IV. Epistemología, metodologías y teorías

Cartografía social. Formas de habitar y producir territorio en la ladera intraurbana en Medellín

Ángela Garcés Montoya

Historiadora. Magíster en Estética. Doctora en comunicación Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Líneas de investigación culturas juveniles contemporáneas y Colectivos de Comunicación popular. Recientes publicaciones: Comunicación para la a movilización y el cambio social (coautora, 2016); Cartografía social comunitaria (coautora, 2017). Universidad de Medellín, Facultad de Comunicación, Grupo de Investigación Comunicación, Organización y Política.

Leonardo David Jiménez

Comunicador audiovisual del Politécnico Jaime Isaza Cadavid. Integrante de la Corporación Ciudad Comuna.

Resumen

Para reconocer las diversas luchas de comunidades en situación de desplazamiento en nuestro contexto actual colombiano, revisamos la historia reciente de poblamiento de la Comuna 8 de Medellín. Se trata de un contexto cifrado por procesos de migración y desplazamiento de grupos familiares, en la ruta azarosa del campo a la ciudad, con su trasfondo del conflicto armado colombiano. En ese escenario recuperamos la memoria de los nuevos pobladores intraurbanos o “nuevos vecinos”, que traen consigo sus memorias, prácticas culturales, tradiciones orales y, principalmente, su convicción por reivindicar condiciones de equidad y justicia, en su derecho a ciudad, entendido como formas de habitar, apropiar y transformar las laderas de Medellín en su territorio. En este contexto, la Corporación Ciudad Comuna avanza en la construcción de metodologías participativas referidas a la cartografía social, con el ánimo de tejer, resignificar y proyectar diversas dimensiones de “habitar y producir el territorio de ladera”. Metodología fundada en el diálogo de saberes, que explora narrativas transmediáticas, para la construcción y difusión de nuevas miradas sobre el territorio y el derecho a la ciudad.

Palabras clave: cartografía social y comunitaria, territorios de margen, ciudad comuna.

Presentación

Nuestro contexto de estudio se ubica en la ciudad de Medellín, particularmente en barrios periféricos, donde confluyen dos nociones antagónicas de territorio, cifradas en la forma de concebir el borde urbano. De un lado, aparece una concepción “oficial”, que involucra la planeación y administración municipal, respaldada en saberes técnicos y racionales, que considera que las condiciones recientes de poblamiento en Medellín, donde aparecen los asentamientos, son zonas de conflicto urbano al promover poblados “informales”, “irregulares” e “ilegales”, que además de deteriorar los bordes urbanos de Medellín, son focos de violencia urbana. De otro lado, los pobladores de los asentamientos, reivindican los derechos humanos, la seguridad humana y la vida digna, que obligan a reconfiguran la noción de borde urbano. Se entiende que las prácticas de comunicación desarrolladas por Ciudad Comuna, promueven procesos de movilización y empoderamiento social, político y cultural, para que los pobladores de Los Asentamientos sean incluidos como ciudadanos y dignificar sus territorios populares.

La noción de borde urbano, desde la administración municipal aparece como zona de conflicto para la planificación urbana (técnica y racional), pues el saber técnico no alcanza a dimensionar la importancia de los procesos organizativos asociados a las formas de “producción del territorio” realizada por pobladores que llegan a la ciudad de manera forzada –se trata en su mayoría de campesinos desplazados por la violencia rural-. Por ello los asentamientos existentes en zonas de borde urbano, reclaman la inclusión, como poblaciones “legales”, que merecen ser consultados y considerados en la planificación de sus espacios.

En medio de éste antagonismo, resulta importante pensar la labor realizada por Ciudad Comuna, un colectivo de comunicación que surgió por iniciativa de jóvenes -que en su mayoría son habitantes de los barrios que conforman el borde urbano- particularmente expuestos a la violencia urbana y a las condiciones de inequidad social. Los proyectos de comunicación que han sido iniciativa del colectivo se han venido consolidando y hoy día constituyen un referente de procesos de comunicación y organización juvenil en la ciudad de Medellín. La finalidad de este colectivo de comunicación se sintetiza en su eslogan: comunicación para la movilización y el cambio social, que busca potenciar la integración y la participación de la comunidad en la construcción de su propio desarrollo y en la cualificación de los procesos de convivencia.

(Ver https://www.ciudadcomuna.org/medios.html)

La comuna 8 –lugar de acción de Ciudad Comuna- está ubicada en la zona centro-oriental de Medellín, con una fuerte tradición en ocupación informal, asociada a una gran ausencia de obras civiles de mitigación contra episodios de deslizamiento por fallas geológicas. Los pobladores de los bordes urbanos, crean una reconfiguración de la identidad étnica y cultural del territorio, integrando prácticas y tradiciones de vida urbana y rural. El dibujo de Ciudad Comuna -Ver ilustración 1-ilustra el territorio que hace parte de su accionar comunicativo; a su vez, esta imagen hace evidente el contraste entre zonas urbanas y rurales de la Ciudad de Medellín, donde aparece el “borde urbano”, haciendo visible la expansión urbana. En este borde urbano se forjan diversos conflictos, propios de una ciudad irregularmente poblada, bajo los efectos del conflicto armado que vive el País y que genera la vulneración de derechos humanos y sociales.

En el desarrollo de la metodología Cartografía Social, que emprende el Colectivo Ciudad Comuna, se reconoce el interés por promover formas de empoderamiento y movilización de la comunidad que fortalezcan su tejido social. Abordamos el caso puntual del borde urbano, que actualmente es objeto de una fuerte intervención por parte de la Alcaldía de Medellín, con el megaproyecto “Jardín Circunvalar”. Este megaproyecto se corresponde con una concepción de ciudad -promovida por los gobiernos locales- que concibe la ciudad como un importante factor económico, denominado “Ciudad Innovadora”, busca atraer capitales para el desarrollo local con un perfil turístico. En ésta perspectiva la ciudad ha sido transformada urbanísticamente, con alta intervención de zonas vulnerables, pero lamentablemente ha causado múltiples desplazamientos intraurbano.

Formas de poblar las márgenes en Medellín: revisar la mirada técnica
y racional

Al pensar en las formas de poblamiento de Medellín durante el siglo XX y sus efectos recientes, en los nuevos modos de estar juntos, es necesario considerar varios elementos propios de las ciudades latinoamericanas, que viven un desplazamiento de peso poblacional del campo a la ciudad que no es meramente cuantitativo, al considerar la “aparición de una trama cultural urbana heterogénea, esto es, formada por una enorme diversidad de estilos de vivir, modos de habitar, de estructuras del sentir y del narrar, pero muy fuerte y densamente comunicada”. (Martín-Barbero, 1996:46). Martín-Barbero nos deja avizorar la compleja trama existente en las márgenes urbanas, cuando se quiere pensar en la relación ciudad, margen urbana y comunicación alternativa. Veamos ese complejo entramado.

El primer lugar se reconoce que en Colombia, la violencia urbana tiene una continuidad en el tiempo y, particularmente, la ciudad de Medellín, es reconocida hacia finales de la década de los 80 como una de las más violentas del mundo, teniendo en cuenta, el número de personas asesinadas de manera violenta y la existencia de un fuerte clima de inseguridad, expresado en atracos, asaltos a mano armada, ajustes de cuentas, riñas callejeras, entre otras, considerando al joven que habita en sectores populares, como el principal actor violento. Si bien esta situación ha tenido variaciones significativas en la última década, entre ellas la baja considerable en la tasa de homicidios, sigue siendo preponderante el lugar que se otorga a este indicador sobre otros fenómenos sociales relevantes en la conflictividad urbana, como el caso del desplazamiento forzado.

Así, al pensar las formas de población de Medellín con énfasis en sus márgenes urbanas, resulta imprescindible considerar las condiciones del desplazamiento forzado que sufre gran población colombiana ante la violencia armada en los territorios rurales, que llevó a millones de campesinos a abandonar sus tierras y asentarse en las ciudades. El desplazamiento forzado, sufrido entre regiones, barrios y comunas de Antioquia y Medellín, genera necesidades vitales y existenciales. El desplazamiento a su vez, tiene un impacto en las identidades colectivas; obliga a abandonar no sólo las pertenencias y propiedades (territorios geográficos), sino las relaciones y los afectos construidos históricamente con el entorno y con los próximos, que constituyen territorios de vida. Por todo ello, el desplazamiento forzado desestructura mundos sociales y provoca la ruptura de creencias, valores, prácticas y estilos de vida. 1

En Medellín, las zonas receptoras de población desplazada se ubica en las laderas de la ciudad, principalmente en los bordes de montaña de las zonas oriental y occidental. (Colombia, 1993) Así, durante las décadas de 1970 y 1980 las laderas de Medellín recibieron un alto número de pobladores que bajo la práctica de la invasión, piratería y toma espontánea de tierras comienzan a ocupar la ciudad de forma informal, por ello, la población desplazada logra un asentamiento precario (sin agua potable, energía, saneamiento, salud, educación).

Para los años noventa, cuando se creía estabilizado el proceso de crecimiento de la ciudad, llegaron nuevos desarraigados del campo. Provenía de diferentes regiones de Antioquia y de otros departamentos del país, donde las guerrillas y los paramilitares iniciaban una larga y cruenta disputa por territorios, recursos y control de la población. Los primeros asentamientos de estas familias desplazadas en la ciudad se localizaron en la zona nororiental en 1992. Posteriormente, se localizaron asentamientos en la zona centro occidental, especialmente en barrios de la comuna 13. Es significativo el período 1996-1998 por el aumento de asentamientos nucleados y por la aparición de asentamientos dispersos de población por desplazamiento rural-urbano e interurbano. Según Narango (2005), el acumulado histórico 1992-2004, muestra la existencia en la ciudad, de 52 asentamientos nucleados de invasión, 11 pequeños asentamientos nucleados en barrios establecidos y asentamientos dispersos, en 64 barrios de la ciudad. (Sánchez, 2008: 176)

En este contexto es pertinente la pregunta por el derecho a la ciudad para poblaciones que han sido desplazadas, despojadas en medio del conflicto armado y que llegan a construir ciudad, en las fronteras urbanas. Una vez en la ciudad de Medellín, estas poblaciones se ven abocadas a re-desplazamientos por el impacto de los proyectos urbanísticos o dinámicas violentas que las someten al desarraigo, a la inestabilidad, al “rodar” vulnerando su derecho a permanecer en un lugar.

En nuestra búsqueda de referentes conceptuales y aliados para la producción de contenidos referidos al derecho a la ciudad en pobladores en condiciones de desplazamiento forzado, recogemos los presupuestos del CEHAP2 que han orientado la reflexión sobre desplazamiento forzado y resignificación del habitat, al recoger la voz de las las poblaciones afectadas por acciones de destierro, despojo y revictimización por la vulneración al derecho a permanecer en la ciudad. Se trata de pensar en:

Estas reflexiones tienen poco eco en las Administraciones municipales, pues considerar que las prácticas de invasión del espacio marginal de la ciudad y la consecuente apropiación de tierras son indebidas; consideras a los nuevos pobladores como “invasores y tugurianos”;3 este calificativo dificulta la integración de los nuevos habitantes urbanos. Esta relación tensa entre los habitantes nativos y los nuevos residentes, se difunde en el discurso público, y posiciona la imagen de invasores, al considerar al desplazado y sus formas de ocupación de la ciudad, como una agresión social al realizar una ocupación indebida del territorio. Por ello, las zonas de invasión comienzan a verse como una “patología urbana” (Pergolis, 2002) y no como una particular forma de poblamiento de las ciudades colombianas, que ocultan los altos índices de desplazamiento forzado y violencia que vive una amplia población colombiana.

Para los nuevos pobladores habitar las márgenes, significa vivir en condiciones de exclusión, desempleo y falta de servicios básicos; situación que abona el terreno para la influencia del narcotráfico a través del sicariato y los grupos de “justicia” privada. Debido a las difíciles condiciones de acceso, la fuerza pública dejó de ingresar a los barrios periféricos de Medellín, y el monopolio de la fuerza fue delegado en grupos de “limpieza social” (Cinep y Justicia y Paz, 2003: 43). Estos nuevos pobladores viven la emergencia de culturas desligadas de la memoria territorial, sentida especialmente en los jóvenes urbanos, como lo afirma Martín-Barbero:

Las grandes ciudades sufren un proceso de ruralización, entendido como formas de habitar en dos sentidos: uno, el de los padres o abuelos, que vivieron una cultura rural; otros, los hijos, que viven el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de población desplazada, haciendo emerger “la cultura del rebusque”, que hace vigente, formas de supervivencia rural, rescatando saberes y relatos, sentires y temporalidades fuertemente rurales. (1996: 61)

Resulta interesante rescatar las reflexiones en torno a las diferencias que existen entre los conceptos de marginalidad, apropiación territorial y límites urbanos-rurales. Ya que en ellos subyace una subvaloración de los bordes urbanos al considerarlos lugares liminares que no logran integrarse a la ciudad. De un lado encontramos en los estudios de Marisela Svampa (2004), una resignificación de la condición de marginalidad urbana, al rescatar la fuerza de las redes sociales de intercambio recíproco, consideradas el elemento estructurante, más significativo en la barriada, que permite a los marginados migrar desde el campo, asentarse en la ciudad, moverse, conseguir un techo y sobrevivir. Sus estudios resaltan la emergencia de renovadas relaciones comunitarias, donde las relaciones y vínculos familiares y de compadrazgo, basadas en la solidaridad y la reciprocidad, dibujan un mundo en que la confianza es la clave en las relaciones sociales, a tal punto que en un mundo sin estado ni partidos ni asociaciones “la red de intercambio reciproco constituye la comunidad efectiva del marginado urbano”.

A su vez, Larissa Lomnitz en su obra Cómo sobreviven los marginados (1989), resalta la importancia de las redes familiares y vecinas en la configuración de la barriada, pero también resalta que en contextos de marginalidad la consanguinidad no es un factor determinante en la reciprocidad, sino que por el contrario la proximidad geográfica es capaz de entablar verdaderos flujos de continuidad en las relaciones entre los actores. Para Lomnitz, “las redes otorgan un apoyo emocional y moral al individuo marginado, y centralizan su vida cultural, frente a la virtual ausencia de cualquier otro tipo de participación organizada en la vida de la ciudad o la nación. Podemos afirmar, por lo tanto, que la red de intercambio recíproco constituye la comunidad efectiva del marginado urbano, en las barriadas latinoamericanas” (1989:.223)

Al considerar la novedad que subyace en las luchas sociales de los últimos 15-20 años en contexto sociales territorializados, tanto urbanos como rurales, Raúl Zibechi (2008) resalta la importancia del territorio en la constitución de las relaciones sociales que resignifican la noción de “movimiento social”. Zibechi considera que hay que ingresar al análisis de los movimientos desde otro lugar: (…) no ya desde las formas de organización y los repertorios de la movilización, sino las relaciones sociales y los territorios, o sea los flujos y las circulaciones y no las estructuras. En este tipo de análisis sobresalen en los movimientos nuevos conceptos como autonomía, cultura y comunidad. Entendiendo que los territorios están vinculados a sujetos que los instituyen, los marcan, los señalan sobre la base de las relaciones sociales que portan”. (2008: 50)

Por ello, resulta tan oportuna la reflexión sobre el sentido de habitar la margen de Bell Hooks, ella dice: “Yo estoy situada en el margen. Hago una distinción clara entre la marginalidad impuesta por las estructuras opresivas y la marginalidad que uno elige como lugar de resistencia - como localización de una apertura y posibilidad radical. Este lugar de resistencia se forma continuamente en esta cultura segregada de oposición que es nuestra respuesta crítica a la dominación. Llegamos a este espacio a través del sufrimiento y el dolor, a través de la lucha. Nos transformamos, individualmente, colectivamente, cuando creamos un espacio creativo radical que afirma y sostiene nuestra subjetividad, que nos da una nueva posición desde la que articular nuestro sentido del mundo”.

Comprensión de la Cartografía Social y el Empoderamiento ciudadano

Es interesante rescatar las reflexiones en torno a las diferencias que existen entre los conceptos de marginalidad, apropiación territorial y límites urbanos-rurales. Ya que en ellos subyace una subvaloración de los bordes urbanos al considerarlos lugares liminares que no logran integrarse a la ciudad. La noción de borde urbano promovida por la administración municipal como zona de conflicto para la planificación urbana (técnica y racional), no alcanza a dimensionar la importancia de los procesos organizativos asociados a las formas de “producción del territorio” existentes en los asentamientos, que reclaman la inclusión, como poblaciones legítima y socialmente constituidas, que merecen ser consultados y considerados en la planificación de sus espacios. Esto puede vincularse asimismo con procesos más amplios y de escala planetaria de transformación urbana de las sociedades contemporáneas, donde, como señala Mongin (2006), la economía “de archipiélago” rompe con el sistema de organización jerárquico previa de la sociedad industrial y fordista, sin corresponderse a una dinámica igualitaria, sino contribuyendo a profundizar desigualdades y a modelar nuevas jerarquías. En esta línea, Wortman señala que “la globalización de los territorios está en el origen de un proceso de marginalización y exclusión donde hay lugares interconectados y otros que quedan en el margen”. (Wortman, 2010:14)

Una evidencia clara de este desencuentro en la forma de concebir y producir territorio, se reconoce en la existencia de dos mapas de la Comuna 8 de Medellín. De un lado, existe el Mapa político administrativo que levantan los expertos en planificación urbana, considerado el mapa legítimo; otro mapa, concebido como Mapa comunitario,4 lo construyen las comunidades, como resultado de sus procesos de apropiación del territorio, que transciende los parámetros del ordenamiento territorial planteados por el Departamento Administrativo de Planeación de la ciudad y se construye desde la perspectiva de las comunidades, y desde ellas recogen renovadas reflexiones del borde urbano y de los asentamientos. 5

En ese sentido, la metodología de Cartografía Social y comunitaria desarrollada por Ciudad Comuna, se considera una construcción pedagógica para que actores sociales y comunitarios con profundos arraigos de identidad con sus barrios, construyan sus propios mapas imaginarios de sus territorios. Esta cartografía es una práctica social participativa, que involucra dimensiones sociales, históricas, culturales, políticas y organizativas de cada barrio y sector. El taller de Cartografía Social Comunitaria se asume entre los actores comunitarios y los acompañantes de la experiencia formativa como un proceso a largo plazo, que permite que en una construcción por fases las y los participantes puedan elaborar las dimensiones de sus territorios por capas, siendo la capa básica con la que empieza la experiencia formativa la de reconocimiento de la configuración histórica y los principales lugares referentes en cada territorio.

La metodología de la Cartografía Social Comunitaria permite la recuperación y la exaltación de los relatos orales de los habitantes de las comunidades, promueve un tejido de recuerdos que se traduce en convenciones y símbolos que construyen la mirada colectiva sobre los territorios, dando un especial valor al saber social acumulado por los participantes del taller sobre la historia y realidades de los territorios que han habitado por años. Veamos algunos de los principios rectores propios de la Cartografía social y comunitaria.

Finalidad: la Cartografía Social Comunitaria responde a una búsqueda social y política por la defensa de la geografía crítica y el reconocimiento de las dimensiones de los territorios que emergen de luchas sociales históricas de pobladores de los barrios. Cada cartografía representa la posibilidad de que las comunidades reivindiquen el derecho a la ciudad y el territorio, y los mapas expresan la visión de una ciudad que contradice los postulados de innovación, desarrollo y modernidad con los que se vende el modelo de ciudad de Medellín ante el mundo.

Procesos y prácticas: la cartografía social y comunitaria se construye de forma participativa y se implementa gracias al desarrollo de Talleres, fundamos en el diálogo de saberes, por ello busca recuperación de sentidos sociales y comunitarios bajo las siguientes premisas:

Impactos del proceso: el enfoque de Ciudad Comuna y específicamente los procesos de cartografía social comunitaria que se promueven en los barrios de la parte alta de la Comuna 8 - que aún no tienen el reconocimiento legal del Departamento Administrativo de Planeación de Medellín- representan un esfuerzo por activar el diálogo y el reconocimiento de los saberes populares existentes en los territorios. Por ello, resulta clave valorar como la implementación de la Cartografía social, permite redimensionar las diversas formas de apropiación del territorio y fomentar la reflexión permanente sobre los derechos humanos, sobre el modelo de desarrollo, acrecentando el interés en las comunidades por el contexto social, político y cultural.

La sistematización permanente de estas experiencias de cartografía social permite recoger y ordenar los acumulados metodológicos, pedagógicos y organizativos que conforman en tejido social en los territorios y permite la consolidación y circulación de mapas de imaginarios y representaciones sociales de la Comuna 8 de Medellín que no hacen parte de las representaciones cartográficas hegemónicas.

La implementación de los procesos formativos y de interacción comunitaria en la Comuna 8 de Medellín desde las metodologías en diálogo de saberes6 para la apropiación y resignificación del territorio, permiten reflexionar sobre la ciudad como construcción social dinámica, en la que coexisten múltiples modos del ser y existir que interpelan, reclaman el derecho a habitar como práctica política para el reconocimiento y la inclusión.

Mostrar la cuidad como una construcción social que se va transformando desde las necesidades y demandas de las poblaciones excluidas en medio de múltiples conflictos: territoriales, armados o de violencia. La cartografía social establece un vínculo que le permite a los actores comunitarios reafirmar su identidad con el territorio y proponer acciones que dignifican el sus derechos proponiendo formas de resistencia que buscan la visibilización e inclusión de las comunidades, teniendo como eje de la reivindicación de derechos el derecho al habitar los territorios que habitan y en los que se han forjado sus procesos sociales.

Los talleres de cartografía han permitido el intercambios de experiencias entre habitantes de los barrios El Pacífico, Altos de la Torre, Pinares de Oriente, 13 de Noviembre, Villatina La Torre y Villatina San Antonio (Cartografias realizadas en el 2015) y los barrios Villa Hermosa y Villatina parte central (Cartografías realizadas en el año 2016 ) permitiendo a los habitantes de estos barrios reconocer contextos, y aproximarse a las otras ciudades que coexisten en el imaginario propio de ciudad, identificarse con otros habitantes excluidos que resisten y reclaman el derecho a una vida digna en medio del avance y la perpetración de un modelo de ciudad que excluye y margina las periferias.

La cartografía social propone y construye una narrativa multimediática que nos permite reconocer y poner en circulación relatos, vivencias, experiencias organizativas, y construcciónes de la memoria de los territorios excluídos de la planificación oficial, desde la integración al mapa de memorias audiovisuales, visuales, orales que dan cuenta de la construcción histórica de barrios y sectores. La difusión de estos resultados en diversos formatos hace una gran contribución al proceso de dignificación de las víctimas y a la superación del desconocimiento y la indiferencia colectiva.

Conclusiones

Las dinámicas sociales y organizativas de la Comuna 8 van a evidenciar renovadas formas de “resistencia social”, pues ya no se trata de un listado de demandas y peticiones que las comunidades hacen a los entes gubernamentales; los procesos de formación autónomos emprendidos en el territorio fortalecen el liderazgo y la convicción política de las comunidades, y estas encuentran, en los procesos de organización social, movilización comunitaria, y en las dinámicas de comunicación popular comunitaria que dinamiza Ciudad Comuna, un nivel de empoderamiento social que permite renovar las estrategias y construir nuevas formas de comprender los procesos de resistencia que se evidencian de diversas formas, entre ellas:

Es importante resaltar que en la Cartografía Social y comunitaria son visibles las experiencias de vida de aquellas poblaciones que persisten en sus luchas sociales por la construcción social, cultural y material del territorio. De este reconocimiento del valor social que asumen los actores comunitarios con su territorio, siempre se destaca en los diálogos y en los espacios de reflexión colectiva el valor de la memoria. En la cartografía social y comunitaria la memoria se presenta como el principal recurso para garantizar la preservación, protección y transmisión de las historias solidarias y de organización popular que dieron origen y vida comunitaria a los territorios.

En los procesos dialógicos hemos denominado estas orientaciones sobre la memoria de los territorios –con el fin de ir ordenando el mapa de conceptos que se construyen en la colectividad– como memorias localizadas, es decir: recuperar o encontrar la memoria, situar la memoria, promover su auto narración situada, posibilidades de existencia que tendría una memoria localizada en un entorno reductor, que la deslocaliza por el mero hecho de localizarla (García Gutiérrez, 2009, pp. 85).

De estos procesos de auto-narración y reconocimiento de memorias localizadas y territorializadas, surgen potenciales historia de vida y de comunidad que alimentan la narración de documentales; también son visibles los trabajos colaborativos de construcción de memorias que se convierten en potentes procesos de sistematización y generación de nuevas acciones participativas comunitarias alrededor de la memoria. En este panorama de expropiación y enajenación de la memoria, el encuentro de las comunidades para compartir los relatos y las vivencias, para retejer las memorias locales destruidas por los relatos oficiales (hegemónicos) se convierte en un acto liberador; veamos algunas narraciones que recuperan el sentido de “producir territorio” (Oslender, 2002):

Estas narraciones son una evidencia de la expresión contestataria de las comunidades que habitan los bordes urbanos de Medellín, donde es preciso cuestionar e ir desmontando “la verdad” de ese relato oficial de ciudad, que ha sido impuesto por décadas sobre las periferias. Por ello, es relevante mantener y recuperar un encuentro sobre las Memorias Compartidas, espacios donde los actores comunitarios emprenden sus propios caminos, dejan que fluyan sus historias, en una especie de terapia reparadora para la comunidad de dolor, de resistencia, de esperanza, de impunidad, de solidaridad

Referencias

Cinep y Justicia y Paz. (2003). Panorama de los derechos humanos. Noche, niebla y violencia política en Colombia. Bogotá D. C.: Banco de datos de Violencia Política.

Consejería presidencial para Medellín y su área metropolitana, Programa Integral de Mejoramiento de Barrios Subnormales en Medellín (PRIMED). (1993). Estudios de factibilidad. Medellín: Municipio de Medellín.

Lomnitz, L. (1989). Cómo sobreviven los marginados. México: Siglo XXI.

Martín-Barbero, J. (Coord.). (2009). Entre saberes desechables, y saberes indispensables. Agenda de país desde la comunicación. Quito: Friedrich Ebert Stiftung, Centro de Competencia en Comunicación para América Latina.

Martín-Barbero, J. (2002). Jóvenes: Comunicación e Identidad. Pensar Iberoamérica. Revista de Cultura, 1. Recuperado de https://www.oei.es/ pensariberoamerica/ric00a03.htm

Martín-Barbero, J. (1998). Jóvenes: des-orden cultural y palimsestos de identidad. En Viviendo a toda: jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades. Bogotá D.C.: Universidad Central: Siglo del Hombre.

Martín-Barbero, J. (1996). Comunicación y ciudad: Sensibilidades, paradigmas, escenarios. En: F. Giraldo y F. Viviescas, Pensar la ciudad. Bogotá: Tercer Mundo.

Mongin, O. (2006). La condición urbana. La ciudad a la hora de la mundialización. Buenos Aires: Paidós.

Oslender, U. (2002). Espacio, lugar y movimientos sociales: hacia una espacialidad de resistencia. Scripta Nova, Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, Universidad de Barcelona, VI(115).

Pergolis, J. (2002). La plaza, el centro de la ciudad. Bogotá D. C.: Universidad Católica de Colombia, Universidad Nacional de Colombia.

Sánchez, L. A. (2008). El desplazamiento forzado intraurbano: negación del derecho a la ciudad. En: P. Riaño y M. Villa. Poniendo tierra de por medio. Migración formada de colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá (pp. 173-214). Medellín: Corporación Región.

Svampa, M. (2004). Cinco tesis sobre la nueva matriz popular. Cambio Social, 15. Recuperado de https://www.lavboratorio.sociales.uba.ar/textos/15_6.htm.

Wortman, A. (2010). Globalización, sentidos e identidades en América Latina. Buenos Aires : Caicyt Conicet.


1 Este contexto de vida asociado al desplazamiento forzado con especial énfasis en los trayectos vitales que afectan a los y las jóvenes víctimas de desplazamiento, será tratado y analizado en el documental “Con la casa al hombro”, realizado por Pasolini en Medellín.

2 Seminario Nacional Pensamiento y Praxis Académica y Social en Torno al Derecho a la Ciudad y al Territorio Manizales, 20 y 21 de febrero de 2014 convocado por la Universidad Nacional de Colombia - UNAL, en alianza con la Coalición Internacional del Hábitat – HIC, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales – CLACSO y la Asociación Colombiana de Investigadores Urbano-Regionales – ACIUR

3 La investigadora Gloria Naranjo (2005:96) señala una periodización de la forma como la Administración municipal de Medellín ha tratado la problemática del desplazamiento forzado. Muestra que el período 1995-2000 se dieron medidas coercitivas contra la población desplazada asentada en zonas de “alto riesgo”, al dictar órdenes de desalojo; y que, en el periodo 2001-2004 el tema del desplazamiento llegó a los planes de desarrollo. Sin embargo, las órdenes de desalojo en los asentamientos, continúa siendo una formula sistemática de la Administración Municipal de controlar el poblamiento de las márgenes de Medellín.

4 Ver edición especial del periódico Visión 8 Memoria del Mapa político de las comunidades de la Comuna 8: https://issuu.com/ciudadcomuna/docs/namef08ae4

5 El mapa político administrativo de la Administración Municipal – con su última actualización que data de la década de los 80- pretende estructurar el Plan de Ordenamiento territorial vigente y contempla la delimitación de 18 barrios en el Mapa de la comuna 8. Por su parte las comunidades que habitan el Borde Urbano Rural, en articulación con procesos sociales y organizativos de todos los barrios de la Comuna 8, construyeron entre los años 2010 y 2012 un Mapa comunitario, a través de procesos de concertación del Plan Local de Desarrollo un mapa político del territorio. El resultado de este ejercicio abierto a la participación de las comunidades que conforman los asentamientos de los bordes es la construcción de un mapa político con arraigo e identidad comunitaria, en el que las comunidades visibilizan 34 barrios con delimitación territorial, con historia, con construcciones sociales y procesos de participación cultural y social, con censos poblacionales desarrollados de manera participativa.

6 Ver libro Metodologías en Diálogo de Saberes para la Apropiación del Territorio. Resultado de la Investigación Prácticas de Comunicación para la Movilización y el Cambio Social. Diálogo con 2 colectivos de Comunicación. Una investigación realizada por Universidad de Medellín, Corporación Pasolini en Medellín y Corporación para la Comunicación Ciudad Comuna con el apoyo de Colciencias. 2013, 2016. https://issuu.com/ciudadcomuna/docs/cartillaweb_metodologias_en_dialogo


Versión en PDF