Epígrafe sobre el espíritu
Como las alas de la mariposa que se deshacen en las manos. La mente es una princesa mortal, es la personificación del alma, un soplo, es una mariposa que se posa sobre el arco y las flechas del amor y el misterio.
Al alma humana hay que formarla, ella es la representación escultórica del espíritu, el verdadero fundamento de toda belleza y proporción, es el anacronismo de todos los tiempos y de los que están por formarse.
Psyqué la princesa mortal proyecta su forma de ordenar la realidad en la representación de las almas o de las verdaderas pasiones, aquellas que han sido dirigidas por el espíritu. Lo que une a los hombres son las pasiones.
Lina

Imaginarios de presencia poética
Resistencia, rostros, malestares, sustancias vitales y subjetividades. Un punto de convergencia, un escudo o huevo áurico, aquel ambiente cálido para el movimiento de las células, el campo bioeléctrico, la irradiación del yo que se disipa. Es un dispositivo energético de transformación de la realidad, pero también es el alma del tiempo, el sujeto que cuida, un color luminoso que susurra, vibra, que cuenta historias y secretos a las personas, tan pronto son escuchados, unen al ser y su tiempo. pero ahora, está desposeído, cercado y precarizado.
El alma del tiempo, es un espectro invisible que sopla los velos y capas de las cortinas del tiempo. Con susurros ella crea atmósferas perceptibles en el tiempo y puede construir una imagen casi visual, apenas mental.
Se evapora, pero también se aproxima hacia nuestra forma física y danza sobre nosotros creando extensiones en los cuerpos. Es brillante, clara, uniforme pero a veces, también es precaria e irregular; tiene fisuras, resquebrajamientos, bultos, hoyitos y deformidades. Nos absorbe y nos expulsa, es flexible y se desplaza o se deforma. Su forma frágil a menudo es perforada por las agresiones del tiempo. Su recuperación exige un tratamiento especial de las sintonías del corazón y de los sueños.
Aura limpia sus colores turbios, se torna azul brillante, violeta y se descontamina, se intensifica y cristaliza, se astilla, se apaga y enciende. Cuando el alma se manifiesta nos ponemos en contacto con el origen, de ella procede toda energía universal, se posa sobre la cabeza en la conciencia.
Sin esperanza, en precariedad y descomposición sangra, se derrama y se escenifica en la protesta. El alma iracunda acumulada y contenida se pronuncia en una vida que es muy difícil de proyectar. La rabia se expresa.
Lina