La Universidad faltaría a su vocación si se cerrase al sentido de lo absoluto y de lo trascendente, ya que limitaría arbitrariamente la investigación de toda la realidad o de la verdad, y terminaría por perjudicar al hombre mismo cuya más alta aspiración es conocer lo verdadero, lo bueno, lo bello, y esperar en un destino que lo trasciende. Así, pues, la universidad debe convertirse en el testimonio de la verdad y de la justicia, y reflejar la conciencia moral de una nación. Los universitarios, los intelectuales, los educadores, pueden ejercer un peso considerable en la lucha por la justicia social, un objetivo que hay que perseguir con valentía y vigor, con los medios de la verdadera justicia, llevando a[…]