IV. Epistemología, metodologías y teorías

Comunicación para el desarrollo y metodologías participativas

Marleny Angélica Morales Amézquita

Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Comunicadora social con énfasis en comunicación comunitaria. Docente ocasional del programa de Comunicación Social de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD).

Resumen

De acuerdo con Aguirre (2012), en esencia todos los procesos de comunicación humana conllevan de forma intrínseca una participación activa entre sujetos, visto desde la perspectiva del intercambio simbólico, y, por ende, representan en sí mismos una condición de cambio, una condición de desarrollo. Esta perspectiva debe considerarse desde el acto participativo que implica el ejercicio de la palabra, el habla, el diálogo. En este escenario, se distinguen con preferencia las metodologías participativas, coherentes con la investigación centrada en la participación ciudadana como la esencia de la comunicación para el desarrollo (Contreras, 2000). El diálogo de saberes se acopla perfectamente como una técnica investigativa ideal para las metodologías participativas en el contexto de las comunidades, actores de la comunicación para el desarrollo. Un diálogo de saberes entendido como un proceso comunitario en el que interactúan dos lógicas diferentes y complementarias, la del conocimiento científico y la del saber cotidiano.

Palabras clave: comunicación para el desarrollo, metodologías participativas, diálogo de saberes.

Introducción

En este documento se realiza un abordaje teórico sobre la comunicación para el desarrollo, descrita desde la perspectiva de la participación y la autogestión de los actores sociales y las comunidades empoderadas. Se hace también una aproximación a los conceptos de desarrollo humano y desarrollo comunitario, en relación con los aportes que la comunicación les hace. Asimismo, se proponen las metodologías participativas y el diálogo de saberes como recursos pertinentes para potenciar el desarrollo y las transformaciones sociales que con la comunicación pueden generarse; proponiendo al diálogo de saberes como recurso para reconocer y entender al otro. Finalmente, se hace un planteamiento sobre el rol de los comunicadores sociales como agentes de cambio, mediante la aplicación de estrategias que permitan la consolidación de la participación.

La comunicación para el desarrollo, más allá del concepto

En primera instancia se debe precisar por qué se acuña el concepto de comunicación al de desarrollo y no al de cambio social como se ha venido proponiendo desde un colectivo de autores latinoamericanos por varios años. Tal como lo expuso Cadavid (2014), la mención para el desarrollo ubica a la comunicación en función de un modelo, como un instrumento. Por ello, se ha venido reemplazando por el énfasis para el cambio social, evocando las connotaciones de transformación participativa que caracteriza este campo de la comunicación. Sin embargo, se ha reconocido por parte de sus precursores que es una solicitud más política que conceptual y que, al haberse aceptado e institucionalizado ampliamente, el antiguo concepto persiste aún en el mundo.

En esta línea y siguiendo a Aguirre (2012), se distinguen al menos dos vertientes conceptuales reconocidas como “comunicación para el desarrollo” y “Comunicación y desarrollo”. Sin duda estas dos perspectivas resultan complementarias y nos permiten distinguir, principalmente, que en esencia todos los procesos de comunicación humana, conllevan de forma intrínseca una participación activa entre sujetos, visto desde la perspectiva del intercambio simbólico y, por ende, representan en sí mismos, una condición de cambio, una condición de desarrollo.

Esta perspectiva debe considerarse desde el acto participativo que implica el ejercicio de la palabra, el habla, el diálogo; facilitando preponderantemente el intercambio cultural, promoviendo así el fortalecimiento de comunidades interculturales, sustento de las sociedades contemporáneas.

En este horizonte coinciden los enfoques propuestos por Servaes (1999) en el campo de la comunicación para el desarrollo, como son el del difusionismo y el participativo, presentes hoy en día en el intercambio comunicativo social, aunque en la perspectiva ya descrita corresponda de forma más pertinente al enfoque participativo; que a su vez se bifurca en dos fundamentos de la praxis comunicativa que favorece el desarrollo: la pedagogía dialógica centrada en el habla y el acceso o autogestión, característica propia de los sujetos y comunidades empoderadas, conscientes de la necesidad de evolucionar y trascender a sus problemáticas.

Dicho lo anterior, se destaca también la definición de comunicación para el desarrollo que se registra en el Manual Diagnóstico participativo de comunicación rural (MDPCR), publicado por Naciones Unidas, describiéndola como “el diseño sistemático y el uso de actividades de participación, enfoques de comunicación, métodos y medios para compartir información y conocimiento entre todos los socios en un proceso de desarrollo, para asegurar el entendimiento mutuo y el consenso que lleva a la acción” (2008, 5).

Cabe precisar que desde una perspectiva etimológica la palabra participación proviene del latín participatio y parte capere, que significa tomar parte. A través de la participación se comparte con los otros miembros del grupo decisiones que tienen que ver con la vida propia y la de la sociedad a la que se pertenece. Proceso que ante la carencia de una comunicación que facilite el diálogo y la interacción entre sujetos y comunidades, no sería posible ni efectivo. Tal como se evidencia en el mundo de la vida cotidiana, permeado por incomprensiones que derivan en relaciones sociales de tipo conflictivo.

Asimismo, se demanda la construcción de un escenario social donde la participación permita a los ciudadanos el protagonismo a través del cual reconozcan y ejerzan el derecho que les asiste como individuos a ser actores para la generación de cambio. Actores de cambio en la medida en que a través de la participación efectiva están fortaleciendo el ejercicio de toma de decisiones; desde la perspectiva de Freire, esto se hace para compartir información, conocimiento, confianza, compromiso y una actitud correcta en el desarrollo de diferente tipo de proyectos (Servaes, 2012). Resaltando en este horizonte que la forma más desarrollada de participación es la autogestión.

En lo que a la comunicación para el desarrollo corresponde, se esclarece que no todos los actores sociales en ejercicio del derecho a participar, se motivan a hacerlo en la implementación práctica de la producción de los contenidos de los medios de masas. Sin embargo, como lo precisa Servaes sí lo hacen en el proceso decisional concerniente a los temas tratados en los mensajes y en la selección de los procedimientos (2012, 7).

Considerando que su saber y experiencia en el contexto que habitan les confiere una serie de capacidades con las que pueden integrarse a la producción y difusión de contenidos que impactarán de manera acertada en el desarrollo de las comunidades que representan desde una faceta de liderazgo social. Desde sus palabras la información resulta más comprensible y relevante para quienes les reconocen como sus voceros, conocedores de sus necesidades e involucrados en la toma de decisiones que incrementan el acceso colectivo de la población a los servicios y recursos que reclaman.

En la actualidad y gracias a los diferentes recursos tecnológicos y digitales que se encuentran al alcance de los ciudadanos, así como el acceso a medios digitales de uso gratuito e independiente, se identifica una tendencia en la difusión creciente de sus realidades donde se destaca el interés por el mensaje, por el proceso mismo de comunicación más que los productos y sus características en sí mismos.

Desarrollo humano y empoderamiento comunitario

Habiendo iniciado por la conceptualización de la comunicación para el desarrollo, se propone también un acercamiento más específico al concepto de desarrollo y de desarrollo humano en el que se enmarca este análisis.

En el campo de los estudios comunicacionales el desarrollo es entendido como un proceso integral, multidimensional y dialéctico que varía con las características de cada sociedad, comunidad y contexto. De esta manera, se reconoce que solo cada sociedad y comunidad debe establecer sus propias estrategias de desarrollo sostenible en coherencia con las características de su contexto, tanto en términos de necesidades, como de recursos.

En esta línea, se retoma el pronunciamiento de la ONU en el MDPCR, al definir el desarrollo humano como el proceso que permite aumentar y mejorar las capacidades, elecciones y oportunidades de la gente, para llevar una larga vida, saludable y plena (2008, 2).

En dicho documento se destaca al empoderamiento de la gente como centro del desarrollo humano. Tesis que coincide con los planteamientos de Servaes al destacar el rol decisivo de la comunicación en el empoderamiento de algunos grupos poblacionales tradicionalmente apartados de los procesos de toma de decisiones como son los jóvenes y las mujeres; tal como se ha evidenciado principalmente en ámbitos rurales, donde algunos procesos de comunicación han dado voz a mujeres para impulsar cambios en las políticas, las actitudes y las costumbres sociales. Dicho ejercicio también se observa actualmente en los jóvenes quienes, al contar con mayores destrezas en el uso de medios digitales, han empezado a involucrarse más activamente como actores de cambio desde los escenarios de las redes sociales.

Sin duda, experiencias de este tipo demuestran cómo paulatinamente las comunidades y los actores sociales han ido incrementando su participación en el diseño e implementación de programas, proyectos y políticas que afectan sus vidas, ya que históricamente han sido apáticos a ejercer de manera decidida su derecho a participar y tal como lo reconocen los organismos mundiales que regulan el desarrollo en el MDPCR (2008), “si la población no es la protagonista de su propio desarrollo, no habrá inversión ni tecnología que puedan mejorar su nivel de vida de una forma sostenible” (p. 2). Afectándose así el desarrollo a escala humana y comunitaria.

En lo que respecta al ámbito de lo comunitario, el desarrollo se establece en la medida en que las comunidades se fortalecen. Una comunidad fortalecida, como lo describen Musito y Buelga (2004) “es una comunidad que sabe lo que tiene, lo que quiere, puede hacerlo, lo está haciendo y lo comparte dentro de un marco de principios y valores compartidos que aseguran la armonía entre las gentes diversas, entre la gente y la naturaleza, y de cada persona consigo misma” (p. 18). Estos autores también señalan que las comunidades fortalecidas tienen a su disposición, medios de comunicación accesibles a todos los miembros de la comunidad, como escenarios de encuentro para el debate, la reflexión crítica y la solución de problemas (2004, 17).

Gracias a reflexiones como éstas es que los expertos en las teorías del desarrollo humano han establecido también una definición para lo que se denominaría el desarrollo humano comunitario, entendiéndolo como un proceso donde el motor principal son las personas que lo integran y donde surgen procesos de interacción necesariamente, teniendo como propósito fundamental la participación, la igualdad y el mejoramiento de sus condiciones (Sandoval, 2013, p. 18).

Metodologías participativas - Diálogo de saberes

Una vez descrito el sustento teórico desde el cual se comprenden las dinámicas propias de la comunicación para el desarrollo pueden proponerse las metodologías, a través de las cuales, dese el ámbito académico, podemos abordarla para su comprensión, mediante la planeación de ejercicios investigativos en esencia de corte cualitativo, emancipatorio o crítico social.

Para ello se plantea, la necesidad de fundamentar la investigación en este campo en las metodologías participativas, propuestas sustancialmente por Fals Borda en el contexto latinoamericano. De esta forma se distinguen con preferencia las cualidades metodológicas de la investigación participativa y la investigación acción participativa, coherentes con la investigación centrada en la participación ciudadana como la esencia de la comunicación para el desarrollo según Contreras (2000). Dichas apuestas investigativas, se pueden entender como enfoques de investigación que asumen la construcción de conocimiento como un compromiso con la solución de las problemáticas sociales, involucrando a los afectados tanto en su identificación, como en su estudio y solución (Torres, 1997).

Sin duda, por las características y dinámicas ya abordadas, el diálogo de saberes desde una perspectiva freireana se acopla adecuadamente como una técnica investigativa ideal para las metodologías participativas en el contexto de las comunidades, actores de la comunicación para el desarrollo. Un diálogo de saberes entendido como un proceso comunitario en el que interactúan dos lógicas diferentes y complementarias, la del conocimiento científico y la del saber cotidiano, ante la premisa del pacto tácito de comprenderse mutuamente, reconociendo al otro como sujeto diferente, que piensa y opina diferente, pero con quien construyo de manera complementaria el mundo de la vida cotidiana.

En palabras de Torres (1996), ese universo de saber práctico, adquirido culturalmente en la experiencia diaria es el que conocemos como conocimiento cotidiano. Un saber propio del sentido común que posee su propia lógica, filtrando e incorporando saberes provenientes de otros sistemas culturales. Ésta mirada resulta conveniente para entablar diálogos, reconociéndolos como uno de los instrumentos fundamentales de la comunicación para el desarrollo, ya que para que ocurran se necesita de sujetos que re reconozcan y acepten como interlocutores válidos. El diálogo de saberes es un recurso indispensable para reconocer y entender al otro.

Por su parte, Gisho pone de manifiesto la importancia de entender el diálogo de saberes como un tipo de hermenéutica colectiva donde la interacción dialógica “recontextualiza y resignifica los dispositivos pedagógicos e investigativos” facilitando tanto la reflexividad como la configuración de sentidos. (2000, 1).

Precisamente, en este horizonte es que se plantea la necesidad de fortalecer la producción investigativa desde la mirada comunicacional, identificando los lazos que pueden favorecer la coordinación y legitimación de la participación activa de los sujetos en sus comunidades, para la comprensión de su realidad y de sus saberes propios.

El rol de los comunicadores sociales como investigadores y agentes
de cambio

En palabras de Washington Uranga, desde el rol investigativo, la comunicación ha llegado a ser la disciplina que se encarga de las necesidades hermenéuticas que surgen en la sociedad, ayudando a interpretar sus metas y deseos (1999). El autor también plantea que desde esta perspectiva el comunicador social actúa como un articulador de saberes y sentidos presentes en la sociedad. De esta forma el rol del comunicador social debe redefinirse, ampliarse, hasta alcanzar los procesos y actores sociales, quienes con su accionar van configurando prácticas sociales.

En esta dirección es que Uranga reitera que la tarea de los comunicadores está ligada en la actualidad a la definición de estrategias que permitan la consolidación de la participación y el reconocimiento de nuevas ciudadanías, haciendo o permitiendo que se visibilicen los sectores sociales con dinámicas emancipadoras cuya labor no ha trascendido aún en la sociedad, precisamente porque para ello requieren de un apoyo interdisciplinar en el que el comunicador social resulta fundamental.

En este escenario de posibilidades comunicativas, los comunicadores debemos cuestionarnos sobre ¿cómo promover las condiciones de comunicación social más adecuados para cada comunidad en su contexto? Un interrogante general del que pueden derivarse infinitos cuestionamientos específicos. Un cultivo de interrogantes equivale a un campo de valiosas posibilidades investigativas.

Recordemos que el cuestionarnos, el preguntarse para comprender es el insumo primordial del espíritu investigativo. En el campo de la comunicación social y específicamente en la vertiente del ejercicio periodístico se nos forma en el indagar para informar, para poner en contexto, bajo unos preceptos éticos importantes. Sin embargo, cuando estas habilidades se ponen al servicio de las comunidades con un propósito emancipador, la labor toma otras connotaciones. Investigar para comprender los fenómenos y problemáticas sociales inherentes a lo comunicacional, le permite al comunicador social convertirse en un agente de la transformación social basada en el conocimiento científico y sus métodos.

Este último planteamiento coincide con los aportes que, según Servaes, la investigación ha hecho en el campo comunicacional al demostrar que los grupos sociales se comprometen con la trasformación de su comportamiento, cuando se sienten parte activa de sus procesos. Y es que toda comunidad dispone de los recursos para su evolución y trasformación, solo resulta necesario un agente mediador que posibilite los puntos de encuentro necesarios para hacer comprensible el mundo. Orientando a los actores sociales en el desarrollo de su propia autogestión, identificando esta capacidad como la más avanzada forma de participación y haciéndola posible a través del diálogo de saberes que reconoce cada experiencia humana como una oportunidad de evolucionar hacia estadios de mayor bienestar.

Para concluir, es importante reiterar que la participación es esencial para que haya comunicación; puesto que es la participación la que permite que los sujetos se integren en los procesos de toma de decisiones, generando las transformaciones colectivas que generan la condición de cambio, transformación y desarrollo que a través de la comunicación efectiva redunda en progresos para todos.

También es importante reiterar que sin diálogo, sin comunicación y los aprendizajes, acuerdos, consensos y negociaciones que éste conlleva no puede haber desarrollo. Sólo mediante una cultura de diálogo para el reconocimiento del otro y sus saberes se pueden visibilizar los intercambios profundos que nos permiten actuar en red para transformar colectivamente las realidades actuales en escenarios de oportunidades que favorezcan el desarrollo humano integral.

Referencias

Aguirre, J. (2012). Enfoques teóricos para una comunicación orientada al desarrollo y retos actuales para una comunicación y desarrollo desde la diversidad. Punto Cero, Universidad Católica Boliviana San Pablo, 17(24), 58-66.

Cadavid, A. (2014). Los actuales debates sobre comunicación, desarrollo y cambio social. Pensar desde la experiencia: comunicación participativa en el cambio social. Bogotá: Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto).

Contreras, R. (2002). La investigación acción participativa (IAP): revisando sus metodologías y sus potencialidades. En J. Durston y F. Miranda (eds.), Experiencias y metodología de la investigación participativa. Santiago de Chile: ECLAC.

Ghiso, A. (2000). Potenciando la diversidad: diálogo de saberes una práctica hermenéutica colectiva. Medellín: Biblioteca digital. Recuperado de https://bibliotecadigital.conevyt.org.mx/colecciones/documentos/potenciando_diversidad.pdf

Musitu, G., y Buelga, S. (2004). Desarrollo Comunitario y Potenciación. En G. Musitu, J. Herrero, L. Cantera y M. Montenegro (Eds.), Introducción a la Psicología Comunitaria (pp. 167-195). Barcelona: UOC.

Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). (2008). Manual diagnóstico participativo de comunicación rural: comenzando con la gente. Roma: FAO.

Sandoval, J. (2013). Empoderamiento individual y grupal desde el desarrollo humano, una mirada en la escuela. México, D.F.: Universidad Iberoamericana. Recuperado de https://www.bib.uia.mx/tesis/pdf/015728/015728.pdf

Servaes, J. (1999). Communication for development. One World, Multiple Cultures. Creskill: Hampton Press.

Servaes, J. (2012). Comunicación para el desarrollo sostenible y el cambio social. Una visión general. Cuadernos de información y comunicación, 17.

Torres, C. (1996). Aprender a investigar en comunidad I. Bogotá D. C.: UNISUR, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.

Torres, C. (1997). Aprender a investigar en comunidad II: enfoques cualitativos y participativos en investigación social. Bogotá D .C.: UNISUR, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas.

Uranga, W. (1999). Reflexiones sobre los nuevos roles y responsabilidades del comunicador social. Revista Ciencia y Cultura, (5), 40-50. Recuperado de https://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-33231999000100006&lng=es&tlng=es


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