Facilitar y acompañar escenarios de diálogo es una tarea compleja que requiere método, disposición para entender y escuchar distintas posiciones, y hallar puntos de encuentro que posibiliten acuerdos. Eso se entiende al juzgar los cuatro años de diálogo entre el Gobierno nacional y las FARC-EP en La Habana. Tania Rodríguez Triana, politóloga encargada de un proyecto que le apuesta al diseño de un modelo de paz regional, lo sabe muy bien. “No es fácil sentarse con personas con percepciones opuestas a las propias. Es un ejercicio humano exigente. Implica relativizar los puntos de vista propios y disponerse a enriquecer la perspectiva personal con la de los demás, entendiendo los contextos que sustentan cada visión”, afirma la docente vinculada desde 2009 al Instituto de Estudios Interculturales (IEI), de la Pontificia Universidad Javeriana Cali.
Así como se sabe que el diálogo requiere milimetría, también es claro que una vez firmados los acuerdos de La Habana, y dado que Colombia es un país de regiones, la construcción de paz es un asunto territorial, que se resuelve entre los grupos asentados en las veredas, corregimientos, municipios y departamentos, que se pacta entre los diferentes intereses en juego en las regiones, que supone poner en sintonía planes de desarrollo municipal con las propuestas regionales surgidas de la implementación de lo pactado. Por ese motivo, en los últimos años el IEI le apuesta al diseño de este modelo, a partir de su experiencia en caracterización territorial y facilitación de diálogo. Desde diciembre pasado y hasta junio, firmó con la Oficina del Alto Comisionado para la Paz un convenio con el objeto de identificar las condiciones necesarias para la construcción de paz territorial que se adelantaría una vez firmado el fin del conflicto entre el Gobierno y las FARC.
Según la Oficina del Alto Comisionado, “el concepto de paz territorial implica dos grandes aspectos: primero, reconocer que los territorios tienen dinámicas propias y que esas características deben ser tenidas en cuenta en el diseño de los programas y políticas que se desprendan de la implementación de los acuerdos de La Habana y, segundo, que esas regiones, tradicionalmente marginadas y víctimas del conflicto, se tienen que articular al desarrollo del país.
Sus actores deben protagonizar la construcción de paz, porque se puede acabar el conflicto armado, pero las bases que lo generan, las estructuras desiguales, la pobreza no desaparecerán al otro día de la firma del acuerdo. Pensando así, son fundamentales los estudios territoriales para entender los escenarios de implementación de acuerdos e identificar los actores a convocar al diálogo y la planeación participativa”, explica Rodríguez.
Por esa razón, el trabajo del IEI dentro del convenio se concentró en cinco acciones estratégicas:
La primera consistió en el diseño de metodologías para facilitar diálogos interculturales regionales. “En los preacuerdos 1, 2 y 4 de La Habana, uno de los ejes transversales a toda la implementación es la participación y la planeación participativa desde asambleas veredales hasta el nivel territorial. Allí surgirán tensiones y problemas ocultos por el conflicto armado, que son resultado de la presencia de diferentes intereses, distintos actores y diversas visiones del territorio”, continua la investigadora.
Frente a ese panorama, una pregunta válida desde la intervención de la Universidad es: ¿cómo facilitar la participación social para generar consensos hacia la construcción de paz?
La segunda acción buscó un diagnóstico territorial en el norte del Cauca: caracterización de los actores sociales, productivos y políticos, determinar cómo están los actores armados en ese territorio, qué visiones existen sobre la paz, coincidencias con lo que piensan el Gobierno y las FARC.
“Construimos un mapa de actores, de las dinámicas productivas, cuáles pueden ser escalables, los modelos productivos indígenas, afros, campesinos, que pueden apoyarse con la implementación de acuerdos y, con eso, un primer análisis de los grandes retos y oportunidades para construir un piloto de paz”, explica Rodríguez.
La tercera acción estratégica revisó los ejes de paz definidos por el Ministerio del Posconflicto y la Oficina del Alto Comisionado en cada uno de los planes de desarrollo de los municipios del norte del Cauca. Para esto, los investigadores analizaron el tema con los alcaldes y los sensibilizaron, ya que muchos desconocían esos ejes y lo importante de incluirlos en sus planes para orientar los recursos que recibirán.
La complejidad que reviste el no tener acuerdos definitivos en La Habana orientó la cuarta acción. Sabiendo que nada está acordado hasta que todo esté acordado, se han gestionado espacios de diálogo entre actores clave en el territorio, con intereses y visiones tradicionalmente opuestas, para empezar a construir consensos. “Acompañamos algunos espacios con los actores, explicando los acuerdos de La Habana y analizando las implicaciones y oportunidades que abren para la construcción de paz”, dijo la investigadora.
La última acción partió de un interés adicional del alto comisionado, pues además del norte del Cauca, el proyecto incluyó la caracterización de otras tres regiones del país: Florida y Pradera (Valle del Cauca), Planadas (Tolima) y en el Pacífico desde el Litoral del San Juan hasta Tumaco; con el fin de entender otras dinámicas de actores, de procesos productivos, ofertas institucionales y conflictos.
Como resultado del proyecto Acompañamiento a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y a las comunidades en el desarrollo de una estrategia conjunta de construcción de paz territorial y generación de condiciones de diálogo social en el Norte del Cauca, se logró la caracterización de cuatro zonas, el análisis e intervención sobre los planes de desarrollo de los municipios del norte del Cauca para garantizar la inclusión de los ejes de paz derivados de los acuerdos de La Habana, la gestión de espacios de diálogo entre actores regionales en conflicto y el diseño de herramientas para el abordaje del diálogo intercultural y la resolución de conflictos que garanticen un proceso de paz regional exitoso.
Con la Oficina del Alto Comisionado, el IEI se embarca ahora en el diseño del modelo de construcción participativa de programas de desarrollo rural con enfoque territorial (PDET), uno de los pilares del primer punto de los acuerdos de La Habana, y en la construcción de cuatro casos de estudio: norte del Cauca, Montes de María, Serranía del Perijá (Cesar) y sur del Tolima.