S.O.S. por una responsabilidad moral
El interés por generar propuestas viables para garantizar la sostenibilidad del desarrollo humano integral, la satisfacción de sus necesidades fundamentales y la prosperidad de América Latina, ante desafíos como los de un mundo marcado por un crecimiento económico incierto, inequidad social, una degradación ambiental y deterioro de las instituciones, fue lo que convocó a un grupo de expertos que tuvieron como referencia la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco. Dos de los invitados principales a este diálogo fueron el padre Francisco de Roux, S.J., y Jeffrey Sachs, economista y profesor de la Universidad de Columbia, quienes enfocaron su intervención en la importancia del desarrollo sostenible e integral. En el diálogo se hizo evidente que no es correcto pensar en una crisis ambiental, social y económica por separado, y tratar de resolverlas de manera independiente como si se tratara de realidades paralelas. Es una sola y compleja crisis socio ambiental en la que es necesario que el Estado, la sociedad y el mercado asuman una responsabilidad moral para remediarla.
Mercado subordinado a la dignidad humana
El profesor economista, Jeffrey Sachs, explicó cómo el pensamiento económico del siglo XX evolucionó dejando atrás el contexto moral, situación que ha llevado a una concentración de riqueza y donde las grandes compañías y grupos económicos “se tomaron el sistema político, y al ser la fuerza política dominante de un país, no se guía a través del razonamiento moral o escrúpulos democráticos, sino por el dinero”. Un ejemplo fue la presión de las grandes petroleras en Estados Unidos para que el país saliera del acuerdo de París, el cual traerá la sustitución de vehículos a combustible por eléctricos. “Los senadores reciben contribuciones para sus campañas de parte de las petroleras. Ellos son los dueños del partido, tienen dinero y por eso salieron del acuerdo… Si existe moralidad es la del mercado, y esta avaricia nos ayuda a explicar cómo está funcionando el comercio”, dice Sachs. Frente al tema el padre Francisco de Roux, S.J., preguntó ¿cuál es para nosotros el bien común y la vida que queremos vivir? Para afirmar que “el flujo de bienes y servicios es una responsabilidad que nos involucra a todos y que deben darse en un mercado subordinado a la dignidad humana, centrado en la vida que las personas merecen vivir” y con un Estado que garantice los bienes fundamentales. Éste, se podría decir, es el principal problema que tiene hoy la política económica de Latinoamerica, una economía centrada en producir ganancias y riquezas para sus propietarios, ignorando la importancia de que la población tenga los medios suficientes para adquirir los bienes básicos. Es así como generar empleo y garantizar que las personas tengan una ocupación económica directa es una de las principales apuestas que debe hacer el Estado para impulsar la economía del país, junto con el salto a una producción más competitiva en los sectores de manufactura, agricultura y turismo, y no depender de la fabricación de materias primas, como bien lo explicó César Ferrari, profesor de la Universidad Javeriana. Así lo demuestran los países escandinavos, quienes, con un sistema económico capitalista, “son ricos, honestos, equitativos, y conscientes del cuidado del medioambiente. Tienen una economía de mercado muy productiva que toma en serio sus obligaciones morales entre sí, hacia el resto del mundo, y están descarbonizando sus economías. Ellos demuestran cómo se puede ser pudientes, éticos y sostenibles con base en un mercado”, explica Jeffrey Sachs.
Conciencia ambiental
El riesgo eminente que está sufriendo hoy en día el planeta, es el llamado principal que hace la encíclica Laudato Si’ al invitar a crear una economía que opere dentro de un marco moral, que defienda la dignidad humana, a los pobres y vulnerables y ahora, de manera especial, que defienda la creación en sí, porque la tierra física está en peligro, y es en un desafío fundamental para la humanidad. Ser concientes del territorio que se habita y sentir pertenencia y respeto a la identidad de ese territorio permitirá comprender, de acuerdo con el padre Francisco de Roux, S.J., que es posible alcanzar una soberanía económica conectada con el mercado, donde se producen los bienes que necesitan las personas, “con una sostenibilidad ecológica que protege las cuencas de los ríos, los bosques del entorno, los humedales y todas las cosas que nos permiten sacar adelante la vida que nos rodea”. Soluciones prácticas al respecto es “que las universidades ayuden a los gobiernos a formular un plan de descarbonización del sistema de energía. Colombia y los demás países deben dejar de depender del carbón, el petróleo y el gas, para que en 30 años tenga otras fuentes de energía como la eólica”, sugiere el profesor Sachs.
El desarrollo es la gente
La base para alcanzar un mercado y un Estado integral, con dignidad, moral y sostenible, son las personas. Para ello es importante garantizar a toda la población acceso a los bienes fundamentales: alimentación, educación, salud, empleo. Ello llevará a una mayor productividad y creatividad que aporte al desarrollo del país y al mantenimiento de sus recursos. Sin embargo, el poder y la codicia por el dinero ha generado desencuentros. Estos desencuentros crean la cultura del descarte, llamada así por el Papa Francisco. El descarte humano, el descarte social, descarte político, lo que quita a otros las posibilidades de acceder a oportunidades iguales. Por esta razón el padre de Roux, increpa que “ningún ser humano puede ser utilizado por otro como un medio, porque cada uno es digno y esa dignidad no se la debemos a nadie”. La sociedad está llamada a una construcción de concesos que demandan una acción racional colectiva con arreglos ineludibles en lo moral y lo cultural, ya que los conflictos socioambientales, políticos y económicos han surgido de distintos grupos que han hecho usos excluyentes de los recursos naturales. “¿Qué podemos hacer al respecto? Lo primero es comenzar por un marco de trabajo esencial donde el punto más importante es el marco moral. Tenemos una responsabilidad para resolver estos problemas y poder sobrepasar esa indiferencia de la globalización. Dirigir nuestra atención a intereses comunes y a los medios por los cuales esas diferencias pueden ser resueltas, y si no podemos dirimir por ahora esas diferencias, podemos hacer el mundo más seguro para la diversidad, porque todos tenemos un núcleo básico común: habitamos el mismo planeta, respiramos el mismo aire”, concluye Jeffrey Sachs.