mayo 2012 | Edición N°: año 51, No. 1277
Por: Pedro Pablo Mejía Salazar | Comunicador Social y Periodista. Editor de la revista Hoy en la Javeriana.



En la primera de las 7 maravillas de Colombia, considerada joya arquitectónica de la modernidad, y 180 metros bajo tierra, se ofreció el 19 de mayo uno de los conciertos que más se va a recordar en la historia de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Javeriana.
Voces, violines, violas, violonchelos, contrabajos, flautas, oboes, clarinetes, fagot, cornos, trompetas, trombones, piano y percusiones interpretaron durante cerca de 40 minutos, en la nave central de la Catedral de Sal de Zipaquirá, el Réquiem en Re menor  K.626 de Wolfgang Amadeus Mozart.
Cerca de 500 personas escucharon con admiración y respeto la interpretación de esta obra, que contó con la dirección de James Allen Anderson, invitado desde la Universidad de Delaware, institución próxima a cumplir 270 años, ubicada en la ciudad de Newark, al nororiente de Estados Unidos.
Con él llegaron también como invitados dos solitas de la misma Universidad, la soprano Catherine Arce, egresada; y el bajo Robert David Brandt, profesor. El tercer solista fue el tenor Pablo Martínez, estudiante de sexto semestre de la Facultad de Artes de la Universidad Javeriana.
Coristas, instrumentistas, solitas y director se ubicaron en el altar mayor de la catedral al frente a la cruz de 16 metros de altura, esculpida en bajo relieve, e iluminada con luces violeta que le agregaron.
Leonor Convers, decana de la Facultad de Artes, describió lo que significó el concierto: “fue importantísimo, primero porque estamos celebrando los 20 años de la Carrera de Estudios Musicales; y segundo porque esta es la tercera vez que montamos esta obra, la primera en 1991, la segunda en 2001 y ahora en 2012, lo cual es muy emocionante porque estamos viendo el crecimiento de la escuela, hoy los estudiantes dieron cuenta que la música la comprenden muy bien y la interpretan muy bien”.
La obra elegida para el concierto fue otra característica especial. Réquiem de Mozart es una de las obras más importantes de la música erudita europea, escrita por este compositor alemán cuando ya estaba a punto de morir.
Guillermo Gaviria, director de la Emisora Javeriana Estéreo, primer decano de la Facultad, entre 1995 y 2002, y fundador de la misma, también expresó su satisfacción por el concierto. “Esto son cosas muy emocionantes. A mí lo que más emoción me da es ver a los jóvenes haciendo música de corazón y haciendo buena música, porque esto se puede oír en cualquier lugar del mundo con la seguridad de que la gente lo va a apreciar como un resultado de calidad”.
James Allen Anderson, el director invitado, no ahorró elogios para los músicos, para la Universidad Javeriana y para el sitio elegido. “Fue fascinante trabajar con estudiantes increíbles, de un nivel muy alto, en un lugar tan bello como este, un lugar mágico, donde la música es un sueño”.
La interpretación de Réquiem en 1991 marcó el nacimiento de la Carrera de Estudios Musicales, y fue en el auditorio León de Greiff con la Orquesta Filarmónica de Bogotá; el de 2001, cuando se cumplían 10 años, fue en la Catedral de Sal, y representó el crecimiento; y el de este año significó la adultez del proyecto musical javeriano.
“Volvimos a la Catedral con una orquesta y un coro más robustos, en un camino que ha sido ascendente desde hace 20 años”, expresó Luis Guillermo Vicaría, director de la Orquesta Sinfónica Javeriana, quien como parte del convenio con la Universidad de Delaware, dirigirá en octubre de este año un concierto de la orquesta sinfónica de esta institución.
Pablo Martínez, el tenor javeriano, se mostró feliz de cantar al lado de solistas de la talla de los dos estadounidenses que lo acompañaron. “Estoy muy honrado de que me hayan dado la oportunidad de cantar con los invitados y en un espacio tan bonito como la Catedral de Sal”.
Agregó que este concierto es hasta el momento el más importante de su carrera musical. “Por el contexto, pues son los 20 años de la carrera; porque estoy compartiendo con maestros y con estudiantes; y por el lugar donde lo estamos haciendo, son muchas cosas reunidas que hacen que este concierto sea realmente importante”.
Al final de la interpretación las lágrimas afloraron. “Fue tan emocionante para mí que no pude parar de llorar”, confesó la decana Leonor Convers, luego de escuchar varios minutos continuos de aplausos