Conmemoración del Día Internacional de la Mujer
“Buenos días para todas las personas que hoy nos acompañan. Agradezco la invitación a participar como ponente en esta conmemoración del Día Internacional de la Mujer. (…) Diez minutos no son suficientes para hacer un barrido de la larga historia de la reivindicación de los derechos de las mujeres; una historia de lucha a la que le debo la posibilidad de estar aquí frente a ustedes. Más que hacer un listado de hitos históricos, quiero proponerles hoy una reflexión que parte justamente de la pregunta de para qué la historia. Usualmente pensamos que la historia es el recuento de hechos pasados. Sin embargo, esta es más sobre cómo leemos el presente y nos imaginamos el futuro, que sobre el pasado. Los relatos históricos son profundamente políticos. Por una parte, la historia es un elemento fundamental de cómo imaginamos lo que es y lo que debería ser. Es un mapa que abre unas posibilidades de realidad y cierra otras. (…) Por otra parte, la historia conforma un conjunto de hechos que se visibilizan a costa de otros. La arbitrariedad de lo que se escoge contar y eso que queda en silencio es todo menos fortuita; tiene largas raíces en el poder. (…) El 8 de marzo no es un día para celebrar. Es un día de luto, pero sobre todo una conmemoración de siglos de lucha que nos recuerdan los esfuerzos alrededor del mundo de las mujeres trabajadoras y que son hoy tan necesarios como antes. No voy a hablar de avances. La noción implica una línea teleológica que poco tiene que ver con cómo se desenvuelven estas múltiples historias de dominación y resistencia. Los avances también nos hacen pensar que hemos superado formas de exclusión del pasado, cuando vemos todos los días que estas se transforman y se disfrazan para reinscribirse en distintas esferas de la vida cotidiana. Algunas condiciones son sin duda preferibles. (…) A pesar de ello, insisto en que hoy no es un día para celebrar. Este último año nos recordó los retos de construir la paz a la luz de la delicada situación que viven las y los defensores de derechos humanos en el país. Fue el año en el que el rótulo de la ideología de género apareció como un alarmante recuerdo de que los logros en términos de igualdad no son una concesión, sino el resultado de arduas luchas que no dan descanso. Un año en el que perdimos a muchas compañeras a manos de formas cruentas y descarnadas de violencia misógina, homofóbica, racista, patriarcal y de clase. (…) El 8 de marzo también nos recuerda que la categoría de mujeres solo puede ser entendida desde una perspectiva interseccionada. (…) “Las mujeres” como un todo es una generalización que debe siempre tener en cuenta las diferencias que atraviesan nuestras múltiples realidades. Así que la conmemoración de hoy es un recuerdo de que la lucha no es solo por la liberación de las mujeres, o de un tipo de mujer, sino en contra de todas las formas de dominación. (…) Estas formas son validadas a diario por una versión excluyente de la historia. Abrir campo para otras historias es fundamental para hacer visibles y transformar formas de poder que han comprobado una y otra vez ser absolutamente incompatibles con el sostenimiento de la vida. La lucha por supuesto sigue. Eso lo sabemos muy bien. Sigue porque la casa, la escuela y el trabajo, esos lugares que se suponen seguros, son espacios donde las mujeres vivimos a diario la discriminación y la violencia. Sigue, porque decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas sigue siendo un lujo de unos pocos. Sigue, porque defender la tierra y el agua, entre otros recursos, nos sigue costando la vida. Sigue, porque nuestros espejos siguen siendo caricaturas distorsionadas de lo que se supone que debemos ser. Sigue, porque el ataque sostenido a la reproducción social cada vez recarga más sobre nuestros hombros la posibilidad de hacer viable la vida misma. Sigue, porque la gran mayoría de nosotras somos sobrevivientes. Sigue, porque solo la conquista de la igualdad puede acercarnos al sueño de la paz. Muchas gracias”