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La Política Nacional de Salud Mental 2024–2033 reconoce que cada persona vive realidades distintas que influyen en su bienestar emocional. Por ello, promueve una atención integral con enfoque diferencial, étnico y poblacional, que garantice los derechos de quienes enfrentan mayores condiciones de vulnerabilidad o exclusión. Este enfoque busca que la salud mental se aborde desde la diversidad, valorando las experiencias, tradiciones y contextos de vida de comunidades rurales, pueblos indígenas, personas cuidadoras, migrantes, víctimas del conflicto, población LGBTIQ+, personas con discapacidad, entre otras.

Avanzar hacia una atención en salud mental incluyente implica escuchar, comprender y respetar las particularidades de cada grupo poblacional. De esta forma, se fortalecen los lazos comunitarios, se reducen las brechas sociales y se promueve una salud mental equitativa para todas las personas, sin distinción.

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