Cuando era niño, en época de vacaciones, Daniel Castelblanco solía viajar por tierra con su familia para conocer diferentes regiones del país. De esos paseos y recuerdos hay uno que lo marcó particularmente: aquel durante el cual vio a su padre, en las bocas del río San Juan, hablando con un indígena sobre la creación del universo. Esa imagen de su padre, contador de profesión y lector apasionado, hablando con un indígena sobre cosmogonía, en una región del Pacífico colombiano en la que convergían las miradas de los indígenas y de los afrocolombianos, lo influenció tanto como el hecho de haber crecido en un hogar lleno de libros y tener una madre historiadora.
Por eso no es casualidad que a Daniel le encante escuchar y contar historias, ni que sea un gran lector. Y quizá por eso tampoco es de extrañar que en el momento de escoger una carrera universitaria optara por la literatura y que hoy esté dedicado a la investigación.
En 2007, como literato recién egresado de la Universidad Javeriana, Daniel probó suerte como profesor de colegio. Sin embargo, al encontrar esa experiencia poco estimulante decidió explorar otras opciones. Sin mucha premeditación, empezó a participar en los talleres de formación del Instituto Pensar, y pronto el intercambio intelectual con reconocidos investigadores y el ambiente académico lo atraparon. “La presencia de las plantas sagradas en la poesía indígena contemporánea” fue el proyecto que presentó a través de Pensar a Colciencias y por el cual fue becado como Joven Investigador junto con el comunicador Gabriel Villarroel en 2009.
En el desarrollo de su proyecto viajó por Chile, Perú y Bolivia, y recorrió pueblos desconocidos para él siguiendo el rastro de poetas indígenas como Leonel Lienlaf, Pedro Pablo Huirme y Hugo Jamioy, entre otros.
Como “una búsqueda fascinante” describe Daniel la experiencia de haber ido hasta el lugar de origen de los poetas, haber dormido en casa de algunos de ellos, haber participado en distintas fiestas populares y haber descubierto los territorios que inspiraron la obra literaria que tanto le interesa.
Paralelamente al desarrollo de su proyecto, Daniel hacía parte del Teatro de la Memoria, participaba en una obra sobre el Bicentenario de la Independencia y pertenecía a un grupo de sikuris (instrumento de viento típico en el altiplano de Bolivia y el Perú) en el que empezó a interesarse por la etnomusicología.
“Su fortaleza, su actitud de asombro y fascinación ante nuevos temas que se le aparecen en el proceso de búsqueda” son características que destaca de Daniel el profesor Cristo Figueroa, quien fue su tutor en el proyecto de Colciencias. Asimismo, Figueroa, director del Departamento de Literatura de la Universidad Javeriana, asegura que el talante interdisciplinario de Daniel es otra de sus grandes fortalezas.
Según Figueroa, aunque no es frecuente que estudiantes de literatura se interesen en la investigación, en los últimos cinco años se ha dado una apertura y hay mayor inclinación a investigar distintas formas estéticas. “El caso de Daniel es un ejemplo para resaltar lo que se genera cuando se cruzan miradas y se establecen relaciones significativas entre objetos culturales y discursos sociales, culturales y aun políticos”.
Debido a la amplitud de sus intereses, la investigación se convirtió en el espacio profesional perfecto para Daniel. Además de permitirle viajar y profundizar en los asuntos que lo apasionan, ser investigador le dio autonomía para no dejar de lado sus otras inquietudes.
Desde hace tres años vive en Washington, donde acaba de terminar una maestría en Estudios Culturales en la Universidad de Georgetown; trabaja con Joanne Rappaport, antropóloga norteamericana que hace investigación colaborativa con la comunidad nasa en el departamento del Cauca, y pertenece al grupo musical Tierra Morena, en el que junto a un peruano, un guatemalteco, un norteamericano, un marroquí y un puertorriqueño explora las músicas latinoamericanas.
En los próximos meses, además de iniciar su doctorado en la misma universidad y en la misma área, seguirá como profesor de español y comenzará a dictar la asignatura Literatura y Sociedad en América Latina. Aunque estará en Estados Unidos por un par de años más, Daniel asegura que esta experiencia ha alimentado su amor por Colombia y su interés por regresar a trabajar en su país.
1 comentario
Felicitaciones para este gran investigador, que día tras día se preocupa por dejar en alto el nombre de nuestra patria Colombia y es ejemplo de tenacidad como lector y va por el mundo enseñando que la lectura es la herramienta del conocimiento. Sin duda, el gobierno debe apoyar con recursos así como lo hace la entidad que lo ayuda. Su familia se siente muy orgullosa porque han formado una persona con valores por su país.