
Un Cardenal a medias
La producción televisiva, «El pájaro espino», de amplia audiencia en Colombia y otros países, está ahora en boca de todos, ha suscitado lógicamente comentarios encontrados. En ciertos ambientes ha levantado ampolla, para unos de estricto corte tradicional la película es inmoral, perniciosa, erótica, atrevida; para otros de concepción más liberada la encuadran dentro de una problemática de simple lógica humana y para otros de superficial ignorancia y sin criterio moral, les parece que así debería ser, les parece la cosa más natural que un sacerdote tenga sus relaciones, procree un hijo y juegue su vida dentro de una ambivalencia desconcertante. Los comentarios en pacomias familiares, en la calle, en el club, en la peluquería, dan para todos los gustos.
Solo me permito, dentro de este breve comentario, analizar suscintamente un aspecto entre muchos que podríamos estudiar del «pájaro espino».
La ambivalencia en la vida de Ralph de Bricassart, sacerdote y después obispo y cardenal de la Iglesia, es el hilo que entrelaza toda la obra que comentamos.
A la mira de Ralph está la ambición, el poder, que en forma muy consciente, paso a paso lo va escalando, hasta llegar a la cima del Cardenalato; ese poder y ambición que en parte satisface sus aspiraciones humanas, parecer ser la causa de toda su tragedia interna, su corazón con anhelos de poder juega la doble partida de un amor a Dios sinceramente deseado y sentido y un amor a una mujer Meggie Cleary irresistible y profundamente humano.
Carambolas a tres bandas: Ambición, amor a Dios y amor a una mujer que dejan en su espíritu la insatisfacción de una partida jugada a medias, Ralph es un sacerdote, «Cardenal a medias».
Ralph y Meggie se aman, sufren, al impulso de la dinámica de sus corazones, buscan a cada instante racionalizar, para la tranquilidad de sus conciencias, las componendas que no encajan en el esquema de sus profundas convicciones, con sus actitudes les parece que exploran terrenos ajenos, se quieren autojustificar pero es más decisorio el hecho incontrovertible de un amor humano que busca la entrega, pero una entrega que no puede ser total porque se mueve en terreno de ambivalencias, existe algo que no se puede llamar absolutamente propio que impide el don total de la entrega.
La cara de Ralph refleja la insatisfacción, la tristeza, el descontento, la sed continuamente insatisfecha de plenitud, la ambición, el poder no pueden satisfacer plenamente su espíritu, porque el sacerdocio no fue instituido para eso, y además su amor que debe ser exclusivo, se polariza en dos polos que no satisfacen el deseo sincero: Dios y una mujer llamada Meggie. Por eso ser «Cardenal a medias» refleja y explica la tragedia interior de Ralph.
El sacerdote, Ralph era sacerdote y cardenal, supone una opción de vida radical, la radicalidad de dicha opción supone algunas renuncias que libremente se aceptan para centrar la vida, en forma total, a un servicio de los demás, a la Iglesia, por amor a Dios y solo y únicamente por amor al único Absoluto.
Cuando la fuerza de Dios atrae todas las energías humanas, cuando Dios centra todas sus aspiraciones, cuando se renuncia libremente al amor de una mujer, amor legítimo y humano, para lograr una mayor libertad para el servicio desinteresado y redentor, aunque se experimenten ciertos vacíos, y se afronten ciertas soledades, el corazón logrará su plenitud porque se llena con la eterna inmensidad de Dios.
Más de un escéptico dirá que estas son palabras bonitas, considera a los curas y monjas como unos seres en continua insatisfacción, que sufren el masoquismo de sus propios vacíos y viven la comedia de su irrealidad.
Los sacerdotes que viven al estilo Ralph, con una opción que juega a tres bandas dentro de ambivalencias al estilo «Cardenal a medias» con la ambición y poder como único «leimotiv» de sus vidas tendrán que sufrir el cilicio continuo de su mordaz insatisfacción.
La historia de la Iglesia está plagada de bellos ejemplos de sacerdotes, obispos, cardenales que en su opción radical centraron su amor en Dios y esa radicalidad dio a sus vidas la plenitud.
«El pájaro espino» según la leyenda que nos recuerda la autora de la novela Colleen Mc Cullough, solo canta una vez, su canto muere cuando una espina se le clava, cuando el amor humano se clava en el corazón de un sacerdote ¿será capaz de morir entonando un canto de libertad en bien de los demás, por amara Dios? canto que explica el enigma misterioso de su opción radical.