IV. Medios, TIC e industrias culturales

De la sociedad red y de la información a la sociedad del conocimiento: una visión prospectiva desde la comunicación

Ancízar Vargas León

Candidato a doctor en Comunicación de la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (UNIACC), de Chile. Especialista en Gerencia de Comunicación Organizacional, en Docencia Investigativa Universitaria y en Gestión de Docencia. Comunicador social - periodista. Decano de la Facultad de Comunicación, Publicidad y Diseño de la Fundación Universitaria Luis Amigó.

Resumen

Este es el tiempo de una indagación del impacto que tienen las culturas digitales en una sociedad red con retos novedosos, particularmente por el avance de las TIC y de internet, las convergencias mediáticas y la brecha digital. Intentar entender el papel protagónico que cumple la comunicación hacia el futuro en la construcción de las nuevas sociedades del conocimiento es una tarea de largo aliento. Mediante una metodología prospectiva, se pretende abordar la cuestión, teniendo en cuenta investigaciones sobre el desarrollo de la ciencia y la tecnología, usos de internet, sociedad del conocimiento, entre otros. Por tanto, se quiere mostrar el potencial que tiene la comunicación en el desarrollo de la sociedad del conocimiento.

Palabras clave: sociedad del conocimiento, brecha digital, prospectiva.

Introducción

La capacidad de aprendizaje de la raza humana siempre ha tenido diversas motivaciones, entre las cuales se destaca la supervivencia. El proceso no ha sido lineal y ha encontrado dificultades en el camino, por lo que existen épocas de mayor o menor avance, a tal punto que, en ciertos momentos, parece haberse quedado suspendido en el tiempo.

Del siglo XV al XX se presentó una interesante ebullición social y explosión de saberes, todo atravesado por guerras, desarrollos industriales y cambios en las formaciones económicas y sociales.

Y es, precisamente, en el siglo XX cuando se suman todos los factores necesarios para iniciar un salto cualitativo en el planeta. Así lo hace ver Manuel Castellas (2000) por medio de sus observaciones, al comprender la presencia de una revolución de carácter tecnológico, particularmente en lo relacionado con la tecnología de la información que, posteriormente, se complementará con la comunicación. Este fenómeno empieza a modificar, de manera profunda las relaciones sociales entre los seres humanos y su base material, con gran velocidad.

Sociedad de la información y sociedad red

El impacto de las transformaciones van alcanzando todas las esferas. Por ejemplo “las economías de todo el mundo se han hecho interdependientes a escala global, introduciendo una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad en un sistema de geometría variable” (Castells, 2000, p. 2). La geopolítica presenta cambios estructurales en diversas y amplias zonas de la tierra, como sucedió con la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, hoy Rusia, que luego de un socialismo radical inició un camino de apertura a procesos de producción capitalistas y de interacción con bloques de países con economías diversas. Con estos y otros procesos se da fin a la guerra fría, lo cual no significó el fin de los conflictos bélicos en el mundo.

Sin embargo, sí significó reducir ostensiblemente el riesgo de la amenaza nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, como asegura Castells, quien sostiene que el capitalismo debió redefinir sus objetivos mientras que la izquierda se vio en la obligación de pensarse en otros contextos y variar sus estrategias. Todos estos cambios alteraron las posiciones geográficas, las economías y se redefinieron los bloques de poder.

También las empresas debieron tomar decisiones profundas y aliarse con otras, incluso en países diferentes, con lo que el modo de producción se alteró profundamente y la flexibilización gerencial, descentralización de tareas e intercambio industrial se convirtieron en factores cotidianos y de supervivencia organizacional.

Dentro de las relaciones de trabajo, Castells indica que también se iniciaron transformaciones, como la actividad sindical, inclusión de la mujer en áreas laborales antes dedicadas solo a los hombres, intervención de los Estados para liberar reglamentos del mercado, en paralelo con el desmonte del llamado estados bienestar.

Mientras se presentan todos estos sucesos, la comunicación intenta adquirir renovadas dimensiones y empieza a ser más comprendida y usada por sectores sociales inconformes, para promover reivindicaciones acordes con los esfuerzos de los trabajadores. Castelles explica que, en paralelo, intereses de poder trabajaron por la ruptura de la comunicación social, de tal forma que la información que se conocía solo tenía la intención de la alienación de unas organizaciones frente a otras y de unos individuos ante otros, de tal manera que no solo se empezaban a mirar como extraños, sino también como enemigos, dando como resultado la “fragmentación social”, dentro de lo cual se presentan los fundamentalismos religiosos o de nuevo tipo y los genocidios, tan públicos como camuflados.

Tantas alteraciones de la sociedad, nunca antes vividas con toda intensidad, llevan a Castells a proponer la relectura y reconstrucción de conceptos como estatismo, industrialismo, capitalismo e informacionalismo, en el contexto de modos de producción y de desarrollo.

La idea de información, como proceso de transferencia de conocimientos para el logro de unos objetivos, avanza en el marco de un nuevo capitalismo. “La revolución de la tecnología de la información ha sido útil para llevar a cabo un proceso fundamental de reestructuración del sistema capitalista a partir de la década de los ochenta” (p. 15). Los cambios en la Unión Soviética no se presentaron como sus dirigentes pensaron en un comienzo, dado que no fueron capaces de comprender este nuevo fenómeno, en tanto que China, un país que estuvo más aislado por muchos años, logró entender ese desarrollo tecnológico, de tal forma que logró adaptar su sistema al modo de producción capitalista, generando nuevas relaciones, tanto internas como externas, pero la proyección es clara en cuanto a que el país asiático y su Estado tiene cada vez más claridad sobre el uso de la tecnología para el desarrollo de las economías.

A Castells le ocupa el estudio y los procesos de reestructuración capitalista, tanto como del surgimiento y posicionamiento del informacionalismo, con lo cual pretende aportar claridad frente a la sociedad posmoderna en tiempos de transformaciones permanentes.

Sociedad postcapitalista

Lo que expone Castells es la identificación de un tipo de convivencia social, con dificultades y aciertos, que hace parte de una sociedad de la información. Pero, todo sigue avanzando y surge la organización social contemporánea que, para algunos analistas, se trata de algo mucho mayor a la revolución industrial. En el caso de Castells, lo llama en un comienzo la revolución informacional, otros hablan de un salto cualitativo.

Es el caso de Mario Suárez (2000), quien habla de la sociedad postcapitalista, con una nueva estructura social y económica que, para algunas sería el igualitarismo marxista, pero no existen evidencias suficientes para que ello sea así.

Incluso Suárez considera que varios de los países calificados como desarrollados también se apartan del concepto clásico del capitalismo. “Instituciones importantes del capitalismo sobrevivirán y algunas, por ejemplo los bancos, desempeñarán papeles muy diferentes. La economía seguirá siendo una economía de mercado” (Suárez, 2000, p. 13) e incluso países del movimiento socialista deben intercambiar mercancías y productos en el gran repositorio de la plaza mundial.

Tal como lo piensa Castells, Suárez observa que las industrias viven una profunda transformación, puesto que han pasado a la “producción y distribución de conocimientos, y no la producción y la distribución de objetos” (p. 15), por tanto, los recursos se invierten prioritariamente en el mundo del conocimiento y, sostiene Suárez que, en los últimos años la quinta parte del Producto Interno Bruto la dedican los países desarrollados a la gestión integral de nuevos saberes y, además, ahora las empresas empiezan a comprender la importancia de la investigación y proyectos de nuevo tipo. Una de las búsquedas actuales es descubrir el papel económico de la gestión del conocimiento.

Dado este entorno, estudiado por varios investigadores, se empieza a develar la necesidad de actores diferentes a los tradicionales. “En la sociedad postcapitalista existe un nuevo tipo de empleado: los trabajadores del conocimiento, personajes claves dentro de la nueva estructura” (2000, p. 20). Éste es un empleado que se dedica a crear y el producto de su innovación es superar siempre todo nivel de productividad.

Según estudiosos, como Suárez, se ha venido creando una nueva generación de empleados con características particulares y, entre ellos, están los docentes, investigadores en propiedad, técnicos y otros semejantes que tienen como misión pensar el cambio, la ruptura de paradigmas de producción y generación de cambios fundamentales en las empresas.

Puede decirse que hacen parte de los agentes de cambio, que es en sí mismo su naturaleza. Este agente, “tiene que organizarse para el abandono sistemático de lo establecido, de lo acostumbrado, lo familiar, lo cómodo, ya sea en materia de productos, servicios y conceptos, en relaciones sociales, en habilidades” (Suárez, 2000, p. 22), al interior de sus empresas y proyectos.

Democratización red y brecha digital

Los agentes de cambio que anuncia Suárez deben tener en cuenta que, desde lo tecnológico, existen soluciones vigentes y con amplias posibilidades de avance. Por su parte, Castells se encarga de ayudar en la comprensión del papel de Internet, entendido como el gran insumo y, a la vez, la gran mediación de las relaciones humanas, situación que se vive en el momento y no se trata de ciencia ficción. La pregunta obvia sería, si Internet es el presente, ¿cuál será el futuro de la interacción social?

La potencialidad de Internet aún es desconocida por muchos sectores, incluyendo profesionales y empresas. “Simplemente les recuerdo,… que se trata de una red de redes de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos. No es otra cosa. Sin embargo, esa tecnología es mucho más que una tecnología” (Castells, 2007, p. 9). Podría decirse que la tecnología hace al hombre y el hombre hace la tecnología, de una manera dialéctica que le permite a la sociedad nuevos espacios y opciones de tiempo para otras creaciones.

Según la proyección de Castells, una de las primeras encuestas realizadas sobre el uso de Internet fue a finales de 1995 y se identificaron nueve millones de personas conectadas. En 2007 pasaba de 350 millones. Si se tiene en cuenta que hoy existe un dispositivo móvil por habitante de la tierra, con sus respectivas conexiones, a pesar de las limitaciones, puede decirse que técnicamente todo el planeta está conectado.

Sin embargo, a pesar de la conectividad y la democratización del acceso a la red y, por tanto, a una buena parte de la información disponible, se ha ido generando una línea divisoria que, para algunos es otra forma de brecha, en este caso de carácter digital, es decir que en ciertos países y zonas del mundo habrá computadores y fácil acceso a Internet, en tanto que, en otros lados puede suceder que, aún con acceso, no exista la formación e información suficiente para un uso adecuado y el aprovechamiento debido ante la masa de información disponible.

La falta de Internet no debería ser un problema en la actualidad. Sin embargo, “es cierto que hay una gran diferencia de conectividad y observamos que aquellas personas que no tienen acceso a Internet tienen una debilidad cada vez más considerable en el mercado de trabajo” (Castells, 2007, p. 5). Ya se ven casi que sujetos raros, al no tener la competencia de conectarse, navegar, producir e interactuar con otros sujetos instalados detrás de sus pantallas en cualquier continente y en idiomas diferentes.

Tanto las personas como las empresas y regiones que adolecen de conectividad, pierden rápidamente terreno frente a sus semejantes y competidores y se sumergen en nuevas formas de subdesarrollo, quedan prácticamente a la deriva del avance vertiginoso de la sociedad tecnológica. En varios países y promovido por distintos grupos sociales, se planea y ejecutan campañas para disminuir la brecha digital y, proporcionar alternativas válidas y coherentes.

Castells indica que esas marcadas diferencias han cambiado en Estados Unidos, donde negros, latinos y mujeres estuvieron rezagados con respecto a los avances tecnológicos y a finales de la década anterior (2010) estaban reversando la dinámica. La pregunta es si en otras latitudes, las proyecciones son similares o aún persiste la ampliación de las diferencias digitales.

Incluso, teniendo acceso a la red en particular y a la tecnología en general, el desarrollo de una alta diversidad de software obliga al reconocimiento de comunidades pequeñas con intereses particulares y una cantidad de usuarios ajenos a la amplia gama de cambios y novedades informáticas.

Movilización social

En medio de la brecha y los avances, otras comunidades han sacado provecho de los alcances de la comunicación en red y se han levantado para exigir sus derechos. Es por eso que “la mayor parte de movimientos sociales y políticos del mundo de todas las tendencias utilizan Internet como una forma privilegiada de acción y de organización. Esto simplemente quiere decir que Internet es un instrumento” (Castells, 2007, p. 9). Como se dice popularmente, la red no es ni buena ni mala en sí misma, es una herramienta para el servicio de quienes pueden hacer un buen uso de ella.

De acuerdo con este autor, la opción de la movilización social tiene en cuenta factores como la realidad social y organizacional conflictiva por fuera de la red o las luchas por los derechos colectivos e individuales. Para el efecto, se constituye toda clase de alianzas en torno a la búsqueda de proyectos y valores, con objetivos comunes, específicos y con temporalidades definidas.

Para ello, lo que se encuentra en esencia es la comunicación, es decir, el intercambio de criterios y conocimientos entre diferentes actores, con lo cual se logran consensos de participación en red. A este fenómeno, Castells lo denomina “sociedad red”, pero posteriormente lo llevará a otros niveles y empezará a tejerse el concepto de sociedad del conocimiento.

La suma de participación, tecnología, información, intercambio, requerimientos ciudadanos y otros aspectos, conducen a la actualización en las interpretaciones de la realidad en el planeta. “Internet es la sociedad, expresa los procesos sociales, los intereses sociales, los valores sociales, las instituciones sociales. ¿Cuál es, pues, la especificidad de Internet, si es la sociedad?” (Castells, 2007, p. 13). Si las cifras reportadas son correctas y los logros de los movimientos comunitarios impulsados por la red son efectivos, puede decirse que Internet es la sociedad. Si, por el contrario, los argumentos no se pueden demostrar o sostener en el tiempo, entonces la afirmación puede resultar sin peso. Quizá ése sea uno de los retos en la demostración que Internet es un reflejo real de la sociedad, con todas sus virtudes y dificultades.

En respuesta a la pregunta anterior sobre Internet, “la especificidad es que constituye la base material y tecnológica de la sociedad red, es la infraestructura tecnológica y el medio organizativo que permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de relación social” (Castells, 2002, p. 13), cuyos orígenes son diferentes a la red y hacen parte de procesos históricos, con un avance de la sociedad mediados por redes de información, atravesados por la tecnología.

Lo novedoso en Castells es que supera los análisis tradicionales de Internet y ubica sus estudios en la mediación que facilita formas sociales organizativas, dándole el estatus de “corazón del paradigma sociotécnico” (p. 13), como base material de las renovadas relaciones entre los colectivos humanos y de ahí su idea de constitución de sociedad red que, como se dijo anteriormente, evolucionará, tanto desde lo tecnológico, como desde el acceso a diversos saberes que se incorporarán a las acciones cotidianas de millones de seres humanos.

Información, economía, sociedad y cultura

La importancia que Castells le da a la tecnología se debe, en buena medida a que la considera como el uso adecuado de los saberes científicos, con destino a explicar las formas de ejecutar acciones de manera fácil y de inmediata recordación. Por supuesto, incluye todo lo relacionado con hardware y software.

También considera que, aun cuando necesaria la información del devenir tecnológico de los últimos años, lo más importante es comprender su evolución hacia la posibilidad de utilizar sus ventajas y facilidades para el bien social. Las recientes historias tecnológicas son tan volátiles y los avances son tan rápidos que no justifica detenerse en esos detalles. Es mejor entender en qué va y las posibilidades que tiene hacia el futuro, desde la comunicación y la movilización social.

Hacia la sociedad del conocimiento

Tal sociedad de la información descrita anteriormente y la mirada hacia la sociedad red expuesta por Castells, encuentra una investigación de Ana Luz Flores Pacheco. Graciela Galicia Segura y Egbert Sánchez Vanderkast (2007), quienes pretenden “Una aproximación a la Sociedad de la Información y del Conocimiento”, en la cual, la primera, es considerada con una presencia holística, de práctica interacción, con desigualdades tanto económicas como culturales, “es decir, los logros y los beneficios de las tecnologías de la información y de la comunicación no están realmente al alcance de todos como pretende la Cumbre Mundial para la Sociedad de la Información” (Flores, Galicia y Sánchez, 2007, p. 19). Recuerdan la existencia de una brecha digital dada por múltiples factores.

Indica este equipo de investigadores que aun cuando algunos confunden sociedad de la información con sociedad del conocimiento, en realidad existen diferencias que se pueden apreciar cuando se entra en la conceptualización y visión del manejo de las redes y, sobre todo, de los contenidos, la forma de su distribución y las oportunidades para acceder.

Desde el caso mexicano, indican que para ponerse a tono con dichas opciones debe planearse y ejecutarse todo un proceso con el sector educativo, desde la básica primaria hasta la educación superior, donde la investigación, la tecnología y la innovación tengan protagonismo, en asocio con el sector empresarial y el Estado.

Uno de los aspectos que más destaca este estudio es que de la sociedad de la información a la del conocimiento, el eje central es la comunicación, en tanto ya no se trata solo de acceder a los contenidos, sino la existencia de una interacción que permite renovar el conocimiento en tanto trabajo colaborativo, en tiempos contradictorios del desmantelamiento del tradicional Estado-Nación y surgimiento de matices en la formación económico social contemporánea.

Flores, Galicia y Sánchez provocan el debate sobre el concepto de sociedad del conocimiento, a lo cual Daniel Muriel (2009) expone el texto sobre “Manejos de realidad y sus condiciones de (im)posibilidad: tres vías hacia la sociedad del conocimiento”.

En él propone varias formas de sociedad del conocimiento desde su caracterización, para la comprensión de la realidad, luego de la denominada crisis de la modernidad. “Coloco en el centro de la discusión el concepto manejos de realidad, definido como todas esas prácticas semiótico-materiales por las que se intenta influir de alguna manera sobre el mundo que nos rodea, centrándome, a nivel epistemológico, en aquellos manejos de realidad de gran envergadura: las prácticas científico-políticas” (Muriel, 2009, p. 77). De tal manera que propone tres caminos de interpretación dados por la sociología, lo articulatorio y lo genealógico.

Conclusión

En tiempos de postmodernidad se presentan tanto la ruptura de los límites entre las disciplinas, como las formas de acceder y producir nuevos saberes. La actualidad navega entre aguas contradictorias que, por un lado defiende los derechos de autor y endurece las sanciones y, por el otro, con el apoyo de la tecnología, se democratice el intercambio de contenidos en construcción de la sociedad del conocimiento, cuyo éxito depende de una pertinente y eficaz comunicación que, en prospectiva, contribuirá al éxito de la cultura y la ciencia. Se trata de analizar el papel de la comunicación en el futuro de esta nueva sociedad y su contribución a la ruptura de barreras y al mejoramiento de la calidad de vida de los conglomerados sociales. Ése es el reto.

Referencias

Castells, M. (2000). La era de la información. Tomo I, Economía, Sociedad y Cultura. Barcelona: Alianza Editorial.

Castells, M. (2005). La era de la información: economía, sociedad y cultura. La sociedad red. Barcelona: Alianza Editorial.

Castells, M. (2007). Internet y la Sociedad Red. Recuperado de https://tecnologiaedu.us.es/revistaslibros/castells.htm

Flores P., A. L., Galicia S., G. y Sánchez V., E. (2007). Una aproximación a la Sociedad de la Información y del Conocimiento. México D. F.: Remo

Muriel, D. (2009). Manejos de realidad y sus condiciones de (im)posibilidad: tres vías hacia la sociedad del conocimiento. España: Universidad del País Vasco

Suárez, M. (2000) Para entender la Sociedad del Conocimiento de Peter Drucker. Recuperado de https://www.gettextbooks.com/isbn/9789993481218/


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