluyen saberes y experiencias relacionadas con el medio ambiente, el agua, la soberanía alimentaria y otros temas. Este proyecto se reconoce con el nombre de Circle, es decir, Círculos en español, por su significado cíclico.

Circle fue formulado de manera conjunta por la Asociación y las universidades que están dentro del convenio: Uniminuto y Algoma, con el fin de fortalecer los vínculos inter-generacionales entre viejos y jóvenes a partir de algunos temas específicos relacionados con la tierra y su cuidado. Los talleres que se desprenden de este proyecto han llegado a zonas como Bajo Palmar Viotá, Pacho, Tocaima, Jerusalén, entre otros corregimientos, veredas y municipios de la Región del Alto Magdalena y el Tequendama. Todos los encuentros tienen la finalidad de que sus actividades alimenten el currículo y generen material didáctico para el Técnico Profesional en Desarrollo Económico, Social y Comunitario.

El problema aquí radica en que los jóvenes campesinos están viendo infructuosa y desvalorada su participación y estadía en el agro colombiano. Muchos anhelan migrar a la ciudad porque piensa que allí les aguarda un futuro más prometedor y pocos asientan el anhelo de ser profesionales porque lo consideran un utópico en sus condiciones actuales, lo que hace ver esta posibilidad muy lejana.

La Asociación, en las etapas iniciales del proyecto entendía este problema y por eso no ha escatimado esfuerzos en su idea de llevar la universidad al campo. En su momento, los líderes de esta comunidad se empoderaron de la situación, se capacitaron y educaron a sus congéneres porque siempre han creído en que la educación es la base de todos los procesos y que sin esta no se puede mejorar la calidad de vida de la región. Los campesinos de Asopricor, como agremiación, han visualizado a sus comunidades más prosperas pero entienden que ese camino está hecho para las nuevas generaciones porque ellos en su mayoría están envejeciendo, y pese a que el Estado durante muchos años perdió legitimidad en sus territorios y sus familias han sido tocadas de distintas maneras por el conflicto armado colombiano, creen en que sus territorios merecen progresar y si los jóvenes se van esta esperanza se desvanece con ellos.

Quienes tienen el poder del agro tienen el poder de la vida y esto ha sido fundamental para todos los encuentros. Entre jóvenes y viejos han re descubierto nuevas y mejores formas de cultivar el agua, de sembrar alimentos, de sostener la tierra, y estos saberes son casi tan o más importantes que la epistemología que pueda impartir una clase catedrática en cualquier claustro universitario. Colombia tiene el privilegio de estar ubicada en el 40% de la tierra donde más alimentos se producen a diario.

Partimos de que la certificación de las experiencias pedagógicas desarrolladas por las comunidades de Asopricor develan el saber implicado en dichos grupos y por eso se hace posible pensar en un nuevo programa académico: el Técnico Profesional en Desarrollo Económico, Social y Comunitario. En el diseño de este técnico profesional sé contempla el diálogo e intercambio de saberes entre las comunidades y los centros universitarios como la principal fuente de saber y conocimiento. Este planteamiento resulta viable, pues los miembros de Asopricor han venido trabajando por más de 25 años en actividades de promoción integral: desarrollando campañas de alfabetización comunitaria, que entre otras cosas, redujeron de manera significativa la incidencia negativa que sobre las comunidades implica no poder interrelacionarse con otros, a través de la lectura y la escritura.

Las comunidades de Asopricor cuentan hoy día con saberes como administración financiera, planeación estratégica, desarrollo de cooperativas y antropología cultural; metodologías de investigación comunitarias, metodologías para el análisis de la realidad desde perspectivas y políticas integrales. Estos saberes son fruto de prácticas y experiencias comunitarias que hoy constituyen el presente y el pasado de los miembros de la Asociación. Con todo, estos procesos (educativos y formativos) no han sido oficialmente reconocidos o certificados. Se desconoce de esta manera, no sólo la importancia de la experiencia y el saber transmitido de manera oral, sino que, los procesos comunitarios, el trabajo intercultural y la mediación de conflictos con los que han afrontado las dificultades cognitivas, sociales y ambientales del campo quedan al margen de las universidades.

En ese sentido el marco teórico de esta investigación no se cimienta en los criterios técnico–prácticos que definen el diseño y puesta en marcha de un proyecto aplicado. Nos basamos, en cambio, en lo que constituye la razón de ser de la investigación: los conocimientos y saberes que lo constituyen y las prácticas investigativas que son su condición.

Inicialmente, cabe abordar que la Pedagogía Social entendida como práctica investigativa, puede ofrecer bases conceptuales para fundamentar un marco teórico emergente. La Pedagogía Social, dice Gloria Pérez Serrano (2010), es la que permite la producción de nuevos conocimientos. Es aquella ciencia práctica, social y educativa (no formal), que fundamenta, justifica y comprende la normatividad más adecuada para la prevención, ayuda y reinserción de quienes pueden padecer o padecen, a lo largo de toda su vida, deficiencias en la socialización o en la satisfacción de necesidades básicas.

Esta concepción de Pérez Serrano se vincula inevitablemente con la racionalidad crítica de Habermas (1967), quien estableció desde ella un conjunto de saberes que, nacidos de la práctica misma, se consolidan gracias a su carácter reflexivo y real. Del filósofo alemán se retoma para esta investigación su concepción de las ciencias sociales que, elaboradas a partir de la racionalidad, generan tres tipos de conocimiento: un conocimiento instrumental (de interés técnico), un conocimiento crítico y de acción (de interés emancipatorio) y un interés práctico que se fundamenta en el conocimiento histórico y hermenéutico.

La Pedagogía de los Saberes Campesinos, por su parte, se inscribe en la pedagogía popular abordada por Freire (1998, p. 30), quien “…revaloriza al sujeto como un ser con vastas capacidades y potencialidades para impulsar su progreso al interior de un marco de sostenibilidad, es decir, que debe fomentar un desarrollo humano y endógeno, partiendo de su propio reconocimiento cultural”.

En consecuencia, Freire (1998, p. 31) considera como el primer paso para una Pedagogía de los Saberes Campesinos: “… iniciar un proceso de reanimación y vigorización cultural de las sociedades campesinas.”

Por su parte, el saber campesino -inserto en el conocimiento popular o cotidiano, es un “conocimiento empírico, práctico, que ha sido posesión cultural e ideológica ancestral de las gentes de las bases sociales; aquel que ha permitido crear, trabajar e interpretar el mundo con los recursos de la naturaleza” (Fals Borda, 1985, p.133).

No se pretendió, desde este conjunto de ideas y concepciones, asumir la investigación como una simple estrategia de organización y análisis de información (esa es sólo una de sus actividades). No se quiere asumir tampoco como el lugar para hacer evaluación de saberes, pues no se trata de valorar el impacto de la experiencia de las comunidades en la academia. Lo que se pretende es recuperar saberes ambientales de los campesinos y aprovecharlos en nuevas prácticas, así como presentar estos saberes y reflexiones como alternativas de construcción cognitiva, política y social.

Dos ideas finales pueden puntualizar esta concepción. La primera es de Arturo Argueta Pérez y Villamar (2011, p. 209) para quien “el trabajo campesino, como cualquier proceso productivo –por simple que sea– está soportado en un conjunto de ideas, conocimientos, valores, definiciones y creencias que interactúan con una estructura productiva específica...”. Y la Sylvia Schmelkes (2006, p. 333) quien por su parte ha insistido que “el conocimiento campesino no se guarda ni se protege, más bien se comparte. En las elecciones técnicas cotidianas, el campesino produce un acoplamiento entre los saberes técnicos modernos y los tradicionales [...] La innovación se da desde la tradición: tradición e innovación no son opuestos”.

En resonancia con lo anterior, las prácticas periodísticas deben transformarse y es así como nacen nociones que acuñan al periodismo para el cambio social y hasta al periodismo como ciencia social (Miralles, 2010). Esta última por ejemplo, según Miralles (2010), entiende que el ejercicio de reportería, redacción y confrontación de fuentes debe ir más allá del sentido estricto de informar, imponer nuevas tendencias, acusar un mercado o penetrar los sectores políticos de la sociedad, y que por el contrario debe comprender la comunicación a partir de los significados que emanan de la calle entiendo que el periodismo es un servicio para la comunidad y que por ende debe ser más sensible a las transformaciones sociales y a los actores que confluyen en el noticia. Se alude aquí a volver más humana la profesión y a comprender el efecto devastador que una mala comunicación puede tener sobre un grupo social determinado si no se es responsable con lo que se transmite.

En este punto, las ideas convergen en una práctica que no es nueva y que han generado opiniones encontradas entre algunos sectores, incluida la industria del periodismo en todos sus formatos (radio, prensa, televisión o internet) y es la concerniente al periodismo ciudadano.

No hay teóricos exactos, recientes, que definan con precisión qué es el periodismo ciudadano, pero muchas ideas concluyen esta práctica como la incursión del ciudadano en la recolección y difusión de la información de manera autónoma. No sobra precisar que hoy día solo se necesita de un teléfono móvil y conexión a internet para conectar una información a muchas redes de contacto. Pero esto no es comunicar es informar, y en este punto tanto el periodista como la comunidad juegan un papel esencial en lo que la producción de información está aportando a la sociedad del conocimiento.

Cuando los periodistas, y trabajadores sociales, académicos y estudiantes, se desplazan a las veredas donde se realizan los talleres intergeneracionales junto con miembros de la Asociación, entienden desde sus disciplinas el valor del periodismo ciudadano, porque son los miembros de esas comunidades de la Región a donde llega el proyecto, quienes saben la situación y el problema de sus tierras, quienes explican y proponen soluciones, y quienes cuentan sus historias de vida mediadas por experiencias cargadas de sabiduría ancestral; y poder recolectar esa información, redactarla, trasmitirla en medios institucionales y recibir retroalimentación de todos los sectores, es hacer periodismo ciudadano desde una naturaleza distinta.

Aquí el campesino no se apropia de un medio como tal, se empodera con su voz y transmite información que es retroalimentada por sus congéneres de todas las edades, y luego, al verse en un vídeo reportaje o en una noticia para prensa, corrige desde su desconocimiento técnico y operativo de la profesión pero aporta simbólicamente a que ese contenido tenga un significado, una finalidad social, y con ello, un valor agregado a la función central de los medios, que es servir de puente y veedor entre el Estado y las comunidades, entre las empresas y los ciudadanos.

Los estudiantes de los semilleros que lideran sus propuestas investigativas como opción de grado, derivados del macro proyecto, están trabajando con iniciativas relacionados con la tradición oral de estas comunidades a partir de sus prácticas socioculturales, con la reivindicación de la mujer campesina, con la calidad de vida de los sectores rurales, con la reconstrucción de la memoria histórica de la Asociación, entre otros. Los discentes han asistido a las veredas y han alimentado sus investigaciones principalmente con los saberes de los más de 80 miembros que encabezan las organizaciones de Asopricor y con los campesinos externos que han aceptado la invitación a los talleres y han sido participantes activos del proceso.

El semillero de investigación Asopricor y el Observatorio de Innovación Social y Comunidades Rurales, han permitido que el proyecto en sus cuatro fases avance gracias a la vinculación de estudiantes de los programas de Comunicación Social y Trabajo Social de Uniminuto Centro Regional Girardot. Estos estudiantes, al convertir su participación en su opción de grado han contribuido en que el Sueño de la Universidad Campesina se geste con mayor apropiación. Su participación ha aportado considerablemente a la gestión curricular del técnico profesional y aunque muchos ya han rotado, al igual que el propósito de Circle otras nuevas generaciones de universitarios han y están incursionando.

En el semestre académico 2014-1 el semillero contó con la participación de un estudiante de antropología de la Universidad Pontificia Javeriana, quien apoyó el diseño e implementación de herramientas de investigación para caracterizar a las comunidades. En el año 2015, cuatro estudiantes del programa de Comunicación Social y Periodismo, presentaron sus proyectos de grado: Documental Asopricor y Recuperación de la memoria medio ambiental de Asopricor, los cuales fueron aprobados y sustentados. Para el semestre 2015-2 se vincularon siete estudiantes más de los programas de Comunicación Social y Periodismo y Trabajo Social para realizar su práctica profesional.

Para 2016-2 hay doce estudiantes inscritos en el proyecto desde sus semilleros, en ambos programas profesionales, de los cuales seis están construyendo su proyecto de grado y el resto son voluntarios o practicantes. Uniminuto ha buscado integrarlos con el sentido de este proyecto y todos, en diferentes momentos, se han desplazado hasta las veradas junto con los académicos que lideran la investigación y han vivido la esencia de llevar la universidad al campo, porque el propósito aquí radica en que se trabaje la academia desde su epicentro, el campo colombiano y no en un claustro universitario ordinario.

El semillero de Asopricor busca contribuir a través de proyectos de investigación formativa formulados y ejecutados por los estudiantes, al desarrollo regional de las comunidades campesinas, promoviendo la participación ciudadana, la cultura local, el rescate de la memoria histórica rural, la tradición oral y la educación intergeneracional en las provincias cundinamarquesas cercanas al Centro Regional Uniminuto Girardot.

De igual forma el semillero Observatorio de Innovación Social y Comunidades Rurales, actualmente adelante un proyecto sobre la descripción de rol de las mujeres organizadas comunitariamente en el escenario del conflicto armado interno, en la zona rural de Viotá, teniendo en cuenta que este municipio cundinamarqués fue epicentro del conflicto en la época donde arreció la violencia (1998-2006) donde más de cuatro mil familias fueron desplazadas.

No sobra destacar, que la metodología de este proyecto, en sus cuatro fases, cimienta sus bases en la Investigación Acción Participativa (IAP). Para Durston y Miranda (2002), la IAP tiene tres elementos que le son centrales: a) el ser una metodología para el cambio; b) el fomentar la participación y autodeterminación de las personas que la utilizan, y c) el ser la expresión de la relación dialéctica entre conocimiento y acción.

La IAP se ha entendido como un proceso metodológico que se sale del molde de la investigación tradicional y que se configura como “…una herramienta de motivación y promoción humana, que permitiría garantizar la participación activa y democrática de la población, en el planeamiento y la ejecución de sus programas y proyectos de desarrollo” (Durston y Miranda, 2002, p. 11).

Se trata entonces de una metodología que da el carácter protagónico a la comunidad; por lo tanto, el problema que se investiga es planteado, analizado y confrontado por los propios afectados. Aquí, la dicotomía sujeto – objeto de la investigación deja de existir pues el rol del investigador se transforma, para convertirse en dinamizador y orientador de la experiencia de conocimiento y acción.

Metodológicamente, y tal como lo enfatiza Carlos A. Sandoval (1996), se espera que la recuperación y legitimación de los conocimientos campesinos se haga posible por la vía del diálogo, el consenso y la intersubjetividad. En tal sentido, la pretensión de esta investigación ha sido la de comprender la lógica y el sentir de las comunidades protagonistas en torno al tema y los intereses prácticos que del mismo se desprendan, con el fin de aportar a la identificación, la reflexión y la multiplicación de lógicas y prácticas positivas para las comunidades campesinas de Colombia.

Referencias

Durston, J., y Miranda, F. (2002). Experiencias y metodología de la investigación participativa. CEPAL.

Fals Borda, O. (1985). Saber reconocer y aprender. En: Conocimiento y poder popular. Bogotá: Siglo XXI Editores.

Freire, P. (1968). Pedagogía del oprimido. Recuperado de: https://lahistoriadeldia.wordpress.com/2010/04/06/paulo-freire-pedagogia-del-oprimido-descargar-libro/

Habermas, J. (1967). Soziologie als Gegenwartstheorie. Philosophische Rundschau, 14, 176-195.

Miralles, A. M. (2016). El periodismo como ciencia social. Comunicación, (27), 53-62.

Pérez Serrano, G. (2010) Pedagogía social y educación social. Recuperado de: https://books.google.com.co/books/about/Pedagog%C3%ADa_Social_Educaci%C3%B3n_Social.html?id=Sfu9BjiTQWoC&redir_esc=y

Pérez Ruiz, M. L., y Argueta Villamar, A. (2011). Saberes indígenas y diálogo intercultural. Cultura y representaciones sociales, 5 (10).

Sandoval Casilimas, C. A. (1996). Investigación Cualitativa. Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, ICFES, 1996. Recuperado de: https://epistemologiadoctoradounermb.bligoo.es/media/users/16/812365/files/142090/INVESTIGACION_CUALITATIVA.pdf

Schmelkes, S. (2006). El conocimiento campesino. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 11 (28), 333-337.

Schmelkes, S. (2006). Intercultura y educación de jóvenes y adultos. Revista Interamericana de Educación de Adultos, 27-36.


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