Así es la seguridad de la Colombia en paz
En el último año y medio Colombia ha vivido momentos importantes en su desarrollo como nación. Terminar con 50 años de guerra con las Farc nos ha enfrentado, a todos los colombianos, a una serie de cambios y retos que hoy afrontamos con esperanza. Este tiempo ha sido de cambio, ha sido de victoria y la victoria a veces genera incertidumbre. Ha sido de movimiento hacia la tranquilidad y eso produce, en muchos sectores, añoranza de la certeza que traía la guerra. Pero el tránsito hacia la paz se ha logrado con orden y con un método que ha significado para la ciudadanía, incluso para los sectores más escépticos, valorar los resultados alcanzados por la Fuerza Pública y la política del Gobierno. La firma del acuerdo de paz con las Farc permitió no solo la dejación de sus armas y que sus combatientes estén concentrados en zonas controladas por la ONU y con la seguridad de nuestra Fuerza Pública, sino que permitió que sitios como Argentina, en el Huila; Orito, en el Putumayo; Puerto Asís, Guaviare o Guayabero, donde la gente estaba condenada a la intranquilidad, a la violencia, hoy sean libres. Libres porque sienten que sus comportamientos son derivados de su propia decisión y no de la de nadie más. Eso es lo que llaman Paz. Y esta paz apenas la estamos empezando a construir. Estamos empezando el camino hacia una sociedad pacífica y desarrollada, llena de oportunidades para todos. Ya se dio el salto de silenciar los fusiles de las Farc y estamos en el proceso de su reincorporación a la vida normal y a la política. Nos falta el gran camino de consolidar la paz, de dar la certeza a los ciudadanos de que esa tranquilidad, que ha empezado a aparecer en territorios impensados hace pocos años, es consolidable y es sostenible. En las regiones en donde tenían presencia física las Farc, tras su desmovilización, se han hecho visibles las otras amenazas que ya estaban ahí: Eln, grupos de crimen organizado y pequeños grupos de microtráfico al servicio de esas grandes organizaciones ilegales. Pero también se ha hecho visible el trabajo que realiza nuestra Fuerza Pública para combatir todas las formas de crimen organizado. Hace apenas 5 años el ‘Clan del Golfo’ tenía más de 4.000 hombres. Hoy tiene entre 1.800 y 2.000, lo que evidencia que esa organización mafiosa está en declive. Con la operación ‘Agamenón 2’, una operación conjunta, de coordinación de inteligencia y de acciones entre nuestra Policía y Ejército, se busca su desmantelamiento final, fincados en los éxitos operaciones de ‘Agamenón 1’. Por otro lado, estamos evitando que las fuentes que los financian crezcan. La extorsión, por ejemplo, bajó 44 por ciento en comparación con el año pasado. Se han erradicado más de 20.000 hectáreas de cultivos ilícitos a junio de 2017, de la meta de 50.000 para este año; y 50.000 mas hace parte de los programas de sustitución. En diciembre tendremos la totalidad de los parques naturales de Colombia libre de cultivos ilícitos o con acuerdos de erradicación manual y sustitución. El compromiso de nuestra Fuerza Pública con los colombianos es la seguridad total. Estamos en 166 municipios en priorización y 400 tienen presencia militar o de policía, con 80.000 hombres dedicados al control territorial de zonas de influencia de las Farc. 65.000 de los planes ‘Victoria’, de las Fuerzas Militares, y ‘Comunidades seguras y en paz’, de la Policía; y 15.000, del Fuerzas Militares y de Policía en las Zonas Veredales. Es la operación militar y policial, en curso, más grande del continente americano. En Catatumbo, Chocó, norte del Cauca, Nariño, Putumayo y Caquetá hay algunos sitios que son inmensos retos para nuestra Fuerza Pública, pero hoy son la excepción. Hace 10 años la excepción eran los sitios en donde había tranquilidad. Hoy la mayoría de nuestras regiones ven la tranquilidad, algunas de ellas la ven por primera vez. Durante dos generaciones tuvimos las cifras más altas de homicidio de la región y, en algunas veces, llegamos a tener las más altas del mundo. Hoy estamos por debajo del promedio de homicidio de la región y tenemos menos de la mitad de las muertes violentas que teníamos en el 2000. El nuevo Código de Policía ha traído una reducción de las riñas y las lesiones personales de 12 mil casos menos en cuatro meses, lo que ha ahorrado al sistema de salud alrededor de 20 mil millones de pesos. El secuestro ha descendido hasta niveles nunca antes vistos. Hay secuestros todavía, y nos duelen, pero tenemos la Policía más capaz del mundo en su investigación. Un tratamiento diferencial y simultáneo para la Fuerza Pública se ha hecho viable con la Ley de amnistía y renuncia a la acción penal, la reforma constitucional sobre la Justicia Especial para la Paz (JEP) y la Ley orgánica de procedimiento para la JEP, cumplen con los estándares internacionales y hablan bien de la modernidad del pensamiento de nuestra Fuerza Pública. Hoy tenemos un total de 1.507 miembros de la Fuerza Pública subjudice postulados para los beneficios de las JEP ante la Secretaria General. De estos, 224 ya gozan de libertad condicional o de la revocatoria de sus órdenes de la privación de la libertad; y 20 más han sido trasladados a unidades militares o policiales como lo indica la Ley. La Fuerza Pública se ha ido transformando, ha modernizado su doctrina, equipamiento y su capacidad de inteligencia y movilidad. Hoy tenemos una Fuerza Pública capaz de estar en todo el territorio nacional y de dar seguridad a todos los colombianos. Estos resultados son una invitación a pensar en Colombia con fe, con optimismo y con confianza en un Estado que tiene unas Fuerzas Armadas capaces de salvaguardar los derechos de los ciudadanos y la soberanía de la nación.