Estoy en Ciudad de Panamá. Participo en el II Foro Abierto de Ciencias de Latinoamérica y el Caribe, CILAC 2018. Estoy hablando y escuchando sobre ciencia, política científica, comunicación de la ciencia y periodismo científico. Nos quejamos, ningún país de la región puede alzar su voz y contar sobre lo bien que lo hace, solo unas experiencias aisladas, interesantes, innovadoras, impecables si se quiere, diseñadas, promovidas y ejecutadas con todo el convencimiento de quien está detrás, pero… una golondrina no hace verano.
¿Cómo convencer a los tomadores de decisión para que crean que el apoyo a la actividad científica genera resultados y bienestar para el país? ¿Cómo lograr un diálogo fluido entre los científicos y los diferentes públicos, léase periodistas, políticos, industriales, comunidades minoritarias, jóvenes y niños, por mencionar solo algunos? ¿Y cómo superar estas preguntas y hacernos otras cuando ya tengamos las respuestas y hayamos superado esa etapa?
Compartiendo un panel sobre ciencias sociales en esta reunión, el exdirector del Instituto Nacional de Salud y exrector de la Universidad Nacional de Colombia, Moisés Wasserman, sentenció: “Cuando las respuestas no tienen efecto hay que empezar a sospechar de las preguntas”. Entonces seamos más proactivos y en lugar de reformular preguntas, hablemos de hechos.
En Colombia este tema se está moviendo y lo está haciendo de tal manera que, me atrevería a decir, las acciones y las intenciones nos posicionan como uno de los países de la región en los que más se están ensayando y ejecutando propuestas para acercar a las comunidades, en respuesta quizá a la política de apropiación social de Colciencias, pero también a que los científicos cada vez están más sensibles a contar sus historias.
Cada vez más universidades ofrecen información a periodistas sobre los resultados de las investigaciones que llevan a cabo sus científicos, y cada vez mas los investigadores quieren llegar a las diferentes comunidades que, de una u otra manera, se ven beneficiadas con el nuevo conocimiento generado porque, además, están siendo invitadas y sus conocimientos son incluidos en la producción de esos estudios.
Y en ese sentido, hablando en un panel de acceso abierto, el ecólogo canadiense Jeremy McNeil hizo énfasis en que este concepto no se refiere solo a las publicaciones científicas, también busca que la ciencia se comunique con la humanidad, es decir, “compartir con otros, y otros significa el público. Si hacemos que la gente se involucre con la ciencia a través de muchas formas, ganaremos credibilidad y lograremos realmente una sociedad abierta”.
El ecólogo canadiense Jeremy McNeil (izq.) conversa con Lisbeth Fog, editora general de Pesquisa Javeriana.
Sobre el periodismo científico
El tema recurrente fue la credibilidad y la confianza en nuestras historias. El mundo del periodismo ha cambiado. El periodismo científico tiene que ir al paso de los avances y adaptarse a las nuevas maneras de informar, de contar las historias de la ciencia, la tecnología, la innovación, el desarrollo de nuestros países, para llegar a más audiencias y generar credibilidad.
Con este abanico de posibilidades que nos brindan las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, uno de los retos del periodismo científico, en salud y ambiente por ejemplo, es ganar la carrera por convertirnos en el sitio escogido por las audiencias para informarse sobre ciencia. Que nos crean.
En esta labor inciden varios factores, entre ellos: hacer nuestro trabajo con profesionalismo, ojalá con una buena base de formación —que pronto será posible en la Pontificia Universidad Javeriana—; escoger con lupa nuestras fuentes, con testimonios que realmente aporten a las historias, de manera ética y generosa; conformar equipos de profesionales con experticias en las diferentes formas de comunicar, gracias a los cuales los productos sean pensados y adecuados para las audiencias a las que van dirigidos.
No somos muchos los periodistas científicos en América Latina; Colombia no es la excepción. Pero ya somos más y mejor formados, y mi percepción es que somos uno de los países donde estamos mejor. Eso me alegra, y me lleva a proponerles a mis lectores que no bajemos la guardia. Lo estamos haciendo bien, sigamos buscando espacios para que, tarde o temprano, lleguemos con el mensaje científico a la mayor cantidad de ciudadanos posible. Una cultura científica colombiana… suena bien, ¿no?