Marzo 2020 | Edición N°: Año 59 N° 1355 – Marzo 2020
Por: Karem Priscila Díaz Díaz | Periodista de la Dirección de Comunicaciones



Arquitectos, diseñadores, nutricionistas y sociólogos javerianos están acompañando a reinsertados de las Farc en la reubicación de sus espacios de reincorporación a la vida civil.

Los profesores y estudiantes desarrollan varias actividades de trabajo colaborativo con la comunidad de Charras y Vista Hermosa.

En la vereda Charras, ubicada en el Guaviare, vive una comunidad de aproximadamente 250 personas. Ellos hacen parte de uno de los 24 Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), administrados por la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, cuyo propósito es hacer actividades de capacitación y reincorporación de los ex miembros de las Farc a la vida civil.

El desarrollo del proceso de paz con los ex miembros de las Farc implica retos más allá de garantizar el cumplimiento de los acuerdos, tales como un lugar adecuado y digno para vivir, medidas de nutrición y alimentación correctas para una población que incluye a mujeres y niños, y desarrollar procesos de manutención.

Sin embargo, sus condiciones de habitabilidad en este momento no son las mejores. “Tienen problemas de agua, de suelo porque están en una zona forestal, sociales, de seguridad y, más serio aún es el aislamiento, queda muy lejos de todo”, dice Martin Anzellini, director del Departamento de Arquitectura de la Javeriana.

Anzellini, junto con Paula Caicedo, docente de la Facultad de Ciencias, y Ricardo Rugeles Joya, coordinador de Design Factory en el Departamento de Diseño, hacen parte del PPU Alimento, Vida y Hábitat, para fortalecer la seguridad alimentaria, la habitabilidad y los procesos productivos de este ETCR.

De manera general, son tres los proyectos que están desarrollando desde octubre de 2019, 15 profesores, estudiantes y egresados javerianos de arquitectura, nutrición, diseño y sociología para garantizar la apropiación y sostenibilidad de esta comunidad.

El primero es la generación de una cartilla de lineamientos técnicos para el adecuado traslado e inserción de esta comunidad en un nuevo territorio. “Es el acompañamiento para que escojan un buen lote, se dejen los espacios para las vías, para los equipamientos sociales, que se protejan las áreas de bosque y se dejen suelos para actividades productivas de diferente tipo y luego hablar de cómo se construyen las viviendas, qué forma y espacio tienen”, explica Anzellini.

El segundo está relacionado con el diagnóstico de la situación alimentaria y nutricional de la comunidad, para el que se tomaron medidas de peso, talla y circunferencia y evaluar si tienen problemas de peso, obesidad o desnutrición. “Con base en estos datos, la línea de nutrición tiene unas acciones puntuales como el seguimiento nutricional, el desarrollo de una escuela territorial de alimentación y nutrición, donde pretendemos, a partir de un ejercicio educativo, comentar y aclarar todo el tema relacionado con la alimentación, y construir una huerta comunal para que las familias puedan autoabastecerse y completar una adecuada nutrición”, explica Paula.

“Es darles opciones para la paz y para la nueva vida que van a tener en ese espacio, sin que vean la necesidad de volver al combate como una opción”.

La tercera línea está enfocada hacia el desarrollo de actividades productivas en temas manuales o artesanales y también en el área de ecoturismo. “Ellos siempre han planteado que este es un territorio que tiene que protegerse y manejarse de manera adecuada”, comenta Rugeles.

Es así como la Universidad, a través de su activo que es el conocimiento, le apuesta a la paz. “Es darles opciones para la paz y para la nueva vida que van a tener en ese espacio, sin que vean la necesidad de volver al combate como una opción”, expresa Ricardo.