Enero 1986 | Edición N°: 902
Por: Jorge Hoyos S.J. | Rector



Queridos jóvenes, nuevos Javerianos:

P. Jorge Hoyos V., S.J. Rector

Yo no conozco la motivación interna de cada uno de vosotros para entrar a esta Universidad Javeriana. Pero sé que vinisteis libremente a ella, y la escogisteis entre muchas otras posibles. En Colombia hay más de 100 entes que se llaman Universidades. Solo en Bogotá hay 38. Hay malas, regulares y buenas. Ciertamente, hay algunas pocas muy buenas. Entre ellas, ustedes escogieron la Universidad Javeriana. ¿Por qué? Yo quiero plantearles esa pregunta, y convidarlos desde hoy a ser profundamente consecuentes con la elección realizada.

La Universidad Javeriana busca la excelencia académica, y quiere ir más allá de ella. Quien no puede o no quiere seguir este camino, no se gradúa en la Universidad Javeriana, no resiste el ritmo de la marcha.

Como ustedes saben, la Universidad nació en Europa a fines del Siglo XII y en los albores del Siglo XIII a la vera de los monasterios o en los alares o los pórticos de las catedrales. No somos aficionados, «amateurs».

La Universidad Católica tiene «expertismo» y centenaria experiencia. Los otros llegaron mucho más tarde. En nuestro caso, la Compañía de Jesús nació en la Universidad, en la Soborna de París, e Ignacio, Javier y sus compañeros fueron universitarios: pronto estuvieron Salmerón, Laínez y Canisio en el Concilio de Trento, y pronto Befarmino enseñó en Lovaina. Nuestra Universidad Javeriana, la cuarta en América, nació en 1621 también antes que Harvard… Los Jesuitas nos debemos a la Universidad, en ella nacimos, y muy en parte, para ella somos. «En el Archivo Romano de la Compañía de Jesús se conserva el diploma que atestigua que, hace exactamente 450 años, ‘el Maestro Ignacio de Loyola, de la diócesis de Pamplona, ha obtenido con

alabanza y el grado de Maestro en Artes en la distinguida Facultad de Artes de París, habiendo superado los rigurosos exámenes’. En su intercambio epistolar, los primeros compañeros se dirigían unos a otros llamándose con toda naturalidad por sus títulos universitarios: Bachiller Hozes, Maestro Simón Rodríguez, Licenciado Antonio Araoz, Doctor Pedro Canisio» (1). Fue nuestro Patrono, San Francisco Javier, quien a los pocos años de fundada la Compañía entraba con los Jesuitas a enseñar Matemáticas o Astronomía al Colegio de Goa en la India. «Actualmente la Compañía de Jesús posee en el mundo 600 centros docentes, en 50 países. ‘De ellos, 116 son Universidades o centros de otro tipo a nivel de Enseñanza Superior, sin incluir las 26 Facultades universitarias de Teología o Filosofía de las que la Compañía es responsable. Los Jesuitas consagrados a la Educación en los centros de ese nivel son unos 4.500, los colaboradores seglares 45.000 y los alumnos 500.000, en 31 países» (2).

Hace un mes pude participar en Roma en una reunión de Presidentes o Rectores de las 142 Universidades confiadas a la Compañía en el mundo. No creo que pueda encontrarse una más cualificada «trasnacional de la inteligencia y del servicio al hombre y a la ciencia». La consigna fue una sola: excelencia académica, servicio al mundo de hoy. No se justifica una Universidad de la Compañía de Jesús si no se llega más allá, mucho más allá de la excelencia académica. «En su alentador discurso nos dijo el Pastor Juan Pablo II: ‘Los nuevos descubrimientos científicos plantean con frecuencia serios desafíos a la fe en el campo doctrinal, moral y social. Estos desafíos exigen un diálogo entre teólogos y científicos, con la finalidad de identificar y describir los problemas y encontrar para ellos una respuesta en armonía con la ciencia y con la fe. La Universidad Católica es un lugar especial para este diálogo» (3).

Sede de la Universidad Javeriana en Bogotá.
Sede de la Universidad Javeriana en Bogotá.

Y el Padre Peter-Hans Kolven-bach, General de la Compañía, nos dijo: «Las instituciones que ustedes representan tienen la oportunidad — iy ello constituye un desafío!— de introducirse en el mundo intelectual e influenciarlo: trabajando por un mundo mejor a través del modelo de estudiantes que ustedes forman y la formación que les dan, mediante las investigaciones que realizan, mediante el testimonio que dan. No es una frase vacía decir que sus instituciones pueden contribuir a crear una sociedad más justa, que pueden influir en los gobiernos y en el área empresarial, que pueden servir a la Iglesia directamente mediante la evangelización y la investigación científica y, tal vez no menos importante, indirectamente trabajando al servicio del reino de la verdad, de la justicia y de la paz» (4).

Señores: esto es la Universidad Javeriana, esto quiere ser. Ustedes serán Javerianos de verdad, si llegan a este ideal o al menos se acercan a él. Toda esta vasta organización de Bibliotecas, laboratorios, profesores, Consejeros, Directivos se han aunado para servirles, para ayudarles a llegar más allá de la excelencia académica. En la Universidad Javeriana no se aclimatan los mediocres: Ser Javeriano es un privilegio que obliga a devolverlo en servicio a los demás, y a Colombia.

¡Bienvenidos: buen viento y buena mar!

JORGE HOYOS, S.J. Rector

1. P.. Peter-Hans Kolvenbach, S.J.: «La Universidad Je-suítica hoy», Roma, Noviembre 5 de 1985.
2. P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J.: «Saludo del Padre General a Juan Pablo II», Roma, Noviembre 9 de 1985.
3. Juan Pablo II: «Discurso del Papa a los Rectores de las Universidades de la Compañía de Jesús», Roma, Noviembre 9 de 1985 – ‘L’Osservatore Romano’, 9-X1-85.
4. P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J.: «La Universidad Je-suítica hoy», Roma, Noviembre 5 de 1985.