Infografía

Historia de una alternativa de vida

Por: Pesquisa Javeriana  |   Infografía:  Phillip Charry


Surgido en Colombia a finales de los años 70, el Método Mamá Canguro ha consolidado una revolución silenciosa al brindarles una segunda oportunidad a los bebés prematuros. Así se consolidó la técnica que ha sido acogida por más de 50 países.

Fue en 1978 que el médico colombiano Édgar Rey diseñó el Método Mamá Canguro, una opción sencilla y efectiva para darles una segunda oportunidad a los bebés prematuros y sus madres. Asemejando la bolsa de un canguro, la técnica le brindaba al neonato el calor necesario para superar los momentos críticos de su llegada a la vida gracias al contacto piel a piel con su mamá.

Esa idea, que con el tiempo demostraría ser revolucionaria, se fortaleció gracias al trabajo investigativo de diversos especialistas y tomadores de decisiones, quienes lo convirtieron en una opción real diferente a las máquinas incubadoras. La alta eficacia del método, incluso, se ha visto representada en premios internacionales.

Pesquisa Javeriana rinde un tributo a la historia de este método profundamente colombiano con la siguiente infografía:

Cangurear

De Colombia para el mundo, el Programa Mamá Canguro

Por: Lisbeth Fog Corradine  |   Fotografía: Cortesía Nathalie Charpak


El seguimiento a los bebés canguro luego de dos décadas demuestra los beneficios de estar cargado piel a piel sobre el pecho de la madre. Amor, calor y leche materna, el triángulo del éxito.

El verbo ‘cangurear’ existe en el vocabulario de todo aquel que ha tenido algo que ver con el Programa Mamá Canguro (PMC), una innovación que nació en 1978 en Colombia y hoy beneficia a bebés prematuros de más de 50 países.

Las innovaciones surgen para responder a necesidades palpables y, como en este caso, no es necesario ser muy creativo sino tener sentido común. Así lo expresaba el pediatra que empezó a recomendarle a las mamás de sus diminutos pacientes que pusieran a su bebé piel a piel en su pecho 24-7. Si la naturaleza trae a los marsupiales hembras con una bolsa natural para que termine su gestación, recuerda el odontólogo Edgar Rey López de Mesa, refiriéndose a las reflexiones de su padre, Edgar Rey Sanabria, “pues creémosle la bolsa artificial a las mamás, ya sea con una frazada, con un cobertor, hasta con un pañal, lo importante es el contacto piel a piel que asegura ese calor que el bebé requiere”.

Eso significaba convertir a la madre del bebé prematuro en incubadora natural con una inmensa ventaja: la cercanía y el contacto directo, porque ese recién nacido reconoce su olor y siente su corazón. “Él siempre decía que la mayoría de soluciones las tenemos a mano, pero que por ser tan obvias y tan simples no las tenemos en cuenta”, continúa quien es hoy el coordinador general del Hospital Universitario de La Samaritana Unidad Funcional Zipaquirá, y director del Programa Mamá Canguro (PMC) en esa institución.

En ese entonces moría un 30% de los bebés que nacían antes de las 40 semanas, es decir, con bajo peso y sin el desarrollo adecuado de su pulmón, su intestino y su cerebro, entre otros órganos. Generalmente debían permanecer en incubadora, pero las que existían no daban abasto; en algunos hospitales era común encontrar a varios bebes en una misma incubadora, razón por la cual los casos de infección eran frecuentes.

Fue Rey Sanabria, médico pediatra neonatólogo, entonces profesor de la Universidad Nacional y director del departamento de pediatría en el Hospital Materno Infantil, quien propuso lo que él denominó el Triángulo de la neonatología, base de su innovación, para hacer frente a los 30.000 partos al año: el amor de la madre y su núcleo familiar, el calor que le ofrece a su bebé a través del contacto piel a piel y la leche materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida.

Se iniciaba cuando el niño ya estaba estable y podía salir a casa sobre el pecho de su mamá para la regulación térmica, con la prescripción de ofrecerle exclusivamente leche materna. Lo apoyaron entonces los doctores Héctor Martínez Gómez y Luis Navarrete Pérez.

Y como muchas innovaciones, tuvieron fuertes críticas y serias dudas por parte de sus colegas y demás personal hospitalario. Pero la noticia se expandió, médicos de diferentes partes de Colombia hacían turno para conocer el programa; un día de 1987 el doctor Rey recibió la visita de la joven pediatra Nathalie Charpak, quien debía validar su diploma en Colombia y no dudó en hacer su rural en el Materno Infantil para conseguirlo.

“Me quedé impactada por dos cosas: por el bienestar de este niño y la calidad del sueño: estaba aquí, piel a piel, con un sueño profundo y calientico; y también por el orgullo de esas mamás que estaban en la población más pobre, la menos educada, y tenían un empoderamiento increíble de su rol de madre. Aquí fue donde me pareció que sí valía la pena evaluar este programa canguro ambulatorio”, le cuenta a Pesquisa Javeriana la médica francesa, quien hoy es directora de la Fundación Canguro y coordinadora científica del Programa Madre Canguro Integral.

Ella, hoy también profesora ad honorem de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana, hizo su rural en el Materno Infantil en 1989 y propuso una consulta de seguimiento de un año a los bebés nacidos en ese hospital que ingresaban al programa y a un grupo con manejo tradicional. Así demostró que controlando variables como educación y nivel socioeconómico, y teniendo en cuenta que al año es normal que haya una mortalidad de los niños prematuros de bajo peso al nacer, no había diferencia en las estadísticas de muerte pero sí en el sentido de que los bebés canguro eran más chiquitos; sin embargo salían mucho antes del hospital y tomaban exclusivamente leche materna. La pregunta que había que resolver era por qué no crecían a la par con los del método tradicional.

Con fondos de la ONG World Laboratory, Colciencias y la Javeriana, la doctora Charpak apoyada por otros pediatras iniciaron un segundo estudio experimental en la Clínica del Niño, donde montaron la Casita Canguro, y en la Clínica San Pedro Claver, nuevamente con dos cohortes. Los resultados demostraron que bajó el hacinamiento, lo mismo que la infección intrahospitalaria, morían menos bebés del programa Canguro y el desarrollo de su cabeza aparentemente era mejor. “Demostramos que las mamás se sentían más competentes”, enfatiza Charpak. En este momento, 1996, se asoció también el profesor Rejean Tessier de la Universidad Laval, de Canadá, para implementar la evaluación psicológica. “Se cangurizó hasta el hueso”, sonríe. Ahora el propio Tessier participa en los estudios de seguimiento a los 20 años.

Los años 90 fueron una década decisiva para el programa, que comenzó a popularizarse en la Casita Canguro, una casa pre-fabricada de 60 metros cuadrados en el patio de Urgencias de la Clínica del Niño. “Era un espacio muy pequeño”, recuerda la pediatra Sandra Tuirán, quientra bajó allí desde 1997 y hoy es parte del Programa Canguro del Hospital Universitario Méderi. “En esa época teníamos una ambulancia que llegaba con diez, 15, a veces hasta 20 mamás diarias. Éramos aproximadamente unos seis pediatras que trabajábamos en jornada continua”.

Entonces se veían 1.500 niños al año en la Casita Canguro, la misma que en 2001 pasó a la San Pedro Claver y luego al Hospital Méderi, “y sigue allá, un canguro muy bonito”, comenta Charpak.

Considerando que ya era tiempo de institucionalizar el PMC, la doctora Charpak, con el apoyo de los médicos Zita Figueroa de Calume y Juan Gabriel Ruiz, crearon la Fundación Canguro en 1994. Desde allí se ha replicado el método en decenas de hospitales de Colombia y del mundo. En 2001 se montó en el Hospital San Ignacio (HUSI) de la Javeriana, hoy centro de excelencia y entrenamiento en Canguro, donde se atiende y se forma a profesionales en enfermería, psicología, pediatría, neonatología, psiquiatría, entre otros.

La ciencia se toma el Programa Mamá Canguro

Sin evaluación no hay confianza, razón por la cual desde entonces Charpak no deja de solicitar recursos para continuar haciendo investigación y publicar. “Ya tenemos más de 30 artículos científicos con resultados. Es la única manera de convencer, de demostrar que no es la alternativa del pobre y que además está basada sobre evidencia científica”, explica.“Implementar un canguro no es tan fácil, por eso el Ministerio de Salud publicó los lineamientos técnicos para la implementación del Programa Canguro; los tradujimos con apoyo de la Javeriana y los estamos repartiendo”.

Desde los años 90, médicos y tomadores de decisión de 35 países, entre ellos Perú, Brasil, Malawi, Camerún, Gran Bretaña, Suecia y Holanda, han desfilado por el Programa Canguro del HUSI y la Fundación Canguro conociendo, aprendiendo y aplicando el programa en sus países. “Todas las ciudades deberían tener al menos un Canguro ambulatorio. Es una aventura muy, pero muy importante”, remata Charpak. Solo en Colombia hay 53 programas.

En 2014, con fondos de Grand Challenge Canadá, la Fundación Canguro inició una investigación en la que recuperaron el 70% de la cohorte que habían sorteado 18 años antes y que corresponde al primer estudio aleatorio. Con base en imágenes neuronales tomadas y leídas por profesionales de las universidades Javeriana, Andes y Laval, y complementadas con estudios sociales liderados por economistas en salud de la Universidad El Rosario, han evaluado la atención, memoria, coordinación, miedo, depresión, coeficiente intelectual (IQ), educación, apego con la mamá, conducta según los papas, según el joven, según el mejor amigo.


Desde los años 90, médicos y tomadores de decisión de 35 países han estudiado y se han capacitado en el paso a paso del programa, con el objetivo de adoptarlo.Hoy en día, solo en Colombia, hay 53 programas.


Entre las conclusiones destacan que si el bebé tiene una alta desnutrición al nacer, a los 20 años puede verse afectada su memoria, su atención y su IQ, razón por la cual sugieren que, si durante el embarazo no cuenta con la suficiente alimentación, es mejor que nazca, tome leche materna y esté 24 horas cargado piel a piel con su madre, su padre o un miembro de la red familiar. Así mismo han confirmado que el bebé que entró al Programa Mamá Canguro al nacer tendrá volúmenes cerebrales más grandes en su adultez.

Dos de los muchos programas Mamá Canguro de Colombia

El Programa Mamá Canguro del Hospital Universitario de La Samaritana Unidad Funcional Zipaquirá ha sido la salvación para muchas madres y bebés prematuros de bajo peso al nacer que viven en los municipios de la Sabana cundiboyacense. “Había una alta deserción de los canguritos por las dificultades de volver hasta Bogotá para continuar con los controles ambulatorios. Las familias tenían que iniciar su recorrido muchas veces a caballo, tomar varios buses con pañalera, en ocasiones con balas de oxígeno portátiles”, cuenta Edgar Rey López de Mesa.“Como institución pública era inminente cumplir con la responsabilidad social de implementar el programa en Zipaquirá al estilo que lo tenían en Bogotá”.

En octubre de 2016, gracias a un convenio interadministrativo entre la Secretaría de Salud de Cundinamarca y la Fundación Madre Canguro, se entrenó durante tres meses a los profesionales y a partir del 4 de enero del 2017 se abrió el programa. “En este momento tenemos alrededor de 592 bebés canguro que han pasado por esta institución”, le contó Rey a Pesquisa Javeriana. “Se ven resultados espectaculares en la satisfacción del núcleo familiar porque sus niños no se enferman, crecen muy bien, no pierden peso y están rosaditos y sanos”.

El PMC del Hospital Universitario Méderi cuenta con atención interdisciplinaria ofrecida por pediatras, neonatólogos, oftalmólogos, optómetras, fisioterapeutas, enfermeras jefe, nutricionistas que atienden al niño prematuro o de bajo peso al nacer desde el primer momento. “Esos niños que llegan con sus padres, con su madre o con los cuidadores desde las Unidades de Cuidado Intensivo neonatal”, explica la médica Ángela González Puche, jefe de Programas Especiales del hospital. “Gozan de una atención digna y humanizada en donde ofrecemos información y educación permanentes a través de la atención interdisciplinaria que fomenta el apego, la lactancia materna exclusiva y el apoyo familiar, entre otros”.

Gracias a los resultados de los estudios realizados hasta el día de hoy, el entrenamiento y la forma de aplicar el PMC han evolucionado y se han profesionalizado, explica Tuirán: “En la forma como se hacen los talleres intrahospitalarios, el cambio que se hace en nivel ambulatorio, la entrevista a las madres, el manejo y el esfuerzo por instalaciones cómodas y cálidas… Todo eso ha ido cambiando”.

Charpak insiste en que se debe dejar de pensar que el método canguro es la alternativa del pobre cuando no hay incubadora: “Eso es una etiqueta vieja que hay que botar. El canguro es para todos, sus beneficios son para todos y hay que luchar para dar acceso al método a todos los bebés que lo necesitan”.