La Tuna Femenina Javeriana: 40 años de historia
El año 1971 fue declarado como el año internacional de la lucha contra el racismo y la discriminación; en abril de ese mismo año, en un salón de la Universidad Javeriana lleno de mujeres, se instauró oficialmente la primera generación de la Tuna Femenina Javeriana.
Habían pasado algunos meses desde que, por primera vez, aún no sabe si por ingenuidad o por valentía, Martha Vergara se acercó a la Tuna Javeriana para solicitar su ingreso. Una herejía había sido aquel intento por cantar y divertirse como los tunos lo hacían. Por eso pensó que estaba en todo su derecho y decidió fundar una tuna “heterodoxa”, como la llamó a bien el rector de la universidad en aquella época, Padre Alfonso Borrero, S.J., quien, con una sonrisa, le expresó todo su apoyo a aquella jovencita. Ella, llena de emoción, estaba segura de que podía demostrarle al mundo que las mujeres también eran capaces de ser tunas. Un grupo de arriesgadas señoritas se presentó ante el público por primera vez en el auditorio de enfermería, todas vestidas de negro y con bufandas de colores. Aquella noche lanzaron “Paloma negra”, la canción que le dio la bienvenida a la Tuna Femenina Javeriana al mundo del tunar y su tradición. Un salón sin ventanas en la universidad fue testigo de noches de arduo ensayo y de la histórica redacción de los estatutos de la tuna que, como la constitución, le dieron forma a la segunda institución más antigua de la Universidad Javeriana. Un viejo contrabajo llegó un día a la sede, se trataba de un regalo del Padre Enrique Neira, y así el salón sin vida se llenaba poco a poco de color. Mandaron a hacer bancas con faldones para llenar el vacío espacio y al cabo del tiempo, fueron llegando los instrumentos y la música que se apoderó del aula que ya parecía no necesitar ventanas nunca más.
Dora Luz Vargas, una de las primeras integrantes de la tuna, periodista y caricaturista, pintó en aquel salón un mural; cada una tenía su propia caricatura, así como su propia personalidad. Ese salón se volvió la casa de la tuna
y el alma de sus integrantes habitó el pequeño saloncito por años. A pesar de que el edificio donde estaba este salón fue demolido, no cayeron las tradiciones y jamás se derrumbaran los recuerdos. Para confeccionar el primer uniforme, en aquel entonces la famosa fábrica de ropa Manhattan dedicó días enteros; por petición de la tuna, el mismo dueño de la fábrica mandó parar actividades para sacar los uniformes en un fin de semana. Él, un javeriano amante de la música y comprometido con la causa de estas intrépidas jovencitas, entregó 25 uniformes a la generación fundadora que hasta ahora todo lo había conseguido con talento, simpatía y carisma. La tuna había salido adelante en sus primeros años al solicitar un apoyo que hasta ahora nadie les ha negado; aquellos que en un principio las rechazaron y les impidieron la entrada a su tuna, después eran quienes se encargaban de ayudarlas con la afinación de los instrumentos y algo de los primeros montajes. “El milagro de tus ojos” fue su segundo montaje musical y luego siguió un popurrí de música bailable. Las invitaciones no se hicieron esperar y entre ellas estuvo una presentación en la Escuela de Cadetes de Bogotá. Allí les dio la bienvenida un cadete retirado: se trataba nada más ni nada menos que de Andrés Samper Gnecco, padre de Daniel Samper y Ernesto Samper Pizano.
Fueron amigos de la Tuna muchos personajes públicos e importantes, como la madre de Martha Noguera, primera esposa del ex presidente Julio César Turbay, quien confeccionó las primeras capas de la tuna con una habilidad asombrosa, tanto como para hacer 25 de ellas en el primer encargo. En 1973 la Tuna Femenina se aventuró por primera vez hacia la Feria de Manizales, donde engalanó el Reinado Internacional del Café; luego fue a Cartagena, donde la recibió el Buque Gloria. Las integrantes de la tuna jamás olvidarán que en aquel viaje, estando un poco cortas de dinero, tuvieron que esperar cuatro días para reemplazar los sándwich con gaseosa por los deliciosos manjares del mar en el Club de Pesca; gracias a eso, Perla Pinillos, quien impuso orden con su carácter fuerte y de liderazgo, y que precia ser un común denominador entre estas jovencitas, lideró el llamado ‘golpe de estado’ contra la directora encargada de la tuna en ese momento. Martha Vergara tuvo que dejar un poco la tuna a raíz de las múltiples ocupaciones que le exigía la carrera y pasó Perla a ser la segunda directora de la tuna. Perla y Martha aún recuerdan como por una coincidencia se conocieron en la carrera 7° con calle 45 y jamás imaginaron que ese encuentro daría tantos frutos: durante cuatro décadas han visto evolucionar a este grupo de mujeres en todos los sentidos, la música ha sido su lema y la amistad, su mayor fuerza.
La Tuna Femenina Javeriana es hoy la Tuna Femenina más antigua del mundo que aún se encuentra vigente, tiene un lugar privilegiado por su musicalidad a nivel mundial y ha traído varios premios de diversos certámenes internacionales. Conquistó al continente europeo desde España y Portugal; luego el Caribe en Puerto Rico; y hace muy poco a Lima (Perú), en su último viaje, donde la tuna se convirtió en un icono de igualdad y equidad para otras mujeres que han decidido arriesgarse a ser tunas en un espacio machista y en medio del rechazo, como el que alguna vez vivió la tuna fundadora javeriana. De todas aquellas aventuras han quedado muchos buenos recuerdos, pero
nada tan emocionante como haber sido aplaudida con ovación en el Congreso de la República del Perú, en el marco de la conferencia internacional por el acercamiento de las culturas y la equidad. Después de aquella descarga de emociones, la tuna arrasó con los premios de los dos certámenes a los que fue invitada y, con lágrimas de alegría en los ojos, demostró que 40 años no han pasado en vano. La Tuna Femenina Javeriana ha traspasado las fronteras sociales y ha salido invicta, no solo por su musicalidad, sino también por su alegría y elegancia. Ellas son mujeres de armas tomar, mujeres llenas de amor y dulzura y, sobre todo, mujeres que han sabido creer que nada es imposible, que los sueños son alcanzables cuando la unión hace la fuerza. Capas, color, música y alegría seguirán recorriendo la Universidad Javeriana por los años que el Alma Máter se los permita y seguirán habiendo generaciones de mujeres javerianas dispuestas a embellecer el panorama bogotano con su temple, garbo y musicalidad.