Vaciar las cárceles de madres pobres: historias de reclusas y abogadas en formación

Estudiantes del Semillero en Derecho Penitenciario, comparten los testimonios de varias reclusas luego de la socialización de la reciente Ley de Utilidad Pública en la Cárcel Distrital de Cartagena.

Por: Camila Gutiérrez | Isabella Salcedo | Alejandra Martínez

Desde el Semillero de Derecho Penitenciario, nos hemos propuesto difundir la Ley 2292 de 2023, conocida como Ley de Utilidad Pública entre todas las mujeres privadas de la libertad en nuestro país, la cual fue sancionada el 8 de marzo de 2023. 

Con esta ley se toman acciones afirmativas en materia de política criminal en favor de las mujeres cabeza de familia. Permite que aquellas mujeres que han sido condenadas por delitos menores (como hurto, porte de estupefacientes, entre otros), puedan reemplazar su pena privativa de la libertad por trabajo de utilidad pública gratuito.

Inicialmente, comenzamos este valioso trabajo en la Cárcel El Buen Pastor, en Bogotá en septiembre de 2023. Sin embargo, entendemos que es crucial llevar la voz de esta importante iniciativa más allá de la capital, así que gracias a una generosa donación que el semillero logró obtener, tomamos la decisión de extender nuestras actividades de sensibilización sobre esta ley a las mujeres privadas de la libertad en la Cárcel Distrital de Cartagena en octubre del mismo año. A continuación, comparto los detalles de nuestra experiencia en este esfuerzo por vaciar las cárceles de madres pobres.

Una investigación de la Universidad Javeriana abrió el camino para la recién aprobada Ley de Utilidad Pública, una medida alternativa a la prisión que abre el debate sobre la necesidad de cambiar el enfoque de la política criminal y carcelaria de Colombia.
Mujeres en Cárcel distrital de Cartagena Foto: Nicolás Martínez - Pesquisa Javeriana

La realidad de las mujeres privadas de libertad en Cartagena

Luego de haber visitado todas las cárceles de Bogotá, teníamos ciertas expectativas sobre la Cárcel de Mujeres en Cartagena. Sin embargo, apenas llegamos la realidad fue otra. Había decenas de mujeres en un patio, jugando fútbol, muy alegres. Las demás estaban sentadas hablando mientras se refrescaban en la sombra con un abanico. Otras estaban leyendo en la biblioteca con aire acondicionado. Recuerdo muy bien que una mujer se sentó al lado de nosotras y nos dijo, “para mí, esto no es una cárcel, es un conjunto residencial”. Rápidamente, todas se organizaron frente a nosotras a escucharnos. Se sentaron en sillas de plástico que se encontraban en un pequeño solar del patio de la cárcel y aunque el calor para nosotras era insoportable, ellas parecían estar frescas y sin ninguna incomodidad. Les explicamos sobre la Ley de Utilidad Pública mientras ellas tomaban atenta nota. Nos hacían todas las preguntas que tenían y en la medida de lo posible, tratamos de responderlas.

Para otorgar los beneficios de esta ley, se debe probar que la mujer delinquió debido a su marginalidad, es decir, en razón a que requería recursos para sostener a su familia y al no contar con otras oportunidades, cometió un delito.

Al finalizar la conversación, empezamos con la entrega de kits de aseo que, de forma generosa, algunas megatiendas habían donado para esta actividad. Fue mi oportunidad para hablar con las privadas de la libertad y que algunas de ellas me contaran su historia.

De Letonia a Cartagena: Anze le contó su viaje a Camila

Se me acerco a Anze, una mujer letona de 37 años que se encuentra privada de la libertad en la Cárcel Distrital de Mujeres de Cartagena. Le pregunté si tenía alguna duda sobre la capacitación que habíamos acabado de dar, pues la vi un poco tímida y confundida. Inmediatamente me respondió, me di cuenta de que su idioma natal no era el español, así que le pregunté si prefería hablar en inglés, a lo que con mucha satisfacción y algo de alegría me respondió que sí.

Anze me cuenta cómo es que terminó envuelta en toda esta situación. La necesidad de darle una mejor vida a sus tres hijos la llevó a cometer el delito de tráfico de estupefacientes, razón por la cual hoy se encuentra privada de la libertad.

Ella viajaba desde Letonia a Cartagena, y de ahí, volaría hasta Amsterdam, lugar donde tendría que entregar la mercancía. Sin embargo, las autoridades colombianas la capturaron momentos antes de subirse a su próximo vuelo. Luego, me dice algo que me dejó completamente sorprendida. Desde el momento de su captura hasta hoy, Anze jamás ha tenido una audiencia en su idioma materno, todas han sido en español, inglés o alemán, pero ninguno es un idioma que domina. Ella se ha visto forzada a aprender español para poder entender qué está pasando con ella y su caso; sin embargo, me decía que era muy difícil seguir lo que dicen en estas audiencias y que se sentía muy vulnerable. Sentí una gran impotencia, pues soy estudiante de derecho y era evidente que su derecho a la defensa estaba siendo vulnerado.

Como mencioné anteriormente, Anze tiene tres hijos, un niño de 10 años y otras dos pequeñas gemelas. Los tres viven en Letonia con su abuela; pero desde su captura, no ha hablado con ellos. Sus hijos, a pesar de ser muy pequeños, se cuestionan sobre la ausencia de su madre durante el último año, y por esta razón no quieren hablar con ella.

Me dice Anze que es muy duro saber que ellos están creciendo y no puede estar ahí para verlo. Ella quiere trabajar, sacarlos adelante, reducir su condena y reinsertarse en la sociedad.

Al escucharla, pude sentir su arrepentimiento y su frustración por estar ahí. Le propuse revisar bien su caso, a ver si logramos encontrar una manera en la que ella pudiera beneficiarse de la ley 2292 de 2023. A pesar de que cumpliera casi todos los requisitos, me sentí preocupada por el hecho de su nacionalidad. La idea de prestar los servicios de utilidad pública es que ella pudiese estar cerca de sus hijos y de esta manera cumplir su condena en libertad. Así que inmediatamente acudí a mi profesor, Norberto Hernández, para que escuchara su caso y así ayudar.

Una investigación de la Universidad Javeriana abrió el camino para la recién aprobada Ley de Utilidad Pública, una medida alternativa a la prisión que abre el debate sobre la necesidad de cambiar el enfoque de la política criminal y carcelaria de Colombia.
Semillero en derecho penitenciario de la Universidad Javeriana en Cárcel distrital de Cartagena Foto: Nicolás Martínez - Pesquisa Javeriana

Esta Ley marca un significativo avance en la implementación de una política criminal con un enfoque de género sólido, ya que introduce una pena sustitutiva de prisión que resguarda los derechos de las mujeres que enfrentan desigualdades económicas y sociales.

Esta experiencia en la cárcel me hizo abrir mis ojos y mi corazón a otra cara del derecho, una que tal vez por estereotipos y miedos tenemos muy olvidada y estigmatizada. Creo que además de ayudar a las mujeres privadas de la libertad, también fue retributivo para mí, pues aprendí muchísimo de ellas, y digo que aprendí porque me hizo crecer como futura abogada y como persona. Todas las personas cometemos errores, y todas somos merecedoras de segundas oportunidades.

Isabella abrazó a María y escuchó el desespero de una madre

De forma tímida, María, una mujer privada de la libertad en la cárcel, se acercó a mí y me preguntó si tenía tiempo para una consulta. Le respondí de forma afirmativa, por lo que nos alejamos del lugar para poder hablar con tranquilidad.

Me comentó que desde que era pequeña había soñado con tener una niña. Ya era madre de un niño a quien amaba mucho, pero aún tenía el sueño de tener una bebé. Hace unos años, finalmente quedó embarazada y cuando se enteró que era una niña, no podía contener la felicidad. Sin embargo, el parto tuvo ciertas complicaciones, por lo que su bebé nació sin vida. En ese momento, María empezó a llorar desconsoladamente y me abrazó. Luego de respirar profundo continuó con su historia. Al salir del hospital, entró en una depresión posparto intensa, de tal magnitud que fue necesario un tratamiento psicológico.

Su cuerpo había durado nueve meses en gestar a una bebé y ahora esa bebé no estaba en sus brazos. Empezó a sentir que ya no tenía control de sus pensamientos y de sus acciones y de un momento a otro, había regresado al mismo hospital, y estaba tratando de sacar de allí a una bebé. Los guardias del lugar se dieron cuenta y no le permitieron salir del lugar. Inmediatamente llamaron a la Policía y se la llevaron. Meses después, la Fiscalía le formuló imputación por secuestro simple agravado.

Ha estado privada de la libertad desde ese día. Ya ha recibido tratamiento médico y afirma haber salido de su depresión posparto. Recuerda con profundo arrepentimiento esos hechos y reconoce que es algo que ella jamás haría en el pleno uso de sus funciones.

La Ley subraya la importancia de reconocer el papel fundamental de las mujeres en el cuidado activo de sus familias y su responsabilidad en la dirección de los hogares.

Aún no se ha dictado una condena para María, y es incluso posible que no lo hagan, ya que estaba en un estado de inimputabilidad al momento de cometer el delito. Sin embargo, independientemente del resultado legal, este comportamiento nos ofrece una impactante visión de las razones diferenciadas por las cuales las mujeres deciden cometer delitos, lo que justifica acciones afirmativas en su favor como la Ley 2292 de 2023.

Una investigación de la Universidad Javeriana abrió el camino para la recién aprobada Ley de Utilidad Pública, una medida alternativa a la prisión que abre el debate sobre la necesidad de cambiar el enfoque de la política criminal y carcelaria de Colombia.
Mujeres en Cárcel distrital de Cartagena Foto: Nicolás Martínez - Pesquisa Javeriana

La terapia del papel: el diario que Ana compartió con Alejandra

Cuando finalizamos la actividad en la Cárcel de Mujeres de Cartagena, una mujer llamada Ana se me acercó y me empezó a contar cómo, por medio de un diario, plasmaba todo lo que le ocurría en la cárcel. “Los días en este lugar son como hojas de un calendario que van cayendo lentamente, llevándome lejos de mi vida anterior”, me contaba ella. Escribir en su diario es como un refugio en un mundo que muchas veces puede ser desolado e incierto.

La celda de Ana es pequeña, compartida con varias compañeras. Aunque al principio ella temía lo peor, fue descubriendo la solidaridad que hay entre quienes comparten la cárcel. Cada una tiene su historia de dolor y arrepentimiento, pero juntas han encontrado consuelo en sus historias; cada una tiene un mundo totalmente distinto, en donde cometieron un error. A través del diario de Ana, ha descrito su convivencia con sus compañeras, narrando cada risa y lágrima compartida, y cómo encontró en ellas una inesperada hermandad.

En su diario, también describe cómo son los días, si son muy soleados o si llueve, incluso también cuenta en su diario cada historia que surge alrededor de la mesa de la prisión cuando comen. Las risas y chistes se convierten en su mejor curita para el corazón y para que de alguna u otra forma los días pasen rápido.

Su diario es su confidente, testigo de sus más profundos pensamientos y emociones mientras lucha por salir de allí. Ella anhela el día en que pueda abrazar a sus padres nuevamente y retomar su vida, llevando consigo las lecciones aprendidas en ese rincón ya que siempre puede haber una segunda oportunidad.

Ana me enseñó que la mente es poderosa y más en momentos de soledad e incertidumbre, pues siempre hay una esperanza, un rayito de sol en esta historia para una segunda oportunidad.

Con esta Ley se reconoce de manera explícita las dificultades únicas que a menudo enfrentan las mujeres, las cuales pueden ser considerablemente mayores que las de sus contrapartes masculinas.. (Interna Buen Pastor)

Construir juntos segundas oportunidades

La salida de campo a las cárceles fue una experiencia transformadora. Nos hizo reflexionar sobre la importancia de la reinserción social. Las mujeres en prisión merecen ser escuchadas y apoyadas para que puedan reconstruir sus vidas y reintegrarse en la sociedad. Esta experiencia nos deja un mensaje de esperanza: es posible que estas mujeres puedan construir un futuro mejor. Todos podemos contribuir a que las mujeres privadas de la libertad tengan una segunda oportunidad. Podemos apoyar los programas de reinserción social, que brindan a las mujeres las herramientas y el apoyo que necesitan para reconstruir sus vidas. Juntos, podemos hacer una diferencia en la vida de las mujeres en prisión y ayudarlas a construir un futuro mejor.

Una investigación de la Universidad Javeriana abrió el camino para la recién aprobada Ley de Utilidad Pública, una medida alternativa a la prisión que abre el debate sobre la necesidad de cambiar el enfoque de la política criminal y carcelaria de Colombia.
Mujeres en Cárcel distrital de Cartagena Foto: Nicolás Martínez - Pesquisa Javeriana