Hablar de lo que sentimos no solo alivia el alma, también protege la mente, cuida el cuerpo y fortalece los lazos con los demás. Expresar nuestras emociones es un acto de autocuidado que nos permite liberar tensiones, comprendernos mejor y construir relaciones más empáticas y auténticas.
Cuando callamos lo que sentimos, el cuerpo y la mente cargan con un peso invisible. En cambio, cuando nos damos permiso para hablar, escribir o compartir, encontramos claridad, calma y apoyo. Cada palabra que expresa lo que llevamos dentro es un paso hacia una vida más consciente y saludable.
Hablar de lo que sentimos también es una forma de sanar. Cuidar nuestras emociones es cuidar de nosotros mismos y de quienes nos rodean.