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"Ahora, al hablar de depresión, ansiedad u otras condiciones psicológicas, escuchamos frecuentemente descriptores como “tiene la depre”, “está loco”, “no es normal”, o simplemente afirmaciones donde se asume la disfuncionalidad de las personas en sus diferentes experiencias de vida."

DISCRIMINACIÓN POR SALUD MENTAL

Ana Marcela Uribe Figueroa

Coordinadora y docente del Colectivo Clínico de la Carrera de Psicología

Pontificia Universidad Javeriana de Cali

Para las sociedades cada vez es más evidente que la Salud mental no es un elemento aislado de la Salud, sino que es parte de él y que de la misma forma, ya no se describe como un componente estático y polarizado (salud vs enfermedad) sino que su dinamismo implica el reconocimiento de la comprensión del mismo en una sociedad, lo que hace necesario conocer las múltiples denominaciones que surgen en torno a esta importante categoría denominada “Salud Mental”, así como las descripciones que representan a personas con diagnósticos o con síntomas que podrían estar relacionados con la presencia de algún trastorno, convirtiéndose en muchos casos, en verbalizaciones cotidianas que incrementan la probabilidad de discriminación dentro de las instituciones de educación superior afectando la adaptación y el desempeño de muchos jóvenes universitarios.

Históricamente, a las enfermedades se les han relacionado con conceptos que modifican los significados iniciales de los diagnósticos. Por ejemplo, durante muchos años al cáncer se le relacionó directamente con la palabra muerte y hoy se conocen múltiples casos de personas que a partir de su tratamiento han logrado una remisión completa; a las personas con diabetes o con enfermedades cardiovasculares las describían como personas obesas y perezosas, y en este momento sabemos que estas enfermedades no solo son causadas por sus estilos de vida, pues los componentes genéticos también juegan un papel importante en las mismas. Ahora, al hablar de depresión, ansiedad u otras condiciones psicológicas, escuchamos frecuentemente descriptores como “tiene la depre”, “está loco”, “no es normal”, o simplemente afirmaciones donde se asume la disfuncionalidad de las personas en sus diferentes experiencias de vida.

Es así, como en el caso del paciente que asoció su diagnóstico de cáncer con muerte y su proyecto de vida fue afectado; la persona que es diagnosticada con una enfermedad mental y en su entorno académico se alimenta de otro número de conceptos de sí mismo por parte de sus compañeros y docentes, hace más difícil manejar su condición de salud, en especial porque muchos de los síntomas que presenta no son visibles para muchos, no se pueden describir y a veces veces sus acciones representan en los otros, actitudes inexplicables, propias de burlas y discriminación en un entorno en el cual esperaban fuera seguro para ellos.

Es por esto, que como la salud mental significa ser más capaces de relacionarse, desenvolverse, afrontar dificultades y prosperar, es importante reconocer como los factores individuales, familiares, comunitarios y estructurales se combinan para proteger y cambiar nuestra

posición en el proceso continuo de la salud mental (OMS 2022), lo que conlleva a una responsabilidad dentro de las universidades de evitar que los jóvenes con sintomatología asociada a enfermedad mental o que estén pasado por situaciones que los afectan emocionalmente, no tengan que callar para evitar ser víctimas de burlas y comentarios que demuestren el desconocimiento de las vivencias de quienes los padecen, agravando de esta forma su condición de salud y el avance y deterioro mental de forma silenciosa.

Proteger al que requiere ser protegido reconociendo su dignidad humana, demanda a todos los miembros de las comunidades académicas (estudiantes, profesores, y padres de familia) a formarnos en la identificación temprana de signos y sintomatología que afecten la salud mental de las personas que nos rodean para generar acciones oportunas, así como la generación de entornos seguros, espacios de escucha emocional y de desarrollo de estrategias personales para afrontar situaciones difíciles entre otros, para quienes su vida no solo implica responder a trabajos académicos y compartir espacios de compañerismo, pues a la vez atraviesan una crisis o siguen procesos de recuperación.

“Para los que sufren en silencio dentro y fuera del campus y luchan constantemente por lograr el tan deseado bienestar emocional, seguiremos trabajando porque se comprenda la salud mental como un derecho humano fundamental que implica que se proporcionen los cuidados y la atención que necesitan en un entorno académico seguro, con condiciones de igualdad y sin discriminación”.