Septiembre 1986 | Edición N°: 919
Por: Redacción Hoy en la Javeriana | Pontificia Universidad Javeriana

Apartes de la Conferencia pronunciada por el Dr. Guillermo León Escobar, ante la Unión Javeriana en lbagué.


Quiero detenerme en un detalle de profundo significado en la anterior visita del Pontífice, cual fue el de haberse reunido, luego de su saludo al clero, con un gran número de dirigentes invitados a la casa de Nariño y el que esta reunión haya constituido la apertura de su contacto pastoral con los laicos en Colombia.

Este discurso constituye un «Ideario – Propuesta» para el desarrollo nacional dentro de los valores de la paz, de la justicia social y de la solidaridad.

El primer presupuesto que aclara Juan Pablo II es que Colombia debe reconocer su «especial vocación cristiana» que «ha marcado su vida y costumbres»; porque es de esta evidencia de la que se desprende «para los dirigentes del país unas determinadas responsabilidades» tanto «como ciudadanos investidos de autoridad y como creyentes».

Es por tal razón de suprema importancia, para quienes estamos aquí reunidos en esta acogedora ciudad de Ibagué, que nos decidamos a pensar y aceptemos por una vez —y para siempre— que las necesidades y las urgencias sociales no pueden ser un simple lugar retórico desde el cual dejemos correr desatadas las fuerzas de la demagogia. Ustedes son dirigentes y tienen un papel político que cumplir en la vida comunitaria. Repitamos la verdad: estamos en crisis!

Padecemos de desempleo y de subempleo; altos son los índices de desnutrición y de enfermedad, de analfabetismo y de carencia de vivienda … El precio para vivir se ha convertido, para muchos, en una cuota impagable y cada vez más se profundiza esa despiadada «brecha entre ricos y pobres» y de ello, de todo eso, ha brotado la explosividad política de la realidad colombiana. La deuda externa nos golpea a cada paso haciendo imposible nuestro despegue del subdesarrollo y en toda esa confusión hemos caído de contera en la sacralización de la violencia.

Una nación se legitima en la justicia, en la solidaridad y en la promoción de la dignidad de la persona humana. Es necesario interrogarnos sobre el grado de legitimación moral y política de nuestra nación colombiana.

Apreciados amigos: estamos llamados a vivir heroicamente! Juan Pablo II nos dice:

La tarea que tenéis encomendada es inmensa y será solo el resultado de un esfuerzo constante y prolongado en el tiempo. Pero si la solución de los problemas materiales no puede ser inmediata, si es posible hacer, desde ahora, una sociedad más justa. Sí es posible hacer una distribución más justa e los esfuerzos y de los sacrificios necesarios. Sí se puede establecer un orden de prioridades que tengan en cuenta que el hombre es el sujeto y no el objeto de la economía y de la política. Tenéis eI medio más importante par conseguir estos objetivos.

La mayor riqueza y el mejor capital de un país son sus hombres y Colombia es un país rico en humanidad y en cristianismo.

Mílan Kundera nos habla en uno de sus últimos libros sobre «La insoportable levedad del ser», aquí, por el contrario, hemos procurado reproducir la apasionante significación de ser. La visita del Papa ha sido una invitación reiterada a corregir el rumbo y a proseguir la marcha. «Somos aquellos que estamos seguros que el mundo cambia, pero que somos nosotros los que lo hacemos cambiar».