Julieta lleva más de cinco años trabajando en una Unidad de Cuidados Intensivos. Su trayectoria como enfermera la ha llevado a administrar con frecuencia fentanilo, un medicamento para tratar el dolor en pacientes con cáncer. Un día, al llegar a turno, se encuentra con una situación que le llama la atención: un paciente que lleva varios días hospitalizado, recibe una dosis elevada de dicho medicamento. Julieta se lo comenta al médico intensivista que está a cargo para que tome medidas al respecto, sin embargo, para su sorpresa, la respuesta es frustrante, común y poco alentadora:
— Su labor aquí es administrar la dosis, no cuestionarla.
Esta situación es una de las tantas a las que Edilma Marlén Suárez, doctora en Ciencias Sociales y Humanas, está acostumbrada a escuchar en su labor como docente de Ética en la Especialización en Enfermería en Cuidado Crítico y en la de Enfermería Pediátrica, ambas de la Pontificia Universidad Javeriana. Su experiencia de más de 21 años como profesora en enfermería le ha permitido evidenciar los problemas de orden disciplinar y dilemas éticos que se desarrollan en la relación médico – enfermera en ámbitos clínicos.
Edilma, como la llaman sus estudiantes, es profesional en enfermería, especialista en Bioética y máster en Administración en salud y Estudios políticos; aunque su formación ha sido netamente javeriana, su vocación y pasión por la docencia en enfermería, y cómo se ejerce en Colombia, la llevaron a asumir el reto de entender por qué “mientras se les dice a los estudiantes que el profesional de enfermería es autónomo y que no es la mano derecha del médico, en la vida práctica las enfermeras mantienen una actitud de reverencia y sumisión a él, que es observada y reproducida por los estudiantes”.
De acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia (ANEC), el 40% de las profesionales no tiene vivienda propia, el 55% tiene personas a cargo y un 27% corresponde a mujeres cabeza de hogar. Estas cifras fueron fundamentales para esta amante de la política, porque con ellas argumentó la precariedad en el ejercicio profesional de la enfermería y ratificó que la imposición de una serie de teorías, modelos y paradigmas en los programas académicos son poco efectivos, ya que están pensados para un sistema de salud diferente al colombiano.
Debido a esta situación, en 2015 Edilma le apuntó, a través de su investigación doctoral, a argumentar que en la formación universitaria en enfermería existe un currículo oculto, uno de género, del cual la población no es consciente y tiene efectos en el ejercicio el profesional.
“Mi meta con este trabajo es denunciar una realidad histórica en la enfermería, que he vivido y desde la cual no asumo una posición de neutralidad; lo que busco es desnaturalizar y problematizar la subjetividad imperante en la enfermería como única verdad”, menciona.
La búsqueda de respuestas
El primer paso en su trabajo investigativo consistió en estudiar las formas de gubernamentalidad, en un programa universitario de enfermería, entre las décadas de 1950 y 1960. Es decir, conocer cuáles son las ideologías políticas que han incidido en la conducta de las personas para entender cómo se han construido las relaciones de poder y moldeado a las enfermeras como sujetos trabajadores, heterónomos, sumisos y subordinados.
Edilma, quien también es amante del origami, recuerda que lo primero que hizo fue un trabajo netamente de registro, de recolección de documentos, fichas técnicas y contextualización teórica. Visitó el archivo de la Facultad de Enfermería de la Javeriana y el Archivo Histórico de la misma institución; examinó información en periódicos como El Tiempo y El Espectador, y exploró textos sobre la historia de la salud pública, la enfermería y las mujeres en Colombia.
Entrevistó a cuatro mujeres del programa de formación en enfermería entre 1950 y 1960, mujeres que actualmente tienen entre 70 y 85 años, con la intención de enriquecer su investigación y cotejar sus respuestas con los eventos históricos que halló en la documentación. Edilma hizo una depuración y sistematización de la información, con lo cual problematizó su tema de estudio: la enfermera como sujeto trabajador.
Una cadena de pistas
Su inquietud, perseverancia y desdén por los problemas disciplinares de su profesión la llevó a encontrar las relaciones de poder creadas en la formación de las jóvenes enfermeras. Por ejemplo, la influencia del comportamiento social conservador del siglo XIX en las prácticas de las mujeres y la familia, particularmente en lo relacionado con los valores católicos coloniales; este ideal también se afianzó con la estructura patriarcal de la época, responsable de que las mujeres solo pudieran recibir formación universitaria en carreras consideradas propias de su género: culinaria, recreación, práctica de campo de enfermería, cosmetología e industria artesanal. De hecho, fue hasta el 10 de diciembre de 1934 cuando se presentó al Congreso de la República un proyecto de ley para solicitar el derecho de las mujeres a la educación universitaria.
Las normas impartidas por textos como el Manual de urbanidad y buenas maneras, de Manuel Antonio Carreño, ratificó el modelo patriarcal. De hecho, este documento “marcó un hito muy importante porque indicó la separación de clases”, reconoce Edilma, ya que “había mujeres pobres, a quienes la formación y la educación les servía para hacer las actividades domésticas, por lo tanto no debían ceñirse a este manual, mientras que aquellas de clases medias y altas eran quienes recibían la educación basada en este tipo de cartillas y en la economía doméstica, la culinaria y manualidades”.
La responsabilidad por el cuidado de los otros y de la familia también fue un discurso de poder inculcado en las mujeres con el argumento de que así contribuían con la felicidad del hogar. No en vano, la Escuela de Comadronas y Enfermeras, que en 1937 pasó a ser la Escuela Nacional de Enfermeras, se articuló con el modelo de formación técnica. En esta misma vía, la Pontificia Universidad Javeriana abrió la Escuela de Economía Social y Enfermería en 1941.
Adicionalmente, la femineidad, el servicio al prójimo, la abnegación, la valentía, la generosidad y el espíritu de sacrificio como perfil de quienes querían ingresar a la academia para formarse en enfermería, y la influencia del modelo pedagógico y programa académico estadounidense, fueron los insumos para que Edilma encontrara los saberes históricos insertados en sus estudiantes y el porqué de la dificultad en el relacionamiento con los médicos en ambientes laborales.
La institucionalización de la salud en el país durante el crecimiento del capitalismo estadounidense hizo que la formación en enfermería pasara de ser un programa clínico e instrumental a recibir una formación centrada en el conocimiento administrativo hospitalario. De esta manera, las profesionales estarían en la capacidad de asumir responsabilidades organizacionales en tanto los médicos asumían su rol científico. A esto, cabe añadir que la conformación de gremios, como el Comité de Expertos en Enfermería de la Organización Mundial de la Salud, el Comité Permanente de Enfermería en el Ministerio de Salud, y de la creación de la Asociación Colombiana de Facultades de Enfermería, por mencionar algunas instituciones, afirmó el modelo de gubernamentalidad planteado al inicio de la investigación.
“Cuando vi el fin de la gubernamentalidad en la conducta de las mujeres, encontré que las instituciones se encargaron de normalizar a las enfermeras, de homogeneizar sus conocimientos, haceres y saberes, y a la vez las motivó a trabajar desde el cuidado al otro para que los trabajadores se enfermaran menos y fueran más productivos. Este es el fin económico que ha preservado”, asegura Edilma.
En ese sentido, cabe preguntarse por qué, a pesar de que más del 50% del personal de salud corresponde a enfermeros y enfermeras, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), su escasez aún supera los 800.000 puestos de trabajo. ¿Se debe a la falta de regulación en los salarios? ¿A las dificultades en la movilidad y migración de las enfermeras? O, siguiendo la línea de la docente javeriana, ¿a los ambientes de trabajo inadecuados?
Julio Cesar Castellanos Ramírez, director general del Hospital Universitario San Ignacio, señala que su percepción sobre la relación médico-enfermera en un ambiente laboral clínico es “subordinada, aunque en algunos pocos servicios muy especializados se acerca a una relación de pares”.
Por el momento, esta preocupación no solo atañe a la OPS, también es un motivo para considerar la línea divisoria entre las funciones de las enfermeras y los médicos, ya que no solo corresponde a normas y leyes institucionales sino también a prácticas culturales arraigadas en las mujeres y al orden patriarcal establecido con los años.
A una tradición de los valores femeninos relacionados con la docilidad y el silencio, a prácticas de sumisión y cordialidad asumidas por las jóvenes de las clases altas, quienes tenían la posibilidad de acceder a la educación, y a un grupo selecto mujeres que, tanto a mediados del siglo pasado como ahora, se han emancipado con la decisión de ingresar a la universidad y ejercer un rol consciente de su profesión.
Es decir, un jardín de rosas que, así como en el pasado era sembrado tradicionalmente frente al edificio de la Facultad de Enfermería de la época (Ed. Cataluña) en alusión a la alegría, belleza, modestia y elegancia con la que las enfermeras graduadas consagraban su vida a la ciencia y la salud pública, ahora, al mismo jardín le crecen espinos por las inconformidades de las rosas al ejercer su profesión.
INVESTIGACIÓN: Gubernamentalidad en la formación universitaria en enfermería en Bogotá, durante las décadas de 1950 y 1960. El jardín de rosas.
INVESTIGACIÓN: Edilma Marlén Suárez
AÑO: 2015-2019
13 comentarios
Excelente artículo fruto de una valiosísima investigación, cuánto se nos ha negado, cuánto hemos logrado a pesar de las barreras, gracias por el aporte, por toda esa valiente misión de mostrar lo que hemos permitido en nuestra profesión, de las ansias de poder ser y que se reconozca socialmente de qué está hecha la enfermería y cuánto se ha limitado su protagonismo en el sistema de salud siendo quienes más aportan al mismo.
Qué excelente eso de ver cómo será el presente y futuro de la Enfermería, yo no me considero una simple cumplidora de ordenes médicas, yo cuido, yo decido, alertó e informo y también decido,.muchas veces digo No , ante una indicación que pueda ocasionar un riesgo, si el médico me obliga , lo registro. Y llamo a supervisión . Por algo somos científicas les guste o no. Formemos enfermeras líderes.
Edilma excelente investigación Felicitaciones. Es por estas voces que deciden hacer publica una problemática que no hace parte del pasado; que muchas Enfermeras decidimos tener claro que enfermeras queremos ser para el beneficio del cuidado de enfermería.
Rocío gracias por el comentario. Así es, el propósito es visibilizar las condiciones de posibilidad que nos han permitido ser las profesionales de enfermería que hoy somos, para pensar y decidir si es lo que queremos seguir siendo, o para definir un nuevo rumbo.
Eliana gracias por tu comentario. Como lo mencionas, la investigación tiene una apuesta ético-política.
Excelente investigación! muy necesaria la perspectiva de género- clase social – etnicidad – discapacidad -procedencia, etc., para continuar evidenciando que en enfermería se reproducen no una sino varias de las desigualdades de nuestro país. Este reconocimiento nos lleva con seguridad a emprender acciones desde lo micro -meso- macro para de-construir lógicas que las reproducen tanto en lo material como simbólico. Gracias profesora Edilma por su maravillosa tesis. Donde puedo bajar el texto completo de la tesis?
Erika gracias por el comentario sobre la investigación.
Se encuentra en proceso de publicación un artículo en una revista uruguaya y la publicación de la tesis. Una vez estén disponibles le escribiré al correo electrónico que me indique para que tenga acceso a la investigación completa. Mi correo es: emsuarez@www.javeriana.edu.co/pesquisa
Muchas gracias Profesora Edilma, mi email es erikalegordillo@gmail.com De nuevo felicitaciones por tan excelente investigación.
200 años despues, del natalacio de Florence Nigthingale puedo afirmar que el tema de subordinación en enfermeria es cosa del pasadl en este siglo las enfermeras tenemos ademas del pregrado una formación avanzada que nos permite en un dialogo de pares con otros profesionales de salud, brindar cuidado de calidad, ser reconocidas dentro de los equipos y asumir con liderazgo posiciones destacadas en los equipos de salud.
Andrea, la investigación se origina en hechos del presente, que se viven en las instituciones hospitalarias y que han sido documentados por organizaciones nacionales en enfermería. El abordaje metodológico de aproximación arqueológica y genealógica, junto con las diferentes etapas del trabajo de campo llevaron a visibilizar estos resultados. La investigación permite ver las condiciones de posibilidad que nos han llevado a las enfermeras a ser como somos. El reto que tenemos en la actualidad es pensarnos y decidir que profesionales queremos ser. Gracias por el comentario
Excelente artículo. Es un buen paso el reconocer la influencia de la historia de la enfermería en Colombia y su influencia en las dinámicas actuales para así empezar a realizar cambios
Luis Enrique gracias por el comentario, efectivamente se trata de tomar decisiones sobre el presente y futuro de la enfermería
Este es un trabajo magnífico que representa la relación poder- trabajo-género. Felicitaciones por tan minucioso ejercicio de cuestionar las prácticas que muy a nuestro pesar, se siguen repitiendo. Espero los hallazgos permitan las transformaciones necesarias para enaltecer la valiosa labor que realizan las enfermeras en Colombia.