
El apostolado de la paz
La Compañía de Jesús lleva varios siglos trabajando por la paz y la justicia en un compromiso real y eficaz a través de todas sus obras.

Hay una historia de más de 400 años que revela un compromiso genuino por la justicia y por la paz. Obras sociales, pastorales y educativas poco populares entre las personas, porque justamente no buscan reconocimiento. Solo, servir a los demás de la mejor manera posible con liderazgo.
Así es como Luis Guillermo Guerrero Guevara, filósofo y teólogo de la Javeriana, con un doctorado en Educación, de la Universidad de la Salle en Costa Rica, y actual director del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), en conversación con Hoy en la Javeriana describe el trabajo que por cuatro siglos ha realizado la Compañía de Jesús por la paz y la justicia del mundo y de Colombia.
“La Compañía desde hace muchos años ha abanderado numerosos procesos de justicia y de paz. Valga recordar históricamente todo el trabajo indígena en las misiones y reducciones en el Paraguay que son tan famosas en la historia; cómo lucharon por los indígenas y su cultura y cómo no se trataba de hacer una evangelización de adoctrinamiento, sino de valoración de las culturas. Así mismo, recordemos a san Pedro Claver en Cartagena, en los años 1.600, como dice la canción, diciendo “yo soy esclavo de los esclavos”, y defensor absoluto de los derechos humanos. (…) Hoy en día la Compañía de Jesús tiene varias obras educativas, sociales y evangelizadoras en las que hacemos un servicio fuerte y silencioso que se conoce por el servicio y el beneficio que ellas hacen para los demás y con los demás”.
En Colombia son un total de once obras: dos en el sector educativo (la Asociación de Colegios Jesuitas –ACODESI- y la fundación Fe y Alegría), uno en espiritualidad (Centro Ignaciano de Reflexión y Ejercicios – CIRE-), siete en el sector social (Servicio Jesuita a Refugiados, Colombia, y en Latinoamérica y el Caribe; Centro de Investigación y Educación Popular –Cinep-; el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio; la Fundación para la Sostenibilidad Regional Compañía de Jesús en Nariño –Suyusama-; la Fundación Instituto Mayor Campesino –Imca-; y el Centro de Fe y Culturas) y el Santuario San Pedro Claver, en el sector social- pastoral – espiritualidad.
Cada una de estas obras de la Compañía de Jesús busca educar para la paz, promover iniciativas de desarrollo y empoderamiento comunitario, formar en una espiritualidad ignaciana, realizar acciones humanitarias, trabajar por la defensa de los derechos humanos, la paz y por el fortalecimiento de capacidades de líderes.
“La idea no es que la Compañía salga a la vista, sino que nos sumemos a los procesos de la gente y les aportemos para que la región salga adelante”, P. Francisco de Roux, S.J
“Hay una historia que me gusta contar para explicar cómo la Compañía de Jesús no se conoce por el bombo sino por lo que ella hace y sirve. La historia que la gente no conoce es que los jesuitas tenían una custodia en oro y esmeraldas, muy hermosa, cuyo nombre popular es la Lechuga (pues está compuesta por 1.759 piedras preciosas de la mayor calidad, entre las que sobresale el uso de la esmeralda, piedra insignia del territorio colombiano). La custodia se vendió hace unos 30 años al Banco de la República para financiar el Programa por la Paz”, comenta el director del Cinep.
“La inversión de ese dinero está en la formación y generación de capacidades, en incidencia pública, en la exigibilidad de los derechos humanos; en provocar diálogos de acompañamiento para la paz con indígenas, afros, gente popular de los barrios, y en generar una serie de capacidades en la gente. La venta de esa lechuga ha hecho mucho bien en todos estos años”, añade Guerrero Guevara.
Saber leer al otro
Al preguntarle a Luis Guillermo Guerrero cuál considera que es la estrategia o el modo de proceder de los jesuitas para lograr el alcance y fuerza de sus obras, no solo en Colombia, sino en América Latina, él identifica dos cosas: “leer al otro, es decir, darse cuenta qué es lo que el otro necesita. Ponerse en sus zapatos. El segundo elemento es buscar un sentido compartido de la vida. Construir un sentido tan profundo que es un sentido espiritual”.
Saber hacer esa lectura de la realidad de cada persona y comunidad para ponerse en sus zapatos y construir desde lo espiritual es la labor que adelanta el Cinep al analizar el conflicto social armado del país desde el ámbito investigativo y académico, con el cual se busca acompañar y generar capacidades en la gente excluida para que sea un ciudadano activo. Con el Banco de datos de derechos humanos y violencia política en el que recauda, sistematiza y difunde información sobre las violaciones más graves a los derechos humanos fundamentales y al Derecho Internacional

Humanitario, busca reducir la vulnerabilidad de las víctimas y evitar la continuidad de los crímenes. Por otra parte, su labor en los procesos de paz consiste en aportar a la construcción de la paz de país. Construcción que se hace desde el diálogo y con acciones concretas. “Por eso generamos espacios como la Semana por la Paz, o las mesas de reconciliación. Frecuentemente nos sentamos con militares y empresarios. Hemos y queremos entender al otro, al contradictor fuerte, para ir con los interlocutores de sentido (las víctimas) a hablar con los otros y decir “tomémonos en serio””, explica el director del CInep.
Así es como los jesuitas, con su espiritualidad y carisma, han logrado leer la realidad y tener obras fuertes que incluso a veces los superan a ellos, porque la gente aporta y hace que esas obras crezcan y comiencen a andar solas. “Un ejemplo es el Programa de desarrollo y paz del Magdalena Medio. Nosotros hicimos y creamos ese programa en colaboración con otras organizaciones y lo que pasó 25 años despúes es que ahora hay 26 programas de desarrollo y paz en el país: en el Tolima, en los Llanos, en el oriente antioqueño, en norte de Santander y en Caquetá, todos inspirados en esa iniciativa que se creó en el Magdalena Medio”, comenta Guerrero.
El padre Francisco de Roux, en ese entonces director del Cinep, cuando estaban trabajando en el proceso de regionalización de la Compañía de Jesús, decía: “la idea no es que la Compañía salga a la vista, sino que nos sumemos a los procesos de la gente y les aportemos para que la región salga adelante, no es que nosotros salgamos a adelante”. Esta es la clave del sentido de entender al otro y de desplegar sus capacidades. Es un modo de proceder.
En la actualidad, el fin último de las obras pastorales, sociales y educativas de la Compañía de Jesús es la transformación de la sociedad en una más humana, más solidaria, más justa, más equitativa, más de acuerdo con los valores del evangelio.