Si fuera posible que todos los anhelos de los soñadores se hicieran realidad, el título de este texto podría convertirse en un clasificado que orgullosamente se exhibiría en la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales y en el Instituto de Estudios Ambientales para el Desarrollo (IDEADE) de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Allí, la arquitecta y joven investigadora de Colciencias Sandra Viviana Murillo potenció una sensibilidad especial por los temas sociales y ambientales que la llevó a aportar una serie de proyectos y propuestas que daban al trabajo del IDEADE una nueva dimensión.
Con su participación en el IDEADE, el tema de la recuperación forestal pasó de ser únicamente un asunto de sostenibilidad ambiental para visualizarse como una oportunidad de utilizar la madera como elemento fundamental en la construcción de todo tipo de edificaciones, incluida la vivienda de interés social, además de una valiosa alternativa de producción económica y de renovación forestal.
En Colombia, la vivienda de madera se mueve entre los extremos de la marginalidad –cuando manera rudimentaria e improvisada se recicla para la construcción de viviendas de personas de escasos recursos económicos– y la opulencia –cuando se utiliza en la construcción de edificaciones de recreo de sectores de gran poder económico. Alrededor de esta se mantienen vigentes una serie de mitos con respecto a su durabilidad, así como a sus costos económicos y ambientales. Sin embargo, para esta joven investigadora, la madera es un material que puede reportar muchos beneficios económicos y sociales para el país, en la medida en que su utilización puede generar mayor empleo de mano de obra y la oportunidad para que los menos favorecidos accedan a una vivienda de calidad, confortable y segura.
Se trata de promover una industria maderera que no se limite, como hasta el momento lo ha hecho, a utilizar la madera para el abastecimiento de algunos acabados de las viviendas de construcción masiva, sino que sea capaz de producir partes, susceptibles de ser ensambladas en viviendas construidas totalmente en madera. Ello permitiría la construcción de una vivienda con menores costos de producción y la sustitución de partes deterioradas por el uso o el tiempo, tal como ocurre con la vivienda hecha de otros materiales.
A su modo de ver, la madera es un material tan resistente como cualquier otro utilizado en la construcción. La única condición es que se cumpla con una selección de especies que se adecuen tanto al uso que se les quiera dar como al ambiente en el que se utilicen y, desde luego, que se sometan a un mantenimiento adecuado y periódico que garantice su durabilidad y resistencia.
No obstante, Sandra Viviana Murillo es enfática en sostener que este aprovechamiento de las potencialidades de la madera no puede hacerse a costa de la deforestación de los bosques; es preciso que junto al desarrollo de una industria de la transformación de la madera también se promueva una industria de su producción que lleve a cabo una renovación permanente de los bosques. Lo que indudablemente llevaría a cumplir el viejo sueño de los defensores del medio ambiente de buscar el crecimiento económico, pero con el precepto de la sostenibilidad del ambiente.
Probablemente, esta es la razón por la que los anhelos de Sandra, que también son los de su tutor, el profesor Carlos Alfonso Devia Castillo, han encontrado eco en otros estudiantes y profesionales de la arquitectura que han empezado a apostar por la madera como un recurso importante para la construcción, más allá de las funciones tradicionalmente otorgadas.