1 de abril de 2015 | Edición N°: Año 54 N° 1306
Por: Ángela María Jaramillo | Cordinadora Javerianos por la Justicia y por la Paz



“Ahimsa, para constructores de paz”, es un proceso de formación del  y por laPrograma Javerianos por la Justicia Paz del Centro de Fomento de la Identidad y Construcción de la Comunidad, de la Vicerrectoría del Medio Universitario.

Su sentido profundo se enmarca en la palabra Ahimsa (अहिंसा ahiṁsā). Término del sánscrito que se refiere a un concepto religioso que aboga por la no-violencia y el respeto a la vida. Habitualmente se interpreta como símbolo de paz y respeto hacia los seres capaces de sentir. La primera aparición de este término data del año 800 a.C. Mahatma Gandhi introdujo este concepto en Occidente y posteriormente lo asumieron los movimientos en favor de los derechos civiles, liderados por Martin Luther King Jr.

Gandhi decía: “La no-violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más efectiva que el arma de destrucción más efectiva que haya ingeniado el hombre”.

Ahímsa como proceso de formación en la Javeriana, ofrecido a estudiantes activos, lleva dos implementaciones: la primera, se realizó entre el 30 de agosto y el 25 de octubre de 2014 y la segunda entre el 21 de febrero y el 9 de mayo de 2015. Es un proceso que dura tres meses (120 horas) con trabajo semanal a manera de talleres, práctica y acompañamiento personal.
En estas dos implementaciones han sido formados 60 jóvenes que ahora están vinculados a Programas de convivencia y construcción de paz como Javerianos por la Justicia y por la Paz y Gestores de Convivencia. También hemos contado con 9 facilitadores, todos ellos estudiantes de pregrado.

El enfoque pedagógico de Ahimsa está centrado en el Paradigma Pedagógico Ignaciano y la construcción colectiva del conocimiento desde la experiencia; la pre- misa del proceso es que no podemos ser constructores de paz, si no estamos en paz. La emoción es el motor de la acción, consciente o inconsciente; es difícil que una persona que experimenta constantemente rabia, rencor o deseo de venganza pueda construir paz. Y en ese sentido, lo que hacemos en Ahimsa, que es un trabajo constante de la emocionalidad y las relaciones, es profundamente político.
Hay ciertas dimensiones de lo humano que no pueden ser comprendidas con el mero uso de la razón. Martha Nussbaum lo expone claramente al definir el mundo emocional del ser humano como algo de carácter eudemónico, es decir que solamente puede comprenderse desde sí mismo. En consecuencia, la razón no puede ser el único instrumento con el que nos examinemos, porque ésta tiende a objetivar la emoción, es decir, a sacarla de sí misma para poder comprenderla. La emo- cionalidad es eudemónica: y esto, como todo, es algo que se educa. De ahí, el enfoque de Ahimsa para aproximarse a la emoción: la paz no solamente es un acuerdo político, una situación social o una mera ausencia de conflicto, la paz puede considerarse una forma de la experiencia, tanto así que es posible decir cosas como “me siento en paz”.

Entonces, al comprender la paz como parte del mundo emocional y como algo que ha de ser proyectado sobre el mundo para poderse realizar, el trabajo de los sentimientos resulta fundamental. Una persona que no esté en paz, podrá trabajar en educación para la paz y en construcción de paz, desde algunos lugares del ser humano, pero difícilmente podrá ver y sentir los efectos concretos de su trabajo en él, en los otros y en el entorno.

El enfoque pedagógico de Ahimsa está centrado en el Paradigma Pedagógico Ignaciano y la construcción colectiva del conocimiento desde la experiencia; la pre- misa del proceso es que no podemos ser constructores de paz, si no estamos en paz.

 

Ecología de saberes

Puede decirse, que otro enfoque de Ahimsa es de alguna manera cercano a la “ecología de los saberes” que propone Boaventura Sousa; porque incorporamos todas las formas de conocimiento.
Es decir, se comprende la paz desde lo micro, reconociendo que aunque como ciudadanos tenemos una responsabilidad social y política en la construcción de paz en nuestro país, nuestro potencial individual de transformación se ve muy limitado por el carácter colectivo de las formas de participación. Algo que por supuesto es más que lógico en un sistema democrático, pero que no deja de resultar problemático a la hora de educar ciudadanos comprometidos con la paz y la justicia.
El Paradigma Pedagógico Ignaciano como enfoque del proceso permite al equipo de facilitadores centrarse en el diseño de experiencias que susciten unos contextos emocionales que a su vez, permitirán abordar las distintas dimensiones comprendidas por el paradigma. Es un enfoque de naturaleza holística e integral que trabaja mucho sobre la emocionalidad y la conciencia, que a su vez, sirven de base para la construcción de conocimiento y el desarrollo de capacidades para la construcción de paz en la cotidianidad de la vida, en los pequeños contextos, en el salón de clase, sentados a cenar con nuestras familias, en el bus o en el ascensor.
Los cursantes aprenden desde el reconocimiento y trabajo de las emociones, y todo cuanto descubran de ellos mismos es un paso gigante en el proceso educativo de Ahimsa. Los temas y los elementos teóricos no se ofrecen desde la lectura o el análisis, sino desde actividades que permitan una interacción directa de los cursantes con lo que la teoría describe y de estas experiencias se construye el conocimiento. Esta manera de educar tiene unos resultados muy diferentes a los que se esperan de los sistemas educativos modernos.
Es altamente posible que un egresado del proceso de formación Ahimsa se conozca más a sí mismo y sus maneras típicas de sentir y relacionarse con el entorno; distinga sus necesidades profundas de sus gustos o quereres caprichosos; sepa lidiar de maneras creativas, asertivas y constructoras con los conflictos de su cotidianidad; sepa escuchar activamente; incursione en diálogos o conversaciones interdisciplinares sacando de éstas el mayor provecho; conozca de primera mano metodologías y cuente con herramientas que utilizadas frecuente y adecuadamente, le permitan intervenir sus espacios vitales en pro de la paz y la justicia.
Si bien es cierto que los resultados de las dos implementaciones de Ahimsa nos han dejado muy satisfechos, el reto para este segundo semestre de 2015 será el de diseñar y por qué no implementar Ahimsa II, con el cual queremos profundizar en el desarrollo de la conciencia crítica y la práctica de habilidades de intervención social para la resolución de conflictos.