julio 2017 | Edición N°: año 56, nro. 1329
Por: Carlos Julio Cuartas Chacón | Asesor del Secretario General.



En primer lugar, nos encontramos con el libro de las historiadoras y profesoras españolas María Lara Martínez y Laura Lara Martínez, publicado a finales de 2015, titulado Ignacio y la Compañía . Esta obra de la editorial Edaf, galardonada con el XIII Premio Algaba 2015, luego de reseñar la biografía del fundador, se adentra con detalle en la historia de la Compañía. El subtítulo de este trabajo, “Del castillo a la misión”, hace referencia a la “narración rigurosa, didáctica y muy entretenida sobre la aventura de los jesuitas, desde el Renacimiento hasta el siglo XXI”. Por otra parte, en 2016 apareció un pequeño libro profusamente ilustrado, adaptación de la obra del P. José María Rodríguez Olaizola, S.J., Ignacio de Loyola, nunca solo. Como señala su autor, el P. Pedro Rodríguez-Ponga, S.J., “este cómic pretende acercarse a su figura con un esquema muy sencillo: unos dibujos actuales y un texto que reflejen los momentos más importantes de su vida”. Finalmente, hace pocas semanas se estrenó en España la película Ignacio de Loyola – Soldado, Pecador, Santo, producida por Jesuit Communications Foundation Philippines. La reseña que apareció en el ABC de España es la siguiente: “Un joven soldado, Íñigo, se ve obligado a renunciar a su carrera militar tras resultar herido en batalla. Lo que se presenta entonces como una desgracia, se torna, a raíz de encontrarse postrado en cama y con nuevas lecturas, en un repentino y ardiente deseo de convertirse en un santo. Desde entonces, el joven y pasional Loyola se encuentra inmerso en una nueva batalla: la de enfrentarse con la incredulidad, el rechazo de la gente más cercana y la necesidad de luchar por encima de todo contra sí mismo”. A juicio de su director, Paolo Dy, “Ignacio es un personaje que poca gente conoce: siempre ves a Ignacio sólo en una pared, en un cuadro o en una estatua sosteniendo una espada. Pero no sabemos mucho más acerca de él. Y por eso fue muy interesante intentar entrar en la historia. Así que decidimos enfocarnos en su conversión. Queríamos mostrar la cara más humana de Ignacio de Loyola porque él era así. Él era único” (romereports.com). Ciertamente, el célebre hidalgo de Loyola fue ‘único’. Sin embargo, siempre debemos recordar un factor esencial que destaca el Padre Rodríguez-Ponga al terminar su breve narración. Dice él que al morir Ignacio “había alrededor de 900 jesuitas repartidos por todo el mundo. Esto nos habla de cómo él no se puso a sí mismo en el centro de la Compañía, de tal forma que los hombres que se incorporaban sabían que, inspirados por Ignacio, no le seguían a él, sino al verdadero fundador, Jesucristo”.