1 de Octubre del 2015 | Edición N°: Año 54 N° 1312
Por: Roberto Carlos Vidal López | Director del Instituto Pensar y Representante de REDUNIPAZ al Consejo Nacional de Paz.



Palabras de apertura del Encuentro Nacional de Educación para la Paz realizado el 1 y 2 de octubre de 2015.

ste  encuentro  es  una  iniciativa  del  Comité  de  Impulso  y  del Consejo Nacional de Paz, que es un  órgano  asesor  del  Presidente  de  la República  conformado  por  34  sectores de  la  Sociedad  Civil  y  del  Estado,  con casi 90 miembros. A partir de este año el Consejo Nacional de Paz se encuen- tra sesionando de manera regular y ha definido que el punto prioritario de su agenda  de  trabajo  es  la  Pedagogía  y Educación para la Paz, seguido de la Paz Territorial.

Este  encuentro  es  también  el  resultado  de  un  cambio  en  el  proceso  de paz.  Según  las  últimas     declaraciones del   Gobierno   y   las FARC,   han   entrado en  la  recta  final  del proceso  de  negociación. Ello significa el comienzo   en   firme de la construcción de la paz entendida, como   expresara   Butros   Butros-Ghali en  el  documento  seminal  de  Naciones Unidas, el establecimiento de las condiciones para que el conflicto armado no vuelva a emerger.

En  la  historia  de  Colombia  hemos terminado  exitosamente  varias  negociaciones con los actores armados más diversos: los partidos políticos tradicionales en los 1950, un grupo importante de guerrillas en los 1980, una parte de  los  grupos  paramilitares  en  2005. Pero  en  lo  que  hemos  fallado  estrepitosamente es en la construcción de paz, porque después de esos acuerdos no hemos logrado garantizar que el conflicto armado no va a retornar.

La  Educación  para  la  Paz  es  uno  de los  mecanismos  fundamentales  de  la construcción de la paz. Todas las fuerzas   políticas   están de acuerdo con ello. Si logramos sacar el conflicto  armado  de nuestro  ejercicio  de la  política  mediante   la   negociación, corresponde a la educación sacar el conflicto armado de nuestras  mentes,  nuestros  espíritus  y nuestros corazones.

Se trata de cambios cognitivos y políticos:  cambiar  lo  que  sabemos.  Pero igualmente se trata de cambios afectivos,  que  tocan  los  sentimientos  morales, la ética colectiva y particularmente la  estética.  Tal  como  lo  ha  puesto  de manifiesto Michael Taussig, no será fácil superar la profunda atracción por las armas, el uso indiscriminado de la violencia,  los  carros  blindados,  las  masacres o el cambio del cuerpo a través de la generalización de extremas medidas de cirugía plástica1. Se trata de cambios en las matrices de sentido, es decir de lo que puede producir significado, como las religiones o las culturas.

La educación para la paz no puede ser en manera alguna la legitimación o justificación ciudadana de un régimen pos negociación  que  mantenga  las  estructuras de injusticia.

Al  contrario,  la  educación  para  la paz  debe  habilitar  a  las  personas  para participar  en  las  decisiones  colectivas, para organizarse, para expresar los conflictos, para defender sus derechos, sus comunidades  y  territorios.  Ciudadanos activos, que puedan salir del silencio y la exacerbación de lo privado que impone el  conflicto,  para  trasladarse  a  esferas públicas, en las que ellos y las instituciones están habilitados para entrar en verdadera conflictividad no armada.

La educación para la paz consiste en pasar  de  la  conflictividad  armada  a  la conflictividad  no  armada.  Es  decir,  la recuperación de la política para la sociedad civil.

 

Hipótesis

Las  hipótesis  que  hemos  desarrollado para este Encuentro son sencillas y muy potentes:

  1. La educación para la paz no se circunscribe a la escuela sino que debe abarcar la sociedad en conjunto

Que haya que educar a la sociedad en su conjunto y al Estado, significa que es necesario pensar en programas dirigidos a los más diversos segmentos sociales. Si bien está más a la mano el sistema formal de educación básica y media con los  niños  y  jóvenes,  la  educación  para la paz debe cubrir a adultos y ancianos, mujeres y hombres, en los campos y ciudades, de las diversas etnias y todas las clases sociales.

Habrá que educar para la paz al Estado.

El sujeto de educación en el Estado NO se limita a la Fuerza Pública. Se extiende a todos los funcionarios: los de elección popular, de carrera y ocasionales; en todas las ramas del poder público y a todos los niveles desde el centro hasta las entidades territoriales. Habrá que desarmar el derecho, y los procedimientos, el trato del Estado a los ciudadanos, los modos de toma de decisiones, los mecanismos de participación.

Y  habrá  que  educar  a  la  sociedad civil  para  la  paz. 

Nuevas  dirigencias empresariales,  nuevos  medios  de  comunicación, nuevos     profesionales, nuevas   organizaciones   no   gubernamentales.  Nuevos  artistas  y  científicos sociales, entrenados para investigar los problemas  más  angustiosos  de  la  paz, entrenados  para  relacionarse  con  instituciones, comunidades y víctimas. No más élites encerradas en mundos artificiales protegidos por guardias de seguridad, cámaras y púas, tomando decisiones sobre lo que pasa en un exterior al que no han ido jamás.

  1. El conjunto de la sociedad como educador

La estructura de este encuentro también propone que son muchos y muy diversos los educadores llamados a asumir estas tareas.  Comenzamos  por  supuesto  por los profesores del sistema formal. Ellos han reflexionado largamente sobre este campo,  y  a  ellos  dedicamos  unos  segmentos importantes del programa.

Junto a ellos están los profesores de la educación superior en las universidades  y  en  la  formación  para  el  trabajo. Y nos encontramos con la amplia experiencia de las ONG en la formación de ciudadanos, por fuera del circuito educativo formal. Las comunidades organizadas generando procesos de formación popular o la vitalidad de las propuestas de los grupos de indígenas y negros en la educación para la paz.

Ciudadanos  educando  a  ciudadanos. La  labor  pedagógica  como  mecanismo terapéutico que cura a quien enseña y cura a quien aprende.

En  conclusión,  la  educación  para  la paz  es  el  comienzo  de  la  construcción de  paz.  Es  el  campo  en  el  que  hemos fracasado  y  en  el  que  necesitamos  ser exitosos en el futuro.

Estamos la sociedad civil, el Estado y la cooperación internacional trabajando en  la  construcción  de  la  Paz.  Nuestro encuentro sobre educación para la paz es una manera concreta de darle viabilidad al posconflicto.

La  educación  para  la  paz consiste   en   pasar   de   la conflictividad armada a la conflictividad  no  armada. Es decir, la recuperación de la política para la sociedad civil.