Restituyendo conocimiento y saberes ancestrales
La profesora Gloria Stella Barrera, docente de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Javeriana, viajó al Valle de Sibundoy para entregar los primeros ejemplares del libro Autonomía artesanal. Creaciones y resistencias del pueblo kamsá a miembros de esa comunidad con quienes trabajó en una investigación sobre sus conocimientos, oficios, creaciones y luchas. Diego Pérez Medina, editor junior de la Editorial PUJ, la acompañó en su recorrido.
Concepción sujeta el libro con todas sus fuerzas para observarlo con detenimiento. No parece nada más importe mientras ella pasa las páginas. Sus manos muestran el paso del tiempo y la fuerza de su oficio: es una de las pocas artesanas cesteras que existen en el Valle de Sibundoy, territorio ancestral de la comunidad kamsá. Sus ojos ya no ven muy bien, pero ella busca entre tantas letras las imágenes en las que aparece junto con otras personas cercanas.
Y aunque posiblemente no pueda leer con sus propios ojos el libro, este es un homenaje al trabajo de su vida, al conocimiento que le legaron sus mayores y que ahora ella se esfuerza por hacer llegar a las nuevas generaciones.
Como Concepción, todos los artesanos y personas relacionadas con la investigación de la profesora Gloria Stella Barrera se alegraron al recibir el libro. Y no solo los mayores, aquellos sabios que ven parte de su trabajo convertido en otra forma de conocimiento distinta a la que les es propia, sino también los jóvenes. Esa nueva generación que lucha por conservar una herencia y hacer perdurar los valores de su comunidad. El agradecimiento que sienten es doble. Por un lado, el libro es una representación del valor y el alcance que tiene su trabajo artesanal, más allá de la banalización y el comercio al que se ve expuesto. Por otro, es un producto de la lucha que han librado en los últimos años por lograr una autonomía como artesanos, otra manifestación de la resistencia de su pueblo ante los intentos de despojo y apropiación de su trabajo por distintas organizaciones públicas y privadas.
Al ver la reacción de las personas al recibir el libro, siento la importancia que tuvo participar en la edición del libro: las horas de selección de imágenes, las discusiones sobre la estructura de los capítulos, la corrección de estilo y sus dolores de cabeza, etc. Al fin de cuentas, la edición, en mi opinión, no tiene que ver tanto con el trabajo técnico que conlleva cada libro, sino con ajustar unos valores estéticos a unos contenidos, con el fin de destacar aún más la intención que perseguía el autor, para así llegar a una mayor cantidad de lectores. También tiene que ver con una cuestión de respeto: es la labor del editor lograr un objeto bello o por lo menos que corresponda a lo que tanto autor como lectores quisieran ver.
No todo el tiempo se tiene la oportunidad de acompañar a una autora a hacer entrega del libro a la comunidad que motivó la escritura. Sin embargo, esa es una experiencia que vale la pena y que pienso que se debe vivir al menos una vez cuando se trabaja con libros, ya que se le da un rostro humano y tangible al conocimiento, que a veces parece un poco abstracto.
El libro es una representación del valor y el alcance que tiene su trabajo artesanal, más allá de la banalización y el comercio al que se ve expuesto.