La historia no llegó a la vida de Juan Manuel Dávila por azar. Su padre, quien fuera profesor titular de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas en el área de las ciencias sociales durante varios años, armó en su casa una biblioteca compuesta por cerca de mil libros que acompañaron la infancia de Juan Manuel y sus tres hermanos. Sin embargo, cuando se graduó, pensando en las profesiones tradicionales, quiso convertirse en ingeniero industrial, pero el cálculo y la física lo “sacaron corriendo”. Entonces, dejó atrás los prejuicios, se preguntó qué era lo que más le gustaba cuando estaba en el colegio y se matriculó en Historia en la Universidad Javeriana.
Desde entonces han pasado 11 años y aún sigue convencido de que ése es su camino, por lo que actualmente está finalizando la Maestría en Historia. “Esto es algo que uno lleva en la sangre”, asegura Dávila cuando se refiere a su gusto por esta materia. Su interés como historiador, más allá de buscar causas en el pasado de lo que son hoy las sociedades, es recrear cómo pensaba y actuaba la gente y cuáles eran las condiciones en las que se vivía en otras épocas, independientemente de si eso da pistas para entender el presente.
A comienzos de 2008 Dávila se presentó a la convocatoria que abrieron la Vicerrectoría Académica y la Oficina para el Fomento de la Investigación de la Javeriana, y que otorgó dos becas de investigación a estudiantes de la Maestría en Historia con motivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia. En junio fue escogido como joven investigador con el proyecto “Ciencias útiles y planes de estudio en la Nueva Granada (1764-1836)”, un trabajo que, además de permitirle dar continuidad a su tesis de pregrado, le ha servido como base para su tesis de maestría.
Desde que se graduó, trabaja como asistente de investigación del grupo Saberes, Poderes y Culturas en Colombia, del Departamento de Historia de la Universidad Javeriana, y se ha dedicado a hacer historia de la educación. Principalmente, ha trabajado en la revisión de los currículos académicos oficiales (del siglo XIX en el pregrado y del siglo XVIII en la maestría) para lo que se denominaba en aquel entonces la Facultad de Artes, que luego se llamó Facultad de Filosofía y Letras, y que equivale a lo que hoy en día es el bachillerato.
La importancia de la investigación radica en conocer qué clase de educación recibía la gente durante su paso por esta facultad, en la que las personas adquirían cierto bagaje cultural que, se supone, debía ser común para todos los ciudadanos y que, en esa época, los habilitaba para desarrollar distintas labores, como la de secretarios, escribientes e incluso abogados.
Uno de los hallazgos que más han llamado la atención de Dávila dentro de su investigación está relacionado con una reforma realizada en cuanto a los manuales de estudio en 1774, que fue reversada en 1779. Según explica el historiador, se tenía la idea de que esa reforma había sido un retroceso escandaloso, pues, tras implementar un texto en el que se pasaba de la filosofía de la época colonial a la filosofía moderna (el curso de filosofía de Fortunato de Brescia), se había sugerido volver al anterior manual (el curso de filosofía de Antonio Goudin), un texto escrito ciento veinte años atrás. Lo que se desconoce, y que Dávila descubrió al revisar en las bibliotecas, es que el manual que se utilizó a partir del 79 era una edición corregida y actualizada del texto original, acorde con las discusiones de la época. En otras palabras, no hubo ningún retroceso.
Hallazgos como ése han sido posibles dado que, además de revisar los programas académicos, Dávila busca los textos escolares que se usaban en la época, los lee y los analiza, lo cual es un aporte importante a la historia de la educación, pues las investigaciones en esta materia han estado concentradas en la organización institucional de las escuelas, el manejo presupuestal, las políticas estatales, la población estudiantil y el análisis de la efectividad de los métodos pedagógicos empleados.
Actualmente este historiador, nacido en Bogotá hace 37 años, se encuentra consolidando los hallazgos de su investigación. Está dedicado por completo al proyecto, por lo que abandonó temporalmente su otra pasión: la música. Por más de siete años trabajó como programador de la franja “Clásicos del rock” de Javeriana Estéreo. Sin embargo, desde 2006, sus compromisos como asistente de investigación han absorbido prácticamente la totalidad de su tiempo.
¿Y qué sigue para Juan Manuel? “Pues el doctorado”. La respuesta es inmediata y en un tono que evidencia que para Dávila es el paso lógico en su carrera. Sin embargo, no ha pensado mucho en eso por estos días. Posiblemente vaya al exterior para obtener su título de doctor y quizá se decida por la historia de la educación. Son opciones que lo atraen, pero que por ahora no lo inquietan, pues su única preocupación actual es concluir con éxito su trabajo.