Pedalazos de una librera que corrió el Tour de Francia
Es caleña pero bogotana por adopción, pues cuando era niña, su padre, quien trabajaba como librero en la Librería Nacional de la capital del Valle, decidió montar su propia distribuidora de libros en Bogotá. Cuando terminó bachillerato estudió primero Música, en la Universidad Nacional, y posteriormente Lingüística y Literatura, en la Universidad Distrital. Por esa época conoció, se enamoró y se casó con un ciclista del equipo Gaseosas Glacial, Víctor Hugo Cortés, quien fue el que la impulsó a que empezara a practicar el ciclismo para que lo acompañara en sus entrenamientos. Cambió su tradicional monareta por las bicicletas de ruta y un amigo del equipo Café de Colombia le regaló un uniforme, pues en esa época no se conseguían implementos de ciclismo para mujeres o tocaba importarlos. Entrenaba casi diario. “La ruta más corta era ir y volver hasta el Salto del Tequendama. Los fines de semana íbamos a Mondoñedo, San Miguel, Patios y los lunes trotábamos subiendo a Monserrate”. Su primera competencia fue un circuito de las clásicas que organizaba Fruterías Patty, muy tradicionales en ese tiempo. No se destacó como una de las mejores, pero tampoco le iba mal, corrió algunas etapas de la Vuelta a Colombia, así a veces no las pudiera terminar. “Recuerdo un día que iba subiendo por el Charquito, unos kilómetros arriba del Salto del Tequendama, se me salió el tubo de la rueda delantera y me caí, y como estaba tan cansada me quedé tirada en el piso recuperándome cuando un señor de un camión me grita ‘eso, por eso es que las matan, vieja no sé qué’, en lugar de ayudarme, que horror. Luego seguí y llegué a la meta llorando, eso era complicado porque todo le tocaba a uno solo”. Sin patrocinio, porque en esa época era difícil que las mujeres recibieran apoyo, se aventuró a correr el Tour de Francia femenino del año 1992. Era la primera vez que salía del país. “Hice un esfuerzo con mi plata y pude correr más o menos cinco etapas, a veces iba en el lote y a veces me quedaba, y aunque no me destaqué en el ciclismo, lo hice y me gustó, sin importar lo difícil que era”. Después le descubrieron que sufría de artrosis en la columna y el cuello y tuvo que dejar los deportes de impacto, hoy hace yoga, pilates y monta en elíptica en su casa, mientras ve por televisión y sufre con los ciclistas colombianos en todas sus carreras. “Para mí todos son ganadores, porque sé lo duro que es eso”.