En un bus comenzó la historia de una vida que se salvó
Una estudiante de último semestre de Medicina fue protagonista de una acción que hoy merece el reconocimiento de toda la comunidad médica javeriana. Su oportuna reacción significó salvar la vida del señor Jaime Castro.
Un ángel vestido con el uniforme azul que caracteriza a los estudiantes de Medicina de la Universidad Javeriana se le apareció en un bus al señor Jaime Castro, el martes 8 de junio de 2010 a las 5:00 de la tarde, cuando iba camino a su casa. Jaime Castro, de 68 años, se había caracterizado toda su vida por ser una persona sana. Su historia clínica no reflejaba problemas que lo llevaran a pensar que podía fallecer de repente, sentando en una silla. Una estudiante de Medicina, que pidió que no se revelara su nombre, tomó en la carrera séptima, como cada martes después de clase, un bus que la llevara a su residencia, ubicada en la calle 140. “Yo venía saliendo de la Universidad, esperé como 10 minutos, me subí al bus y vi a alguien que estaba pálido y sudoroso. Me senté dos puestos atrás de él y escuché que dos señoras hablaban entre ellas sobre el estado del señor”.
Pensó que las que conversaban eran sus familiares y que lo llevaban angustiadas hacia algún centro médico, pero luego comprobó que Jaime Castro no iba con ellas cuando empezaron a preguntarle cómo se llamaba. “En ese instante me paré y les dije a las señoras, yo soy estudiante de último semestre de Medicina y puedo ayudar”. Le preguntó por los síntomas a Jaime Castro e inició un diálogo que marcó una serie de decisiones que llevaron a salvarle la vida.
– ¿Cómo se siente? – Me duele un poco el pecho, pero estoy bien.
– ¿Cuál es su EPS? – el seguro social.
“Llamé a una compañera que se graduó hace poco de médico y le pregunté si en el san Ignacio atendían personas afiliadas al seguro social y me dijo que sí y que igual era una urgencia, porque tenía síntomas de infarto”.
– Bueno señor bajémonos de la buseta y vámonos para el Hospital san Ignacio.
– No doctora, yo estoy bien, yo soy una persona muy sana, es sólo un dolor. – Lo importante es saber si usted está infartado o no, y si no está infartado se puede ir para su casa de una vez.
– No, pero es que yo me hice un electro hace como ocho meses y me salió bien. – Bueno, pero igual tenemos que descartar si usted está infartado o no. Deme el teléfono de un familiar suyo al que podamos llamar. – No señorita, yo estoy bien. – ¿Cómo se llama su esposa, cuál el teléfono de ella?
– No, a mi señora no la vaya a llamar, porque se preocupa. – Bueno, entonces otro familiar. – Bueno listo, llamemos a mi hermano. “Llamé al hermano y le dije que estaba con el señor Jaime, que estaba malito y que lo iba a llevar a un centro médico a hacerle un electro, que se fuera alistando para salir que yo luego lo llamaba para decirle dónde iba a estar”.
En ese instante el bus ya iba por la calle 82 con carrera séptima. “Logré que nos bajáramos y una señora muy querida nos dio dinero para que nos pudiéramos ir en taxi. Cruzamos la séptima y el señor caminó bien, no se asfixió, no se fatigó. Ya estaba dudando que sí fuera un infarto, pero preferí seguir”. Tomaron el taxi y este los dejó por la carrera quinta, donde empiezan las escalas para descender a la Facultad de Artes.
– ¿Cómo se siente, cómo va? – Bien doctora, aunque se me está durmiendo un poquito la mandíbula. – Pero ¿se está ahogando?, ¿se está fatigando?, ¿se le va el dolor para algún lado? – No, nada. – si siente fatiga me avisa inmediatamente. Bajaron las escaleras, el señor caminó bien y muy despacio. Llegaron a la puerta de Urgencias del san Ignacio y había muchísima gente. “Me identifiqué y le dije a la enfermera jefe que estaba con un señor con síntomas de infarto. ella me pidió que le llenara la hoja de información, así lo hice y luego nos sentamos”.
– Huy, me duele un poquito más el pecho. – tranquilo, que ya lo vamos a pasar. “entramos al triage, pero todo el mundo estaba súper ocupado y decidí yo misma tomar los datos vitales para irlos anotando. sólo tenía elevada un poco la tensión y de resto estaba todo normal”. en cuestión de segundos sintió un dolor intenso.
– Huy me duele acá. – ¿Le duele en dónde? en este instante el señor Castro se cayó al piso, presentando un episodio de muerte súbita. “Fueron los minutos más largos de mi vida. Éramos sólo mujeres en ese momento tratando de alzar al señor, cuando llegó un médico general que nos ayudó a cargarlo hasta reanimación”.
Le aplicaron dos choques en el pecho para desfibrilarlo, le aplicaron masajes y el señor logró salir. estuvo en paro cardio respiratorio, entre dos y cuatro minutos. Si la estudiante no hubiera hecho todo lo que hizo a tiempo, Jaime Castro habría fallecido. El señor permaneció hospitalizado en la unidad de cuidado intensivo, con un infarto con elevación del segmento st, trombolizado, pero tuvo una evolución adecuada. Hoy, no sólo la familia está muy agradecida con esta estudiante, la comunidad médica javeriana no ahorrado elogios por su actuación. “Para uno como ser humano es muy reconfortante salvar una vida de esta forma, pero también es muy asustador, porque esos minutos en que el señor estuvo en paro fueron durísimos para mí. Menos mal el señor logró salir porque sino hoy estaría culpándome, pero bueno todo salió bien”.
El Director de Urgencias y el Director General del Hospital san Ignacio de inmediato se comunicaron con el Decano Académico de la Facultad de Medicina, Iván Solarte, para compartirle la acción de esta estudiante. “Ella merece una retroalimentación positiva; su actitud de colaboración ayudó claramente a un mejor pronóstico en el paciente, el cual, al no ser asistido por ella, hubiera podido presentar este episodio de muerte súbita en el bus y terminar en un desenlace diferente”. Seguramente del día del médico será merecedora de un acto de reconocimiento simbólico, preparado por la Facultad de Medicina y por el Hospital san Ignacio.