Arthur Schopenhauer pensaba que entre las artes, la más abstracta, metafísica y difícil de conceptualizar era la música. El filósofo alemán le confirió una altísima importancia al efecto que de ella provenía al sostener que era mucho más poderosa y penetrante que las demás expresiones estéticas, pues éstas, creía, respondían solamente a la sombra, en cambio la música enunciaba la esencia.
“En la música no reconocemos la repetición de ninguna idea de la naturaleza interna del mundo. Y aún así, se trata de un gran y excelso arte, y su efecto en la naturaleza del hombre es tan poderoso, que es completa y profundamente entendido por éste como un lenguaje universal”, escribió el filósofo. Ese pensamiento fue compartido por Zoltán Kodály, uno de los más destacados compositores húngaros de todos los tiempos, quien contemplaba la música como “una manifestación del espíritu humano” similar al lenguaje, pues, según él, ambos resultaban intraducibles a cualquier otro idioma. De esta manera, si no se quería que esas formas de descifrar el mundo, esos idiomas, se convirtieran en “tesoros muertos”, era preciso crear una fórmula para que el mayor número posible de personas pudiera entender este arte. Y así lo hizo.
Al tiempo que se doctoraba en letras, Zoltán Kodály asistía también al conservatorio de Budapest. Allí, Hans Von Koessler, su profesor alemán, supo despertar su interés por la música tradicional de Hungría. En poco tiempo, él y su amigo y compañero de clases, Béla Bartók, recorrieron el país europeo realizando un amplio trabajo de musicología étnica. Fue tal el significado de esa experiencia que Kodály llegó a coleccionar cerca de 100.000 canciones de la música tradicional húngara y las hizo objeto de una singular perfección musical. Hoy, para el campo pedagógico el trabajo investigativo realizado por el músico resulta imprescindible.
Kodály, el renovador
A partir del deseo de ver su país culturizado musicalmente, el compositor optó por no enseñar música de salón alemana o vienesa, la única opción educativa en ese entonces, sino que centró su actividad pedagógica en la música popular húngara y tuvo como primera idea formar a los maestros de escuela. Junto a ellos inició lo que se convertiría en un verdadero paradigma musical. Pensaba el artista: “Es mucho más importante saber quién es el maestro de Kisvárda, que quién es el director de la Ópera de Budapest… pues un mal director fracasa sólo una vez, pero un mal maestro continúa fracasando durante 30 años, matando el amor por la música a 30 generaciones de muchachos”.
Fueron numerosos los esfuerzos que él, sus alumnos y sus colaboradores hicieron para desarrollar un método de pedagogía escolar que consolidara un alto nivel instructivo, pero todas y cada una de las capacitaciones, revisiones, transcripciones y adaptaciones surtieron efecto. Los resultados ya entonces fueron sorprendentes como lo describió Kodály: “Hungría, un país de 10 millones de habitantes tiene actualmente ochocientos coros adultos, cuatro orquestas profesionales en Budapest, cinco en otras ciudades y numerosas orquestas aficionadas”. Y cualquier persona que no tenga educación musical es considerada inculta. Además, el método se expandió por los cinco continentes bajo la batuta de la Kodály International Society, fundación que hoy en día ofrece becas para que estudiantes extranjeros puedan estudiar el método Kodály en su sede principal en Kecskemét, lugar de nacimiento del músico.
La música como lenguaje
El plan que trazó el compositor húngaro para favorecer el aprendizaje musical de la mayoría de los habitantes de su país consistía en reconocer la música como una necesidad implícita de la vida misma. Para ello había que ser consciente de que la educación musical de un ser humano empezaba al momento de ser concebido. Se hacía indispensable, entonces, la colaboración de todos los sentidos corporales desde los primeros momentos vitales: el oído para captar los sonidos, la vista para leer la música, el tacto: las manos para tocar un instrumento, seguir el ritmo y la melodía y el corazón para sentir, para potenciar la expresividad y la sensibilidad.
Kodály pensaba que era casi natural que el aprendizaje musical se iniciara con las canciones infantiles, éstas constituían una herramienta eficaz en el adiestramiento porque, al compartir notas y ritmos similares que se repetían constantemente, el niño podía comprender, progresivamente, las melodías de una manera agradable a sus oídos. Después de hallar gusto en la praxis, la teoría se asimilaba de una manera más perceptible. El niño empezaba a tocar las mismas piezas musicales que habían estado experimentando sus sentidos, por lo que tenía ya cierta familiaridad. La musicóloga Pilar Azula dice que la importancia del método radica en la edad de quien lo ejecuta: a menor edad, mayor dominio, pues el aprendizaje musical se desarrolla de manera similar que al lenguaje hablado: casi sin percatarse.
Con acento colombiano
Según Alejandro Zuleta Jaramillo, profesor del Departamento de Música de la Pontificia Universidad Javeriana, la práctica pedagógica musical en Colombia durante los últimos 50 años ha sido variada y creativa en sus propuestas alrededor de las músicas tradicionales; sin embargo, la conformación multiétnica no ha permitido agrupar a ese abanico melodioso en un método nacional de pedagogía musical. Dice el maestro: “Tal vez el error está precisamente allí: en creer que debemos crear métodos o procedimientos nacionales en lugar de crear propuestas diversas que puedan entrar en diálogos creativos”. Para romper con ese esquema tradicional, y como solución a la falta de exposición que hay en las familias y escuelas del país a los estímulos musicales, el también asesor del programa Nacional de Coros de Ministerio de Cultura quiso orientar una investigación basada en el método Kodály en Colombia.
“El método no es un manual de instrucciones ni una receta de cocina”, dice Zuleta en su investigación. “Es una manera de proceder, de cocinar, adaptable a diferentes comensales por cocineros diferentes en circunstancias variadas. Esta adaptación comenzó con un trabajo de recopilación y clasificación de material musical folclórico y tradicional colombiano; “Bunde de San Antonio”, “Que llueva”, “La petaquita” y “El puente está quebrado” hicieron parte de las numerosas rondas, canciones populares y de compositores reconocidos que el investigador, junto a María Olga Piñeros y Helena Barreto recopilaron para ser utilizados dentro del método de enseñanza del músico húngaro.
No se pretendió realizar una investigación etnomusicológica ni una antología de campo de música folclórica o tradicional colombiana. Se partió del trabajo de compilación realizado a través de años por músicos, folcloristas, pedagogos musicales, antropólogos y etnomusicólogos.
Como resultado, Alejandro Zuleta Jaramillo condensó en el libro El Método Kodály en Colombia una secuencia pedagógica planteada por tres niveles de contenidos divididos en grupos de edad. El nivel de iniciación va desde preescolar hasta los ocho años; el nivel I y II de ocho a 12 años y el nivel III desde los 12 años en adelante. Con cada uno de estos grupos, la pedagogía se centra en las premisas fundamentales de Kodály: trabajar un método coral que tenga como base la música tradicional para llegar a través de ella a la música del mundo, buscar la alfabetización musical dándole la misma importancia que la alfabetización al lenguaje y enseñar pensando que la música de alta calidad, –entendida por Zuleta como “la de buena factura, la poética, la que mueve el espíritu”– es el mejor material para enseñar música. “Puede ser una obra de Mozart o de Rafael Escalona”, dice.
Para leer más…
<style=”color: #999999;”>Zuleta Jaramillo, Alejandro. (2008). El método Kodály en Colombia. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.<style=”color: #999999;”> “El método Kodály y la formación del profesorado de música” en revista electrónica Léeme. Disponible en:https://www.pdfqueen.com/html/aHR0cDovL211c2ljYS5yZWRpcmlzLmVzL2xlZW1lL3JldmlzdGEvbHVjYXRvMDEucGRm. Recuperado 10/03/2010
<style=”color: #999999;”> Sitio oficial de la Kodály International Society, red que expande el legado del artista húngaro y ofrece becas para estudiar la metodología artística en Europa. Disponible en: https://www.iks.hu. Recuperado 10/03/2010.
1 comentario
Me ha interesado muchisimo el metodo Kadaly, con la contextualización tan acertada y magistral que ha realizado el maestro Zuleta.
Me gustaría realizar cursos sobre el metodo.