Una clase privada con Antonio Cacua Prada
La mayoría de quienes han estudiado historia, periodismo o política seguramente han leído alguno de los más de 100 libros que ha escrito este abogado y periodista javeriano, quien a sus 83 años mantiene fresca su memoria.
La revista Hoy en la Javeriana aprovechó la visita de Antonio Cacua Prada a la Universidad para entablar una charla que se convirtió en una especie de cátedra privada de un poco más de una hora.
Durante la conversación contó sobre sus primeros pinos en el periodismo cuando aún era un niño, sobre su llegada a la capital del país y a la Javeriana, relató con lujo de detalles la forma en que vivió el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 y hasta reveló que tiene información que apunta a que los rusos y los cubanos participaron en el homicidio.
Se describió como un hombre que durante su vida ha desempeñado cinco facetas: ha sido periodista, profesor, político, diplomático e historiador, pero además ha sido músico y por lo demostrado en esta entrevista, un gran conversador.
¿En qué época llegó a la Javeriana?
Yo llegué a la Universidad en 1951, en el primer año de rectorado del Padre Emilio Arango, pero a mí me recibió el Padre Félix. Yo vine a matricularme en noviembre del año 50, cuando estaba terminando mi bachillerato en el Externado Internacional Camilo Torres. El señor obispo de ese entonces, de la Diócesis de nueva Pamplona, Monseñor Rafael Afanador y Cadena, que era muy amigo de mis padres, me había dado una tarjetica para presentarme. Vine, le presenté la tarjetica, y me preguntó “¿qué haces tú?” Y yo le dije “yo trabajo como periodista en El Siglo”. Me dijo “con Laureano, ya estás en la Universidad” así que no me tocó presentar exámenes ni nada. Estudiaba Derecho por la mañana y Periodismo por la tarde. Periodismo eran tres años y terminé en 1953 y en seguida me nombraron profesor y en el 55 terminé Derecho y Economía, pero me gradué en 1958 porque me faltaba la tesis que fue sobre la libertad de prensa en Colombia y me la valieron para los dos programas.
¿Qué profesores y compañeros recuerda?
Realmente el cuerpo de profesores nuestro fue extraordinario. Muy respetados. Los queríamos mucho. Los decanos fueron Cástor Jaramillo y Guillermo Ospina Fernández. Recuerdo a J. J. Gómez, el profesor de civil; al doctor ‘Chepe’ Esguerra, que después fue Presidente de la Corte Suprema; a Gutiérrez Anzola y José Joaquín Rodríguez, que eran penalistas; a Rodrigo Noguera Laborde, que me dio bienes; tuve al Padre Campillo en derecho canónico, y muchos más. Nosotros iniciamos 112 y terminamos 52. Fuimos el primer curso con mujeres, eran 12 ellas, las sentaban siempre adelante y después había que dejar una fila libre y después veníamos nosotros. De mis compañeros estuvo Augusto Ramírez Ocampo, Roberto Suárez, Hernando Gómez Otálora, Alfonso Miranda Talero, que fue mi padrino de matrimonio en representación de mi curso, y entre las mujeres estaba Necty Gutiérrez, de las primeras mujeres que llegó a la Corte. Un grupo excelente.
Su tesis de grado se convirtió en uno de sus libros más famosos
La primera tesis editada en imprenta fue la mía, La libertad de prensa en Colombia, que me la hicieron unas monjitas que eran linotipistas, las Hermanas de la Comunicación Social. Fue mi primer libro en serio, que me consagró de verdad, todos los periódicos tuvieron que ver con ese libro. Aquí Gabriel Cano le dedicó las dos páginas centrales del periódico. Tuvo muy buena acogida.
¿Cómo ve el mundo y la Colombia de hoy?
No la veo. Terrible. Esto anda muy mal y mucho de lo mal se debe a la prensa. Realmente creo que el periodismo tiene que enrumbarse nuevamente a lo tradicional, a la ética, a la responsabilidad. Es que uno se alarma viendo la televisión, oyendo las noticias.
Para finalizar ¿qué le aconseja a la gente joven hoy en día acerca de la vida?
Hay que volver hoy a los valores. Se han perdido totalmente, ya no hay ni amistad siquiera. No hay amigos. Hay que ser francos, no groseros, la amistad consiste en decir lo que uno piensa del amigo. Hoy todo es al revés. Una vez tuve un medio disgusto con nuestro amigo Belisario Betancur porque le dije que la paz no es pintar palomas sino que la paz es enseñar educación cívica y urbanidad. Ya no hay urbanidad ni hay nada, y ésa es la base. Elementales.
Sus cinco facetas
Periodista: Yo me inicié en el periodismo desde mi casa. Mi padre manejaba una editorial y era profesor de música; por eso también estudié música, mi madre fue maestra toda la vida, rectora de un colegio oficial. Ellos tuvieron varios periódicos. En El Escolar publiqué mis primeros artículos sobre historia, la historia del pueblo mío, San Andrés (Santander). Después con un amigo de mi pueblo tuve un periodiquito, se llamaba Cumbres, lo hacíamos a máquina y sacamos cinco ejemplares. También escribí para un periódico de los padres eudistas y después del 9 de abril ingresé a El Siglo y ahí estuve hasta hace pocos años. Allá hice toda mi carrera.
Profesor: Yo aquí colaboré en la fundación de los dos colegios de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Ahí fui profesor durante 11 años. Era todero. Enseñaba redacción, gramática, literatura, historia, canto, música, tenía mis corales. En la Javeriana estuve más de 20 años de profesor en Periodismo y en Derecho.
Político: En 1957 me nombraron Secretario de Gobierno en mi departamento con el doctor Samuel Arango Reyes, que fue dos veces gobernador y dos veces ministro de justicia. Fui Gobernador encargado y luego me ofrecieron una curul, hice campaña y salí. Yo mientras estuve de Secretario de Gobierno visité todos los pueblos del departamento y además recibía a toda la gente que venía a hablar conmigo; esos eran consejos de mi padre. Así hice política. Yo no gasté en mis campañas.
Diplomático: Estando de Senador había atendido unos trabajos de esos que llaman secretos en la Cancillería, ir a visitar los consulados y me siguió gustando eso. Por eso acepté las embajadas cuando me las ofrecieron. Estuve en Costa Rica, en República Dominicana y en El Salvador en misiones diplomáticas.
Historiador: Cuando regreso al país me dedico de lleno a la historia, a escribir libros. Ya había escrito algunos. Estando de embajador, donde duré más tiempo fue en Guatemala. Allá escribí tres libros, sobre todo el del prócer de ellos, que no lo habían hecho. Me he dedicado sobre todo a la historia y las biografías; me encantan.
“Realmente creo que el periodismo tiene que enrumbarse nuevamente a lo tradicional, a la ética, a la responsabilidad. Es que uno se alarma viendo la televisión, oyendo las noticias”.