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Programa Madre Canguro: abrazo de amor

Por: María Ximena Montaño  |   Video:  Unijaveriana – Pesquisia Javeriana


Un abrazo cargado de mucho amor cura a los bebés prematuros. La familia es el motor clave en el proceso de desarrollo de aquellos niños que han nacido antes de tiempo o con bajo peso al nacer. Conozca la ciencia que hay detrás del Método Madre Canguro y la realidad de las familias que lo viven.

El embarazo es un periodo de alegría, pero también de preocupaciones que, aunque molestas, hacen parte del proceso. Una de las más latentes y que retumba una y otra vez en la cabeza de las mamás es que el bebé, que llevan en el vientre, nazca bien y sin complicaciones. En ese ‘hogar’ donde deberá estar nueve meses, el pequeño se prepara para su vida en el mundo exterior, idealmente en condiciones saludables.

Ese deseo de los padres por un nacimiento sin complicaciones puede quebrantarse antes de tener a su bebé en brazos el día esperado, pues múltiples factores pueden influir para que nazca antes de tiempo o con bajo peso al nacer. A estos niños se les conoce como prematuros o pretermino y una de las grandes dificultades que tienen que sopesar es que algunos de sus órganos aún no se hayan desarrollado completamente. De hecho, unos de los más afectados son el cerebro y los pulmones.

En estos casos es difícil estar preparados. La frustración por no saber qué hacer es alta y una de sus características principales es la inseguridad. Todo lo negativo que alguna vez pensaron, para ese momento es una completa realidad.

Es allí cuando el Programa Madre Canguro hace su aporte y prepara a la familia para recibir al bebé. Este programa que nació hace más de 40 años en Colombia mejora la salud de los bebés en estado de prematurez y bajo peso al nacer, de una forma más efectiva que cualquier otro tratamiento. Normalmente estos pequeños se recuperan en incubadoras, pero tal como lo han demostrado diversas investigaciones, el canguro alcanza metas que otros métodos no: la calidad del sueño del bebé, reconocimiento del olor de sus cuidadores, la mejoría en el ritmo cardiaco, protección cerebral, y en términos sociales, mamás y papás más empoderados de su rol.

En este video podrá encontrar la historia del Método y Programa Canguro visto desde los ojos de la familia, quienes después de pasar momentos difíciles y de mucha incertidumbre, con el programa han logrado dejar atrás los temores para convertirse en cuidadores de calidad y satisfechos con lo que han alcanzado con un método basado en el abrazo de amor.

https://youtu.be/yb95QF7w2gg

Una coproducción de Unijaveriana + Pesquisa Javeriana

Congreso

¿Cómo mejorar la implementación del Método Canguro en el mundo?

Por: Lisbeth Fog Corradine  |   Fotografías: Cortesía, Fundación Canguro


Durante una semana, la Pontificia Universidad Javeriana acogió a los líderes mundiales del Método Canguro para discutir sobre los retos de su implementación en los diferentes países y de los avances científicos que resultan del seguimiento a los bebés canguro. Al cumplirse 41 años de la creación de este método, estas fueron algunas de sus conclusiones.

Cada dos años se reúnen los “cangurólogos” para compartir experiencias y, con base en ellas, superar los diferentes obstáculos para la implementación del Programa Madre Canguro (PMC) en sus países.

En 2018 Colombia fue la sede de la XII Conferencia Internacional KMC (Kangaroo Mother Care ) que durante cuatro días incluyó taller y congreso, con lo cual no solo los participantes de 50 países tuvieron la oportunidad de expresar sus vivencias, también conocieron de primera mano las últimas novedades del Método Canguro, entre ellas los resultados satisfactorios de las investigaciones científicas que le dan sustento y mayor confiabilidad a la técnica.

“Todo el mundo reflexionó sobre cómo hacer para difundir el programa a nivel de país,cuáles son las barreras que encuentran y cómo superarlas compartiendo la información de los otros países”, le contó Nathalie Charpak a Pesquisa Javeriana. “Después hubo dos días de pura academia donde se invitó a los mejores para que hablaran del Programa Canguro, de la protección del cerebro del prematuro, de la posición canguro en unidades de alta tecnología, de la importancia de la leche materna, de hacer seguimiento para detectar de manera oportuna cuándo hay algo que no es normal e intervenir oportunamente cuando se detecta una desviación del desarrollo neuropsicomotor y evitar así la instalación de secuelas”.

Las conclusiones de los talleres

El taller se dividió en siete grupos, cada uno de los cuales trabajó sobre la base de los retos que enfrentan quienes lideran programas canguro en los países participantes. Así, la selección de unos indicadores mínimos pero clave que sirvan de sustento para diseminar el programa a nivel de país fue uno de los temas. También trabajaron sobre cómo sensibilizar a diferentes organizaciones para que incluyan el Método Canguro en sus objetivos, cómo lograr la implementación del método en todos los hospitales, cómo solucionar el transporte de aquellas familias que viven en zonas apartadas, cómo incluir a tomadores de decisión en temas de salud —como ministros, investigadores y miembros de asociaciones profesionales— para que sean parte del programa, cómo hacer seguimiento para asegurar calidad y buena salud, y si es posible aplicar el método en bebés a término.

Los participantes recomendaron promover el entrenamiento en diferentes niveles, como, por ejemplo, incluirlo en el currículo de estudiantes universitarios en ciencias de la salud y otras profesiones, organizar capacitaciones y empoderar a las madres y a sus comunidades, y formar líderes promotores del método en los diferentes sectores.

Consideraron de suma importancia el desarrollo de políticas públicas para implementar el método en todos los hospitales, así como la adopción de una guía práctica actualizada permanentemente y adaptada a las necesidades específicas de cada país, de tal manera que pueda ponerse en práctica con fluidez. Para conseguirlo, proponen una articulación permanente entre el Estado, la academia y los programas canguro, así como la formulación de encuestas periódicas para responder a las necesidades de los diferentes actores que intervienen en el proceso. En ese sentido es prioritario implementar indicadores de calidad que promuevan estándares de excelencia.

En los hospitales, además de contar con unas instalaciones adecuadas para albergar a las familias canguro, los participantes hicieron énfasis en la importancia de contar con un grupo interdisciplinario que incluya neonatólogos,psicólogos, oftalmólogos, fonoaudiólogos, trabajadores sociales, entre otros,que puedan atender oportunamente las necesidades de los pacientes.

No faltaron más ideas como las expuestas para implementar con éxito el Programa Madre Canguro en diferentes países y superar las barreras que se encuentran sus líderes por el camino. Cada uno delos siete grupos entregó sus recomendaciones consensuadas, y el pediatra J.M. Lozano hizo énfasis en algunos puntos esenciales.

El primero tiene que ver con la importancia de involucrar en el Programa no solamente a los tomadores de decisión, investigadores y profesionales, sino recibir el apoyo incondicional de organizaciones internacionales, universidades, padres de familia y, en general, la sociedad civil. Para lograrlo, retomó el sentir de los participantes proponiendo el diseño de una estrategia de comunicación versátil y asertiva con mensajes sobre ideas clave para los diferentes sectores involucrados y aquellos que es necesario involucrar; invitó además a aprovechar todos los espacios posibles para entregar el mensaje de las bondades del Método Canguro y recolectar adeptos; propuso identificar centros que sirvan de modelo para replicar en otras instituciones de salud.

En segundo lugar, llamó a los participantes a promover el aumento de la conciencia ciudadana frente a los beneficios del método canguro, con base en la evidencia científica. Esa es la tarea que deberán continuar los participantes hasta que se vuelvan a encontrar en el siguiente congreso, que tendrá lugar en 2020 en la ciudad de Manila, en Filipinas.

Familia canguro

El Canguro se vive en familia

Por: David Mayorga  |   Fotografía:  Daniel Garrido


Los González López han pertenecido al Programa Mamá Canguro por partida doble. Los cuidados iniciales que tuvieron con su hija repercutieron para que ella brinde hoy, desde la psicología, una ayuda esencial a las madres primerizas a través del empoderamiento individual y familiar.

A esa hora todo andaba con mayor lentitud. Los carros se mezclaban con busetas, colectivos y ejecutivos en una frenética competencia por avanzar e impedir que el semáforo en rojo los detuviera; los peatones recibían todos los pitos y el smog mientras trataban de leer los posibles destinos en las tablas de cada ruta; allá arriba el sol corría a esconderse. En medio de esta selva de cemento y confusiones, Ignacio González trataba de llegar lo más rápido posible a la cita con su hija. Bajaba las escaleras del bus, se aflojaba la corbata, avanzaba por entre el andén, esquivaba a los transeúntes que buscaban transporte en la avenida Caracas, en pleno corazón de la Bogotá de los años 90, y entraba al edificio blanco de tres plantas.

Respondía las preguntas de rigor, caminaba por los pasillos que se sabía de memoria y subía a la sala de incubadoras. Adentro, las mujeres que cuidaban la evolución de sus hijos lo miraban entrar con su sonrisa, mientras se quitaba el saco y la corbata, abría su camisa y saludaba a la pequeña María Alejandra; entonces abría la máquina, tomaba a la bebé, la acercaba al pecho y se quedaba contemplándola un buen rato. De la nada, brotaban de sus labios los versos tantas veces repetidos por Vicente Fernández:

Es mi niña bonita, con tu carita de rosa.
Es mi niña bonita, cada día más preciosa.
Es mi niña bonita, hecha de nardo y clavel.  
Es mi niña bonita, es mi niña bonita, ¡cuánto la llego a querer!…”.

“Siempre había un grupo grandísimo de señoras, por lo menos unas 30 ahí junto a las incubadoras, y yo era el único que me atrevía a desconectarla, a sacarla y metérmela en el pecho. Yo me sentaba con mi bebé y me ponía a cantarle, no solamente canciones infantiles sino también modernas, rancheras… Las señoras me miraban raro, creían que estaba borracho”, recuerda hoy, 20 años después, con esa sonrisa que vuelve a dibujarse en su rostro al retroceder el tiempo en su memoria y volver a aquellos primeros días en que salía del trabajo para llegar lo más rápido posible a la Clínica Magadalena, en Teusquillo.

Solo que su sonrisa la contesta hoy una mujer joven, de pelo castaño, largo, y ojos encendidos. María Alejandra González escucha con atención la historia de cómo la suya se convirtió en una Familia Canguro.


Algunos días atrás, en un taxi, Sandra López se dirigía hacia la Clínica San Pedro Claver (hoy Hospital Méderi). La que había sido una mañana común y corriente en su trabajo se interrumpió cuando sintió que algo iba mal. Por teléfono, su esposo la convenció que lo mejor era ir al médico para evitar cualquier complicación con su embarazo. Todo cambiaría tan pronto la vieron los especialistas y le informaron que había roto fuente. “Me dijeron que tenía un embarazo de alto riesgo, pues me había quedado sin líquido”, recuerda.

Las siguientes fueron horas de total confusión: mientras Sandra, en la sala de maternidad, era sometida a una observación constante, afuera, en la sala de espera, Ignacio buscaba sin éxito alguna noticia sobre el estado de salud de su esposa. “Ya a las 10:00 de la mañana de ese día no supe nada más. Estuve esperando todo el día y toda la tarde”, comenta él, mientras su mirada se pierde.

Por aquellos días de finales de los años 90, ambos eran una pareja de jóvenes profesionales (él, abogado; ella, arquitecta) ad portas de tener su primer hijo. La época de embarazo de Sandra no tuvo mayores complicaciones y sí todos los cuidados caseros que su esposo y su familia le ofrecían, hasta el día en que les informaron que todo iba mal. La noticia los cogió tan de improvisto que ni siquiera llevaron los implementos requeridos para la labor de parto. En la sala de espera el reloj daba vueltas sin que nadie dijera nada.

“Lo primero que pensé es que me iban a tener que hospitalizar unos días y que me iba para la casa, pero nunca imaginé que fuera a nacer el bebé, y más faltándole dos meses”, explica ella. La noche llegó y el silencio continuó.

No fue sino hasta la mañana siguiente que a Ignacio le dieron la buena nueva: era papá de una niña. Pero la emoción no sería completa, pues debido a su nacimiento prematuro y su bajo peso (poco más de 1.000 gramos), necesitaba una incubadura. Más tarde le darían otra noticia preocupante: ante el alto pedido de máquinas y el riesgo de que adquiriera una enfermedad de otros neonatos prematuros, era necesario trasladarla a una institución médica con más capacidad, como La Magdalena.

Tres días más tarde, Ignacio vería por primera vez a su hija. Tan pronto lo dejaron entrar a la unidad neonatal, fue directo al cuarto donde una máquina protegía a los recién nacidos antes de tiempo. “No había nombres ni nada pero ese sentimiento fue espectacular cuando empecé a ver a todos esos niños tan pequeñitos… En un momento me paré junto a una incubadora y vi a la niña, me pareció un ángel. Eso fue lo mejor que me pudo pasar: verla tan chiquitita y tan indefensa. Ahí me di cuenta de que era papá”.

Así llegó María Alejandra González al mundo, el 22 de julio de 1998. Y aún tendrían que pasar varios meses para que pudiera respirar, llorar, balbucear y vivir en él.


La emoción de convertirse repentinamente en padres primerizos fue complementada con indicaciones precisas por parte de las enfermeras, quienes los instruyeron a ambos en los cuidados necesarios para que María Alejandra se fortaleciera. La niña tenía que recibir todo el tiempo el calor corporal de sus papás, tomar la mayor cantidad posible de leche materna y sentirse protegida con todos los cuidados recibidos. Así entró la familia González López al Programa Mamá Canguro (PMC), la innovación colombiana que desde 1978 ha aumentado la esperanza de vida de los bebés prematuros y que, para la época, se había convertido en una política acogida por el hoy desaparecido Instituto de Seguros Sociales (ISS).

En sus primeros meses de vida el gran obstáculo para María Alejandra era el frío: sino mantenía el calor corporal podía bajarse gravemente de peso. “Tuvimos que forrar toda la habitación de la niña con cobijas, porque en ese tiempo no teníamos calefacción”, explica Sandra, y añade que los cuidados requerían una precisión especial, pues su esposo la relevaba y acogía a la bebé en su pecho cuando ella tenía que realizar otra actividad, como bañarse; también requirió grandes sacrificios, pues la mamá debía dormir sentada, abrazada a su hija, para evitar que la niña sufriera un ataque repentino de apnea.

Los controles de rutina los hacían en la Clínica San Pedro Claver, más exactamente en la Casita Canguro: la hoy mítica instalación en la que los impulsores del PMC enseñaron a cientos de padres los detalles básicos para mejorar las vidas de sus bebés prematuros o con bajo peso: “Era hermosa, haga de cuenta una casita de muñecas. Había demasiada gente, muchos, muchísimos niños. Las camas eran verticales y allí los acostaban, los desvestían, pesaban y les medían la cabeza”, comenta Sandra.

Esta fue la rutina que la familia González López vivió durante el primer año de vida de María Alejandra, la misma que han seguido miles de familias en Colombia y en los más de 50 países en los que el programa se ha implementado. La literatura científica y las investigaciones adelantadas por los impulsores del método han demostrado que, más allá de mejorar las condiciones de vida de los pequeños pacientes, sus beneficios continúan conforme van pasando los años.

“Dentro de los resultados obtenidos se encontró mayor duración de lactancia materna, mejor ambiente y relaciones familiares, mejor autoestima y desarrollo armónico entre identidad como adolescente y como madre o padre, y el desarrollo integral del niño acorde con los signos preestablecidos”, explica Martha Cristo, magíster en psicología clínica, investigadora de la Pontificia Universidad Javeriana y una de las más activas difusoras del PMC.

Para 2003, los González López regresaron al programa. Esta vez con Daniel, su segundo hijo, quien también nació de forma prematura y tuvo que pasar sus primeros días conectado a un respirador mecánico por cuenta de una grave enfermedad respiratoria. “Duró más de 20 días hospitalizado. No lo podíamos sacar de la incubadora porque estaba entubado completamente, con más de cinco mangueras conectadas, lo único que podíamos hacer era hablarle mucho… No tenerlo en el pecho era más complicado, pero igual, él salió bien de eso”, explica Ignacio.

Una vez superada la crisis, Daniel accedió a los cuidados del programa bajo la misma modalidad que vivió su hermana, con el contacto piel a piel por parte de su familia, las recomendaciones precisas sobre lactancia y las instrucciones del masaje corporal para afianzar la relación afectiva con sus padres.

Y después, al cabo de un año, cuando la familia completó su segunda experiencia en el programa, llegaron los días plenos: los del colegio, las fiestas de cumpleaños, las peleas y las pilatunas entre hermanos, los viajes y todos aquellos momentos que permanecen grabados en sus memorias y consignados en las múltiples fotografías que componen su álbum familiar: aquellos que los han convertido en una Familia Canguro, tal como lo atestigua Sandra: “Ambos se quieren mucho pero están separados en este momento, porque nosotros estamos en Villavicencio y Alejita, aquí en Bogotá, por el estudio. Pero la suya es una relación normal de hermanos”.


En el último año, María Alejandra ha tenido que esquivar a varios transeúntes en el andén, subir las escaleras, responder las preguntas de rigor, caminar por pasillos que sabe de memoria y entrar a la unidad neonatal del Hospital Universitario San Ignacio, donde se desempeña como practicante del Programa Mamá Canguro. Es un paso previo para graduarse como psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, también una oportunidad para brindar un poco de su experiencia, y la de su familia, a quienes apenas están recorriendo este camino.

“Siempre llegan diferentes historias al programa. Me hacen pensar en mis papás, y es imposible que a uno no se le muevan todos esos sentimientos…”, explica. Ella es una de las primeras caras con las que se encuentran las mamás recién ingresadas; su labor consiste en fortalecer, a partir de diversas actividades como entrevistas, ejercicios prácticos y sesiones de interacción, los vínculos entre la madre (muchas veces adolescente), el padre, sus demás parientes y el bebé prematuro. “No es solamente escuchar; también es, a través del discurso y de lo que he aprendido, empoderar a la familia”.

A través de esas preguntas ella ayuda a identificar los factores protectores y de riesgo, para intervenir, desde el punto de vista psicológico, en el cuidado y perfecto desarrollo del bebé. Este trabajo se suma al de pediatras, enfermeras, trabajadores sociales, entre otros, que ayudan a toda una nueva generación de familias Canguro a mejorar sus perspectivas de vida. “El personal en salud está preparado para brindar orientación, apoyo emocional y acompañamiento permanente a la madre y su familia”, explica Cristo.

Como parte de su práctica, María Alejandra adelanta con las mamás del programa una investigación sobre el duelo simbólico y anticipado: las ayuda a enfrentar ese sentimiento de culpa producido por el nacimiento antes de término, con el cual se hacen trizas todos los imaginarios que había ido construyendo durante el embarazo (un bebé sano, rozagante, una familia unida en torno a la nueva vida que comienza a palpitar, ella misma abrazando con alegría su nuevo rol de madre). Pero ver a su bebé tan frágil y pequeño, a menudo conectado a miles de cables que soportan su vida, hacen que se cuestione no solo como mamá, también como persona.

“En este caso el niño no muere, pero, al verlo tan frágil, la madre se prepara psicológicamente para que muera. A esto le llamamos duelo anticipado”, explica María Alejandra. Con sus entrevistas y las de sus compañeros a 100 pacientes, ha ayudado a diseñar un protocolo inicial de atención, una especie de guía explicativa sobre lo que les depara el programa, para pasar a una intervención psicológica profunda de acuerdo con cada caso en particular. “Con esta investigación pretendo que la madre reconozca cuáles son sus recursos personales para afrontar esa pérdida simbólica”, añade. Esta es su forma de contribuir al programa que la fortaleció físicamente en sus primeros días de vida y que consolidó la unión de su familia. “Quisiera, ya cuando salga a ejercer mi carrera, seguir en el programa, y sentarme con una mamá y decirle que tiene el poder para hacer muchas cosas, que entre las dos lo vamos a descubrir”, explica.


María Alejandra, junto a su mamá, su papá y su hermano, vuelven a mirar las fotografías del álbum familiar. Son abundantes las imágenes de aquellos días difíciles, en los que transmitir el calor corporal era sinónimo de vida, en los que los temores se iban diluyendo entre abrazos, arrullos y canciones. Esos días en que aprendieron, día a día, a ser una Familia Canguro.

“Sólo verlos tan chiquitos, tan indefensos y tener que ponerlos en el pecho… Es una sensación inexplicable”, asegura Sandra, mientras sus ojos brillan de emoción. “Ponerse al bebé en el pecho brinda una energía inexplicable porque, sentir su corazoncito, que se estira, que está mirando, cuidar que no vaya a dejar de respirar… El sacrificio es grandísimo”.

De la A a la Z

Mamá Canguro, de la A a la Z

Por: Ana Lucía Ñustes – Eduardo Andrade  |   Ilustraciones:  Phillip Charry  |  Fotografía:  Cortesía Nathalie Charpak 


¿Para qué sirve  el Programa Mamá Canguro? ¿Quiénes pueden hacer parte de él? ¿Solo funciona con las mamás? Si usted ya se había hecho estas preguntas, está en el lugar indicado: de la mano de investigadores expertos, recorreremos el origen, desarrollo, cambio y curiosidades de este programa. ¿Aceptas el reto?

En 1978 el neonatólogo colombiano Édgar Rey creó el Método Mamá Canguro, una técnica esencial para mejorar la calidad en los primeros instantes de vida de los bebés prematuros y con bajo peso al nacer. Su practicidad y resultados positivos lo han convertido en un modelo a seguir en más de 50 países del mundo. De hecho, en 1991, el Programa Madre Canguro (PMC) recibió el Premio de Salud Sasakawa, concedido por la OMS, debido a su contribución en disminuir la mortalidad de neonatos en el mundo.

Este programa, que en 2019 cumple 41 años de existencia, se ha convertido en un modelo a replicar. Pesquisa Javeriana le rinde un homenaje buscando que su audiencia comprenda los elementos esenciales del PMC.

1 ¿Para qué sirve el método mamá canguro?

a. Mejorar la lactancia materna.
b. Favorecer el vínculo madre e hijo.
c. Intervenir física y emocionalmente a los recién nacidos.
d. Todas las anteriores.

2 ¿Por qué se llama “Madre Canguro”?

a. En otros países se llama así.
b. Debía tener un sello colombiano.
c. La propuesta es similar a lo que las mamás canguro hacen por sus bebés/crías.

3 ¿A quién va dirigido el programa actualmente?

a. Niños menores de 37 semanas y de menos de 2.500 gramos al nacer.
b. Niños prematuros de bajos recursos.
c. Niños mayores de 2000 gr. 

4 ¿Los bebés solo pueden ser acompañados por las madres?

a. Sí, solo pueden ingresar las madres para alimentar a su bebé.
b. No, también pueden ingresar los padres por ciertos periodos de tiempo.
c. No, pueden ingresar los padres y otros miembros de la familia.

5 ¿Qué profesionales de la salud acompañan en el Programa Mamá Canguro?

a. Solo pediatra.
b. Pediatra y enfermera/o.
c. Pediatra, enfermero, psicólogo y otros.

6 ¿El método de mamá canguro es científico?

a. Sí, fue comprobado con estudios.
b. No, es totalmente empírico.

7 ¿El método mamá canguro es riguroso?

a. Sí, porque se evalúa la calidad del servicio.
b. Sí, porque se sistematiza toda la historia clínica y se comparte con otros países.
c. No, porque sólo se toman los datos básicos del bebé.

PROFUNDIZA

8 ¿Qué es la vinculación afectiva?

a. Lazo entre el médico y el niño.
b. Lazo entre el niño y su cuidador.
c. Lazo entre necesidades físicas y las necesidades emocionales.

9 ¿Cuáles son las condiciones para construir el vínculo?

a. Atender a las necesidades básicas del niño, a los cambios ambientales y a las condiciones de la madre.
b. Solo con atender a las necesidades básicas es suficiente.
c. Atender a necesidades básicas y a cambios en el ambiente.

10 ¿Cuáles son las condiciones para la sensibilidad materna?

a. Personalidad de la madre.
b. Personalidad del niño.
c. Todas las anteriores.

El equipo canguro está compuesto por un grupo de profesionales que ponen alma y conocimiento en un solo lugar para apoyar a madres, padres y familias en el proceso de cuidado de los bebés prematuros. En este equipo cada miembro cumple una función importante y entiende que su trabajo es una pieza esencial de ese gran engranaje. Cada miembro comprende que detrás de su labor hay un proceso de resignificación de lo que implica ser padres, ser hijos e, incluso, una familia.

Efectos psicológicos

Los beneficios ocultos del contacto piel a piel

Por: Ximena Montaño R.  |   Ilustraciones:  Phillip Charry


Diferentes estudios científicos han demostrado que el Método Mamá Canguro no solo mejora la sobrevivencia de los bebés prematuros, también es clave en la formación cerebral, emocional y psicológica del niño y de su familia.

La prueba de embarazo marca positivo y desde ese instante empiezan a revolotear en los padres sentimientos como la ansiedad y el miedo a equivocarse. Clandestinamente, como cuando un ruido apabullante interrumpe la calma, van apareciendo preguntas sin respuestas precisas que alientan el nerviosismo; también llegan los consejos del amigo, la prima, el tío, la abuela e incluso el vecino en su deseo por traer tranquilidad. Y, aunque en el 90% de los casos el embarazo cursa sin problema, no siempre es así.

Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), cada año nacen en el mundo unos 15 millones de bebés de forma anticipada, es decir, en 10 nacimientos, más de uno se da antes de la semana 37 de gestación; ellos son denominados niños prematuros o pretérmino. Otros nacen en la deseable semana 40, pero con un peso por debajo de los 2.500 gramos: se trata de bebés pequeños para su edad gestacional, indica Martha Cristo, máster en psicología clínica y profesora de la Pontificia Universidad Javeriana.

“En su primer mes de vida estos niños tienen más posibilidades de mortalidad infantil y, si sobreviven, pueden presentar algún tipo de problema a nivel físico, neurocomportamental, psicosocial o problemas crónicos en la edad adulta”, explica. Todo se inicia con las contracciones antes de tiempo y, aunque dolorosas, la premura se centra no solo en que el dolor desaparezca sino en que el bebé no nazca en ese momento. Sin embargo, en el hospital, se esfuman las posibilidades de detener el parto para que el pequeño alcance la deseada semana 40; a las pocas horas la mujer es intervenida y da a luz.

Lo que sigue es una mescolanza de sentimientos, es la grandeza de haber traído una vida al mundo acompañada de la fatiga que implica. El amor puro y genuino, pero también el desconsuelo: “Soy una mala madre, no pude traerlo bien, no está sano por mi culpa”, son algunos de los relatos que Martha Cristo escucha en el Programa Madre Canguro Integral (PMCI) del Hospital San Ignacio de Bogotá, pues acompaña casos como estos a diario.

Ahora es momento de verlo por primera vez, el corazón se acelera y los picos de emoción detonan, no hay amor comparable. Pero la imagen idealizada que los padres empezaron a soñar cuando supieron que tendrían un hijo se desvanece de sopetón. El niño o niña regordete, de cachetes rosaditos, de ojos abiertos y manos suavemente expresivas ahora es un pequeño que revela más fragilidad de la imaginada. Su piel es delgada, fina, arrugadita y sus uñas blandas dejan ver unas manos débiles y sin fuerza. En algunos casos la proporción de su cabeza puede parecer grande para el tamaño de su cuerpo, su tono muscular es bajo y tiene poca cantidad de grasa, por lo que sus movimientos son limitados. El momento tan esperado de ver a su hijo después de dar a luz se convierte en un caos desconcertante, donde el amor está acompañado de culpa, mucha culpa y angustia por lo que sucederá después.

El parte médico indica que el pequeño, además, presenta una inmadurez en sus órganos y esto le dificulta el control autosuficiente de su temperatura corporal, el manejo de la respiración y la alimentación, entre otros problemas. Desde ese momento tendrá que estar internado en una Unidad de Cuidado Intensivo y aferrado a máquinas y cánulas. “La madre siente culpa de ver a este bebe chiquito, con tubos y cables. Ella se siente mal por lo que ve que le pasa a su hijo”, afirma la médica francesa Nathalie Charpak, directora de la Fundación Canguro y coordinadora científica del PMCI.

Uno de los órganos altamente afectados es el cerebro y su desarrollo. De aquí que a lo largo de la vida aparezcan ‘verdades’ como “si al niño le va mal en el colegio, es porque fue prematuro”, “si el niño es irritable, es porque fue prematuro”, “es incapaz porque fue prematuro y toda la vida lo será”. “Le dicen al niño que siempre va a ser especial hasta que él mismo se lo cree”, afirma Cristo.

El cerebro del bebé prematuro

El cerebro del bebé es como un cultivo en plena germinación. Al igual que la semilla, el feto necesita un ambiente y tiempo adecuados para llegar a su punto ideal de formación; sin embargo, si en un momento inesperado ese cultivo recibe un fungicida que impide el crecimiento, un corto circuito se genera en el desarrollo y es necesario brindar los cuidados y tratamientos necesarios a la tierra para que en algún momento la siembra dé sus frutos. Cuando el prematuro nace antes de la semana 37, produce el mismo efecto del fungicida en el cultivo: todo el proceso de desarrollo cerebral se ve interrumpido y es necesario un acompañamiento tan delicado por parte de su madre y familiares como el que el campesino tiene que hacer a su parcela para que las semillas sigan creciendo.

Una de las partes esenciales del cerebro humano son las circunvoluciones o surcos, una especie de hendiduras que empiezan a formarse desde la novena semana de gestación hasta el nacimiento y favorecen la acumulación de neuronas, lo que influye en la capacidad cerebral que tendrá el niño para procesar información en el futuro y desarrollar sus habilidades cognitivas.

A las 26 semanas de embarazo, dichas circunvoluciones no están completamente formadas. “En este momento el cerebro tiene solo unos pequeños surquitos y, a medida que se crean procesos en los que aparecen nuevas neuronas, el cerebro del niño se va convirtiendo en uno más corrugado, con más surcos y, sobre todo,con mayores conexiones cerebrales”, explica Cristo. Mientras el cerebro de un niño que ha nacido a término (semana 40) tiene una estructura cerebral completa, el del prematuro, no.

En el curso de la gestación, a la par que la futura madre se prepara para el momento de dar a luz, el desarrollo del bebé no se detiene. Y es en la semana 34 que procesos casi espléndidos suceden, por ejemplo, las 40.000 conexiones entre una neurona y otra célula que se generan cada segundo, y con ellas, cantidades enormes de información circulando de un lado al otro con gran intensidad.

Para esos días también hay una poda neuronal, proceso que destruye todas las células dañadas, evitando la aparición de enfermedades y permitiendo mejores conexiones. En esa época también se producen las vainas de mielina que cumplen la función de facilitadoras para que la información llegue a su destino y se generen impulsos nerviosos rápidos. Si estas no se forman o se dañan, es como pasar de andar en avión a recorrer largas distancias en carro, pues los impulsos se vuelven más lentos y llegan más tarde. 

Y entre el sexto y el noveno mes de gestación se termina de desarrollar el lóbulo frontal, encargado de que aprendamos, planeemos y pensemos, como también el cuerpo calloso, el cual conecta la información de un hemisferio con otro. “Por ejemplo, si te dicen que tienes que patear un balón con el pie izquierdo, tomas la orden y se va al hemisferio izquierdo donde está el lenguaje. Ahí te imaginas cómo vas a patear, esto lo haces desde tu hemisferio derecho y luego realizas la acción”, explica Cristo.

Pero como el prematuro ha abandonado el útero antes de tiempo, las circunvoluciones no se generan del todo, la mielinización no se complementa y el cuerpo calloso no puede transferir la información de la forma esperada entre un hemisferio y otro. Por esto, a los pequeños que nacen antes de tiempo se les dificulta más controlar sus acciones: “Algunos de ellos no se pueden quedar quietos y tienen problemas de hiperactividad; si escriben, se demoran más y, por lo general, no les alcanza el tiempo para hacer los exámenes; o cuando tienen que hacer alguna cosa, no la hacen con la precisión que la haría un niño a término”, asegura Cristo.

No queda duda de que el bebé prematuro necesita ser asistido para sobrevivir fuera del útero materno, soportar el nuevo ambiente al que se ve enfrentado y terminar de desarrollarse a nivel cerebral, pulmonar y demás órganos a los que les quedó faltando el centavito para el peso. Entonces la solución convencional es quedarse en el hospital hasta que alcance la maduración.

Método Mamá Canguro, la otra solución cargada de amor  

Camila nació prematura y su cuerpo no se desarrolló completamente. Fuera del útero todo le resulta más difícil, moverse con tranquilidad, respirar y comer. La incubadora no es como su mamá, allí la soledad es abrumadora y las voces de quienes solían acercarse a la barriga de su madre para hablarle ya no están. Han cambiado por el sonido titilante de una máquina que lanza un bip intermitente, nada parecido a las canciones de cuna que podría estar escuchando en casa.

Ella lucha por estabilizar la temperatura de su cuerpo y alcanzar el desarrollo completo de su cerebro, pulmones, ojos y oídos; sin embargo, la tensión en sus manos, la expresión facial y su respiración apurada solo son muestra de un alto nivel de estrés. Tendrá que pasar los primeros meses, incluso tres, en este ambiente hasta que se estabilice.

Por su parte, Miguel, que nació en las mismas condiciones que Camila, está recibiendo todos los cuidados necesarios de su madre, padre, abuela y hermano. Pasó sus tres primeros días en incubadora y ahora puede ir a casa en brazos de sus padres; eso sí, tiene que cumplir controles a diario. Esto es posible gracias al Programa que incluye Método Mamá Canguro, creado en Colombia en 1978 como una alternativa para lograr la supervivencia de los bebés prematuros ,ofrecerles mejor calidad de vida y fortalecer el servicio en términos de hacinamiento por la cantidad de casos que se presentaban.

A medida que el método se dio a conocer a nivel internacional, los países desarrollados desconfiaron pues uno de los peligros más temibles no era su eficacia, sino que fuera tan sencillo, artesanal y primitivo, y que proviniera de un país subdesarrollado. Pensaban que estaba dirigido solo a personas de bajos recursos, desconociendo que no hay lugar más pintoresco y favorable para un bebé que el calor humano y el amor de la familia, independientemente de su estrato socioeconómico. Hoy, 41 años después, “más de 30 países en el mundo han implementado esta metodología a partir del entrenamiento recibido en Colombia”, dice Cristo.


Según la OMS, la prematuridad es la primera causa de mortalidad en los niños menores de cinco años en casi todos los países que disponen de datos fiables al respecto.


En este proceso hay pasadizos difíciles. Al inicio, los padres del prematuro solo transitan por callejones oscuros que parecen no tener salida: todos imaginan llevar a su hijo a casa sin ninguna complicación después del parto para luego asumir la vida de padres que siempre soñaron, pero en lugar de esto han tenido que cambiar ese sueño por días y noches en el hospital buscando la mejoría de su hijo. Sin embargo, en el camino van apareciendo los callejones más bonitos que desembocan en una mejora evidente.

El principal atractivo de este mágico recorrido por el mundo maternal y paternal del prematuro son sus componentes que lo hacen casi mítico, pues están basados en lo que Edgar Rey, hijo del creador del método, denomina el triángulo de oro de la neonatología: el amor, el calor y la leche materna. Esto, representado en la posición canguro o contacto piel a piel durante 24 horas al día en posición vertical, asegurando la temperatura adecuada para el bebé; la nutrición canguro, apoyada en la lactancia materna exclusiva (siempre que sea posible) y la procura de una salida temprana del hospital en posición canguro, con un estricto seguimiento ambulatorio en el servicio del PMC.

El Método Mamá Canguro (MMC) tiene dos etapas: una que va de la cero a las 40 semanas de nacido, denominada cuidado canguro, con una parte intrahospitalaria y una ambulatoria, la primera cumpliéndose cuando el niño llega al término o alcanza los 2.500 gramos, según el caso. “En este seguimiento continuamos favoreciendo y protegiendo el desarrollo cerebral con la posición canguro, que es el sello distintivo del MMC, al igual que con la nutrición basada en la leche materna y buscando y detectando patologías propias de esta edad. Apoyamos a la madre en crisis, a la familia, les damos educación continua acerca de temas de interés en salud; además dictamos diferentes talleres para padres adolescentes y para los hermanitos, con el fin de ayudarlos a adaptarse a la nueva situación de la familia”, afirma la pediatra Lyda Teresa Rosero, quien hace parte de la Fundación Canguro desde hace 23 años. 

La segunda fase va desde las 40 semanas hasta que completa los 12 meses, se llama seguimiento de alto riesgo y es ambulatoria. En esta, añade Rosero, “continuamos el seguimiento hasta el año de edad corregida, acompañándolos en su crecimiento y desarrollo. Con exámenes podemos detectar a tiempo problemas auditivos, visuales, neurológicos, etc. Luego los enviamos oportunamente a las diferentes subespecialidades, al igual que las remisiones a las terapias que sean necesarias”. Ambas etapas son complementarias y todo es posible gracias al equipo multidisciplinario que los acompaña.  

Los contrastes emocionales en los padres no se detienen tras el nacimiento, pues durante el proceso surge la confrontación del dolor que perturba las noches porque el bebé no completó su periodo de gestación frente al gran orgullo de verlo mejorar a su lado con el calor del cuerpo humano. Las expresiones son fascinantes: ver cuando madre, padre, hermano(a) o abuela, con ternura y delicadeza, sacan a su pequeño, que no para de llorar, de la incubadora o cuna, según la gravedad. Lo alzan y lo ponen en su pecho haciendo contacto piel a piel, e inmediatamente la respiración agitada, el llanto y la temperatura empiezan a cesar y regularse finalmente por la seguridad que solo el amor le genera.

Este proceso se logra observando y siendo consciente de cada una de las cosas que está pasando con el recién nacido, sus comportamientos y sus llamados. “Cuando yo observo eso, el recién nacido comienza a autorregular sus comportamientos y el cuidador genera un bienestar inmediato en él, se tranquiliza y, paralelo a eso, la interacción entre cuidador e hijo es mejor. En la edad adulta nosotros hablamos por medio del lenguaje, pero la expresión del recién nacido es su comportamiento, por eso hay que observarlo, pues es el sistema por el cual yo lo voy a entender y eso va a influir en su desarrollo”, explica la doctora en Psicología Andrea Carolina Aldana.

Cuando los cuidadores notan las señales que el bebé lanza y las atienden oportunamente, forman niños más seguros. Esa es la llamada sensibilidad en la respuesta materna: “La mamá empieza a tener cada vez más capacidad de notar las necesidades de su hijo; el reto está en interpretarlas adecuadamente y, en eso, ellas se vuelven muy hábiles”, afirma Sara Ratti, magister en psicóloga clínica, quien a lo largo de su carrera se ha dedicado a estudiar las relaciones vinculares.

El masaje que fortalece la vida

La estimulación kinestésica es un masaje que se realiza durante el contacto piel a piel, pero también en la incubadora. Aldana, investigadora del protocolo de masaje y del masaje en posición canguro, explica: “La relación padre e hijo se fortalece y la mamá comienza a observar los comportamientos de su hijo y es mucho más consciente de cada uno de sus movimientos. También se presenta un aumento de peso en el prematuro, pues comúnmente, durante los primeros 10 días de nacido, sufre una pérdida fisiológica de peso; los niños que reciben este tipo de estimulación no la sufren, al contrario, aumentan su peso y eso se evidenció hasta las 40 semanas de la edad gestacional. En escalas de estrés y ansiedad de la madre, vimos que, hacia los 12 meses de estar en el PMC, reportaban menores niveles”.


El aceite recomendado para este masaje es del de girasol. A través de goteros se aplican entre 5 y 7 gotas en la yema de los dedos.


Evidencia comprobada

El método por el que los países desarrollados no daban un centavo hoy está revolucionando el mundo científico y de la salud con sus logros. Está comprobado que con él disminuyen los días de hospitalización, se favorece la estabilidad fisiológica y aumenta el peso del neonato; además, hace niños más tranquilos, que pasan despiertos más tiempo y en alerta, con menos llanto y menores niveles de estrés, expone Aldana.

“La familia que ha venido de una experiencia traumática con el parto prematuro y los riesgos neonatales, se empodera de sus roles parentales. Los padres que han cargado a sus bebés transforman su entorno haciéndolo más estimulante para un mejor desarrollo neuropsicomotor, encuentran más satisfacción al saber que son parte activa en el progreso y desarrollo de sus hijos”, complementa Rosero.

Así mismo, el Programa ha demostrado la importancia de que la madre tenga algún tipo de interacción con su hijo antes de los tres días de nacido, inclusive estando en cuidado intensivo; de lo contrario, no se desarrollará una parte del vínculo entre madre e hijo, dice Cristo, a lo que añade: “Ella tiene que verlo y tiene que sentirlo”.

En este momento, la parte más importante para el mundo científico es el hecho de que el MMC ha demostrado ser un protector cerebral que se extiende hasta los 20 años de vida. Así fue reconocido en el XIII Encuentro Internacional en Método Madre Canguro, que tuvo lugar en la Javeriana entre el 14 y el 19 de noviembre de 2018.

Eso significa que “a través del Programa y el contacto piel a piel le das al bebé un ambiente lo más adecuado posible para que el cortocircuito cerebral que experimenta no tenga efectos tan dañinos, sino que continúe el proceso. Esto lo demuestran estudios con prematuros 20 años después de haber pasado por el Programa, quienes presentan mejores conexiones en el cuerpo calloso que aquellos que no tuvieron acompañamiento”, aclara Cristo.

De hecho, “en el estudio Pediatrics 2017, los resultados 20 años después de haber participado en el PMC, evidencian cómo las familias son más estimulantes y protectoras durante todo este tiempo al aplicar el MMC. Los jóvenes tenían menos comportamientos antisociales y cambios en su estructura cerebral con mayor volumen del núcleo causado, por lo que el MMC debería iniciarse lo más pronto posible para reducir alteraciones médicas y psicológicas”, concluye Rosero.

Aldana, por su parte, explica: “En la edad adulta hay unas decisiones clave que debemos tomar en cuanto al desarrollo profesional o la vida emocional, y a veces encontramos personas inseguras. Posiblemente esto tiene que ver con la autorregulación que tuvo el niño en su infancia”.

Los profesionales en salud son mediadores para ayudar a las madres y familias a fortalecer esos procesos infantiles, pues, como han explicado las expertas, la forma en cómo cuiden a sus hijos incide significativamente en el desarrollo de la edad adulta para tener mejor control de sus emociones, mejores relaciones sociales y no ser víctimas de inseguridades. 

“No buscamos que nuestros niños sean presidentes de la República o científicos, queremos que sean lo mejor que puedan ser, y el Programa Mamá Canguro, aunque no es un reemplazo de los cuidados en salud, es un complemento de lo que debe implementarse en todos los sitios donde se quieran maximizar sus oportunidades. Además, aquí no solo aprenden los papás y salen fortalecidos los hijos, aquí aprendemos todos”, afirma Cristo con una sonrisa en su rostro.

Infografía

Historia de una alternativa de vida

Por: Pesquisa Javeriana  |   Infografía:  Phillip Charry


Surgido en Colombia a finales de los años 70, el Método Mamá Canguro ha consolidado una revolución silenciosa al brindarles una segunda oportunidad a los bebés prematuros. Así se consolidó la técnica que ha sido acogida por más de 50 países.

Fue en 1978 que el médico colombiano Édgar Rey diseñó el Método Mamá Canguro, una opción sencilla y efectiva para darles una segunda oportunidad a los bebés prematuros y sus madres. Asemejando la bolsa de un canguro, la técnica le brindaba al neonato el calor necesario para superar los momentos críticos de su llegada a la vida gracias al contacto piel a piel con su mamá.

Esa idea, que con el tiempo demostraría ser revolucionaria, se fortaleció gracias al trabajo investigativo de diversos especialistas y tomadores de decisiones, quienes lo convirtieron en una opción real diferente a las máquinas incubadoras. La alta eficacia del método, incluso, se ha visto representada en premios internacionales.

Pesquisa Javeriana rinde un tributo a la historia de este método profundamente colombiano con la siguiente infografía:

Cangurear

De Colombia para el mundo, el Programa Mamá Canguro

Por: Lisbeth Fog Corradine  |   Fotografía: Cortesía Nathalie Charpak


El seguimiento a los bebés canguro luego de dos décadas demuestra los beneficios de estar cargado piel a piel sobre el pecho de la madre. Amor, calor y leche materna, el triángulo del éxito.

El verbo ‘cangurear’ existe en el vocabulario de todo aquel que ha tenido algo que ver con el Programa Mamá Canguro (PMC), una innovación que nació en 1978 en Colombia y hoy beneficia a bebés prematuros de más de 50 países.

Las innovaciones surgen para responder a necesidades palpables y, como en este caso, no es necesario ser muy creativo sino tener sentido común. Así lo expresaba el pediatra que empezó a recomendarle a las mamás de sus diminutos pacientes que pusieran a su bebé piel a piel en su pecho 24-7. Si la naturaleza trae a los marsupiales hembras con una bolsa natural para que termine su gestación, recuerda el odontólogo Edgar Rey López de Mesa, refiriéndose a las reflexiones de su padre, Edgar Rey Sanabria, “pues creémosle la bolsa artificial a las mamás, ya sea con una frazada, con un cobertor, hasta con un pañal, lo importante es el contacto piel a piel que asegura ese calor que el bebé requiere”.

Eso significaba convertir a la madre del bebé prematuro en incubadora natural con una inmensa ventaja: la cercanía y el contacto directo, porque ese recién nacido reconoce su olor y siente su corazón. “Él siempre decía que la mayoría de soluciones las tenemos a mano, pero que por ser tan obvias y tan simples no las tenemos en cuenta”, continúa quien es hoy el coordinador general del Hospital Universitario de La Samaritana Unidad Funcional Zipaquirá, y director del Programa Mamá Canguro (PMC) en esa institución.

En ese entonces moría un 30% de los bebés que nacían antes de las 40 semanas, es decir, con bajo peso y sin el desarrollo adecuado de su pulmón, su intestino y su cerebro, entre otros órganos. Generalmente debían permanecer en incubadora, pero las que existían no daban abasto; en algunos hospitales era común encontrar a varios bebes en una misma incubadora, razón por la cual los casos de infección eran frecuentes.

Fue Rey Sanabria, médico pediatra neonatólogo, entonces profesor de la Universidad Nacional y director del departamento de pediatría en el Hospital Materno Infantil, quien propuso lo que él denominó el Triángulo de la neonatología, base de su innovación, para hacer frente a los 30.000 partos al año: el amor de la madre y su núcleo familiar, el calor que le ofrece a su bebé a través del contacto piel a piel y la leche materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida.

Se iniciaba cuando el niño ya estaba estable y podía salir a casa sobre el pecho de su mamá para la regulación térmica, con la prescripción de ofrecerle exclusivamente leche materna. Lo apoyaron entonces los doctores Héctor Martínez Gómez y Luis Navarrete Pérez.

Y como muchas innovaciones, tuvieron fuertes críticas y serias dudas por parte de sus colegas y demás personal hospitalario. Pero la noticia se expandió, médicos de diferentes partes de Colombia hacían turno para conocer el programa; un día de 1987 el doctor Rey recibió la visita de la joven pediatra Nathalie Charpak, quien debía validar su diploma en Colombia y no dudó en hacer su rural en el Materno Infantil para conseguirlo.

“Me quedé impactada por dos cosas: por el bienestar de este niño y la calidad del sueño: estaba aquí, piel a piel, con un sueño profundo y calientico; y también por el orgullo de esas mamás que estaban en la población más pobre, la menos educada, y tenían un empoderamiento increíble de su rol de madre. Aquí fue donde me pareció que sí valía la pena evaluar este programa canguro ambulatorio”, le cuenta a Pesquisa Javeriana la médica francesa, quien hoy es directora de la Fundación Canguro y coordinadora científica del Programa Madre Canguro Integral.

Ella, hoy también profesora ad honorem de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana, hizo su rural en el Materno Infantil en 1989 y propuso una consulta de seguimiento de un año a los bebés nacidos en ese hospital que ingresaban al programa y a un grupo con manejo tradicional. Así demostró que controlando variables como educación y nivel socioeconómico, y teniendo en cuenta que al año es normal que haya una mortalidad de los niños prematuros de bajo peso al nacer, no había diferencia en las estadísticas de muerte pero sí en el sentido de que los bebés canguro eran más chiquitos; sin embargo salían mucho antes del hospital y tomaban exclusivamente leche materna. La pregunta que había que resolver era por qué no crecían a la par con los del método tradicional.

Con fondos de la ONG World Laboratory, Colciencias y la Javeriana, la doctora Charpak apoyada por otros pediatras iniciaron un segundo estudio experimental en la Clínica del Niño, donde montaron la Casita Canguro, y en la Clínica San Pedro Claver, nuevamente con dos cohortes. Los resultados demostraron que bajó el hacinamiento, lo mismo que la infección intrahospitalaria, morían menos bebés del programa Canguro y el desarrollo de su cabeza aparentemente era mejor. “Demostramos que las mamás se sentían más competentes”, enfatiza Charpak. En este momento, 1996, se asoció también el profesor Rejean Tessier de la Universidad Laval, de Canadá, para implementar la evaluación psicológica. “Se cangurizó hasta el hueso”, sonríe. Ahora el propio Tessier participa en los estudios de seguimiento a los 20 años.

Los años 90 fueron una década decisiva para el programa, que comenzó a popularizarse en la Casita Canguro, una casa pre-fabricada de 60 metros cuadrados en el patio de Urgencias de la Clínica del Niño. “Era un espacio muy pequeño”, recuerda la pediatra Sandra Tuirán, quientra bajó allí desde 1997 y hoy es parte del Programa Canguro del Hospital Universitario Méderi. “En esa época teníamos una ambulancia que llegaba con diez, 15, a veces hasta 20 mamás diarias. Éramos aproximadamente unos seis pediatras que trabajábamos en jornada continua”.

Entonces se veían 1.500 niños al año en la Casita Canguro, la misma que en 2001 pasó a la San Pedro Claver y luego al Hospital Méderi, “y sigue allá, un canguro muy bonito”, comenta Charpak.

Considerando que ya era tiempo de institucionalizar el PMC, la doctora Charpak, con el apoyo de los médicos Zita Figueroa de Calume y Juan Gabriel Ruiz, crearon la Fundación Canguro en 1994. Desde allí se ha replicado el método en decenas de hospitales de Colombia y del mundo. En 2001 se montó en el Hospital San Ignacio (HUSI) de la Javeriana, hoy centro de excelencia y entrenamiento en Canguro, donde se atiende y se forma a profesionales en enfermería, psicología, pediatría, neonatología, psiquiatría, entre otros.

La ciencia se toma el Programa Mamá Canguro

Sin evaluación no hay confianza, razón por la cual desde entonces Charpak no deja de solicitar recursos para continuar haciendo investigación y publicar. “Ya tenemos más de 30 artículos científicos con resultados. Es la única manera de convencer, de demostrar que no es la alternativa del pobre y que además está basada sobre evidencia científica”, explica.“Implementar un canguro no es tan fácil, por eso el Ministerio de Salud publicó los lineamientos técnicos para la implementación del Programa Canguro; los tradujimos con apoyo de la Javeriana y los estamos repartiendo”.

Desde los años 90, médicos y tomadores de decisión de 35 países, entre ellos Perú, Brasil, Malawi, Camerún, Gran Bretaña, Suecia y Holanda, han desfilado por el Programa Canguro del HUSI y la Fundación Canguro conociendo, aprendiendo y aplicando el programa en sus países. “Todas las ciudades deberían tener al menos un Canguro ambulatorio. Es una aventura muy, pero muy importante”, remata Charpak. Solo en Colombia hay 53 programas.

En 2014, con fondos de Grand Challenge Canadá, la Fundación Canguro inició una investigación en la que recuperaron el 70% de la cohorte que habían sorteado 18 años antes y que corresponde al primer estudio aleatorio. Con base en imágenes neuronales tomadas y leídas por profesionales de las universidades Javeriana, Andes y Laval, y complementadas con estudios sociales liderados por economistas en salud de la Universidad El Rosario, han evaluado la atención, memoria, coordinación, miedo, depresión, coeficiente intelectual (IQ), educación, apego con la mamá, conducta según los papas, según el joven, según el mejor amigo.


Desde los años 90, médicos y tomadores de decisión de 35 países han estudiado y se han capacitado en el paso a paso del programa, con el objetivo de adoptarlo.Hoy en día, solo en Colombia, hay 53 programas.


Entre las conclusiones destacan que si el bebé tiene una alta desnutrición al nacer, a los 20 años puede verse afectada su memoria, su atención y su IQ, razón por la cual sugieren que, si durante el embarazo no cuenta con la suficiente alimentación, es mejor que nazca, tome leche materna y esté 24 horas cargado piel a piel con su madre, su padre o un miembro de la red familiar. Así mismo han confirmado que el bebé que entró al Programa Mamá Canguro al nacer tendrá volúmenes cerebrales más grandes en su adultez.

Dos de los muchos programas Mamá Canguro de Colombia

El Programa Mamá Canguro del Hospital Universitario de La Samaritana Unidad Funcional Zipaquirá ha sido la salvación para muchas madres y bebés prematuros de bajo peso al nacer que viven en los municipios de la Sabana cundiboyacense. “Había una alta deserción de los canguritos por las dificultades de volver hasta Bogotá para continuar con los controles ambulatorios. Las familias tenían que iniciar su recorrido muchas veces a caballo, tomar varios buses con pañalera, en ocasiones con balas de oxígeno portátiles”, cuenta Edgar Rey López de Mesa.“Como institución pública era inminente cumplir con la responsabilidad social de implementar el programa en Zipaquirá al estilo que lo tenían en Bogotá”.

En octubre de 2016, gracias a un convenio interadministrativo entre la Secretaría de Salud de Cundinamarca y la Fundación Madre Canguro, se entrenó durante tres meses a los profesionales y a partir del 4 de enero del 2017 se abrió el programa. “En este momento tenemos alrededor de 592 bebés canguro que han pasado por esta institución”, le contó Rey a Pesquisa Javeriana. “Se ven resultados espectaculares en la satisfacción del núcleo familiar porque sus niños no se enferman, crecen muy bien, no pierden peso y están rosaditos y sanos”.

El PMC del Hospital Universitario Méderi cuenta con atención interdisciplinaria ofrecida por pediatras, neonatólogos, oftalmólogos, optómetras, fisioterapeutas, enfermeras jefe, nutricionistas que atienden al niño prematuro o de bajo peso al nacer desde el primer momento. “Esos niños que llegan con sus padres, con su madre o con los cuidadores desde las Unidades de Cuidado Intensivo neonatal”, explica la médica Ángela González Puche, jefe de Programas Especiales del hospital. “Gozan de una atención digna y humanizada en donde ofrecemos información y educación permanentes a través de la atención interdisciplinaria que fomenta el apego, la lactancia materna exclusiva y el apoyo familiar, entre otros”.

Gracias a los resultados de los estudios realizados hasta el día de hoy, el entrenamiento y la forma de aplicar el PMC han evolucionado y se han profesionalizado, explica Tuirán: “En la forma como se hacen los talleres intrahospitalarios, el cambio que se hace en nivel ambulatorio, la entrevista a las madres, el manejo y el esfuerzo por instalaciones cómodas y cálidas… Todo eso ha ido cambiando”.

Charpak insiste en que se debe dejar de pensar que el método canguro es la alternativa del pobre cuando no hay incubadora: “Eso es una etiqueta vieja que hay que botar. El canguro es para todos, sus beneficios son para todos y hay que luchar para dar acceso al método a todos los bebés que lo necesitan”.