discurso-rector - Asamblea IAJU 2025
Palabras de bienvenida del Rector de la Javeriana a la Asamblea IAJU 2025
En nombre de la comunidad educativa de la Pontificia Universidad Javeriana, les doy una cordial bienvenida a nuestra Universidad; centenaria universidad jesuita en América Latina.
Nos alegra profundamente ser anfitriones de la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas 2025. Confiamos en que este encuentro será una experiencia memorable de acogida, compañerismo y fortalecimiento de nuestros lazos académicos, espirituales y de amistad.
Les damos la bienvenida, a su vez, a Colombia, un país extraordinario, que alberga una de las mayores biodiversidades del planeta, donde confluyen la selva amazónica, las cordilleras de los Andes, los océanos Atlántico y Pacífico, las sabanas de la cuenca del Orinoco, y una riqueza cultural tejida por pueblos ancestrales, comunidades campesinas y contemporáneas expresiones urbanas.
Un país, que bien puede estar representado en maravillas naturales y arqueológicas como el Parque Nacional Chiribiquete, territorio sagrado para los pueblos originarios, donde se conservan más de 75.000 pinturas rupestres, que lo convierten en un gran complejo pictográfico arqueológico que guarda muchos secretos de la historia de nuestra América.
Colombia también es un país con heridas abiertas. La firma de los acuerdos de 2016 abrió caminos, aunque su implementación sigue enfrentando grandes desafíos. Después, de décadas de conflicto armado, agravado por las devastadoras secuelas de las economías ilícitas, de la corrupción, de la inequidad social y la pobreza, vivimos hoy una compleja transición hacia la paz. A pesar de las dificultades y de las persistentes violencias, desigualdades y exclusiones, la sociedad colombiana no ha renunciado a la esperanza de la reconciliación y sigue apostando por la justicia, el diálogo y la transformación social.
Ustedes llegan a un país de contrastes, marcado por la belleza natural, por la violencia y por la esperanza. Los colombianos y las colombianas – ustedes podrán constatarlo - somos resilientes, alegres, acogedores, respetuosos de la diversidad cultural, que añoramos profundamente una vida justa y en paz.
Como bien lo ha dicho Wade Davis, etnobotánico y gran conocedor de nuestra geografía física y humana, Colombia no es un país del pasado sino un país del futuro. Y eso es cierto. Aquí, donde aún duelen las heridas y son visibles las cicatrices, florecen nuevas generaciones, como las de nuestros estudiantes javerianos, con una visión profunda, dialogante, cuidadora de la casa común y transformadora del mundo.
Son ellos y ellas —herederos del dolor y sembradores de esperanza— quienes se preparan para construir un país más reconciliado, y quienes hoy encarnan la posibilidad de esa Colombia que no renuncia a la memoria, pero que no se resigna al miedo y la violencia. Somos conscientes de que las transiciones políticas son frágiles y, a su vez, fértiles; y que nos interpelan no solo como nación sino también como humanidad.
Vivimos en un tiempo que exige, en todos los sentidos y dimensiones, colaboración global y local. Tenerlos a ustedes en nuestra casa nos ilusiona. Las universidades desempeñamos un papel crucial en estos contextos. Las Universidades somos espacios únicos y privilegiados en los que las sociedades encuentran las mejores posibilidades de enfrentar sus grandes retos, lograr la formación de ciudadanos éticos y ecológicos, la investigación rigurosa capaz de responder a los grandes problemas humanos y sociales, y generar incidencia en políticas públicas con justicia; ellas están llamadas a tender puentes para transitar de los mundos existentes a los mundos posibles y queridos. IAJU es una oportunidad inmensa para juntar voluntades, acoger la pluralidad, sembrar y cultivar juntos, acompañar generaciones y territorios, y para aportar, desde ella, soluciones transformadoras y sostenibles.
Llegan ustedes, también, a la Pontificia Universidad Javeriana, que los recibe con afecto y hospitalidad. Nuestra Universidad empezó su historia en 1623, año que marca el origen de lo que se conocería en los tiempos coloniales como Universidad y Academia de San Francisco Javier, canonizado un año antes. Transcurridos 143 años de labores, la Javeriana se vio obligada a cerrar sus puertas en 1767, año de la expulsión de los jesuitas del Nuevo Reino de Granada. Más de un siglo y medio después, el primero de octubre de 1930, se firma el Acta de Restablecimiento de la Universidad Javeriana, iniciando con ella lo que se conoce como el periodo contemporáneo de nuestra institución.
Con sus sedes de Bogotá y Cali, y la recientemente creada seccional técnica y tecnológica, su legado se extiende a través de generaciones. Sus cerca de 250.000 egresados han vibrado al formarse en un ambiente humanista y científico, que les ha permitido apropiar y expandir rasgos que definen nuestra impronta: consciencia social, valores democráticos y compromiso con la búsqueda de la verdad.
Hoy, con cerca de 30.000 estudiantes, 4.800 profesores y 2.900 empleados administrativos, la Javeriana propicia la construcción cotidiana de una atmósfera estimulante, interdisciplinaria y plural, para que emerjan y se consoliden la solidaridad, la fraternidad, el diálogo constructivo y el cuidado del otro, en una invitación permanente a que sus integrantes seamos ejemplo de ciudadanía, justicia y honestidad, y nos desempeñemos con liderazgo ético en un entorno exigente y de cambio constante.
Contamos con una amplia y diversa oferta de 322 programas académicos de pregrado y posgrado y una extensa e innovadora oferta de cursos cortos. Con el trabajo de nuestros 128 grupos de investigación e investigación-creación buscamos contribuir a la generación y avance del conocimiento, así como a su difusión, con un énfasis particular en su apropiación social. A través de todo lo que hacemos, aspiramos a ser agentes de transformación en la sociedad colombiana.
En un clima de libertad, respeto mutuo y honda sensibilidad humana, queremos ser siempre casa abierta en la que confluyen seres humanos sensibles, con mentes vigorosas e inquietas, que buscan responder con acierto a los grandes desafíos de la sociedad, tejer lazos y servir al debate académico. Hemos asumido la tarea colectiva de participar activamente en la reconciliación de Colombia, en la promoción del diálogo social y en el fortalecimiento de la cultura democrática.
El encuentro de nuestros profesores con las comunidades rurales, desde la década de los setenta del siglo pasado, nos llevó a preguntarnos con seriedad por el cuidado del territorio y del medio ambiente. Gracias a esta tradición, pudimos acoger orgánicamente los llamados de Laudato Si y de Fratelli Tutti, y ser reconocidos como líderes del Pacto Educativo Global en los temas de ecología integral y tecnología. Desde allí, nos hemos abierto a nuevas preguntas que requieren respuestas desde la perspectiva del humanismo solidario y la amistad social.
En estos tiempos desafiantes y de creciente complejidad en los que el valor de la universidad misma se ve cuestionado, algunos quieren relativizar la evidencia científica y la búsqueda de la verdad, nos encontramos con seres humanos sensibles, frágiles, fácilmente movilizados por causas diversas, que viven incertidumbres y tensiones sobre su futuro. Ante ello y para ellos, la Universidad Javeriana vive procesos relevantes que han avivado los interrogantes y las búsquedas para trazar caminos que puedan dar respuestas desde lo que somos, es decir, una universidad, con identidad católica y jesuita.
De cara a un presente incierto y desafiante, no renunciamos a pensar y construir juntos la Universidad del futuro; buscamos ser un ecosistema de conocimiento y formación integral, para la construcción de sociedades en paz. Nos inspiran el cuidado de las personas, un humanismo solidario y el deseo por construir la sociedad justa que soñamos.
La Universidad Javeriana ha optado por promover una cultura de la conversación y el diálogo, basada en la confianza, el reconocimiento y la corresponsabilidad; algo esencial para navegar en estos tiempos de inestabilidad y debilitamiento de los valores democráticos. Estamos trabajando en un sistema de cuidado, en el que apropiamos el cuidado de la persona, la palabra, el conocimiento, las interacciones, el aprendizaje y el proceso formativo. Vemos en el fortalecimiento de la investigación, la innovación, la creación, la interdisciplinariedad y la articulación con diferentes actores de la sociedad un camino importante para plantear soluciones a los principales problemas de nuestra época. Estamos diseñando escenarios para llegar mejor a los territorios y a las personas, y para asegurar que la ecología integral sea una vivencia expandida en nuestro país.
Consideramos que esta fantástica red de universidades jesuitas es el mejor escenario para actuar juntos siendo fieles a nuestra identidad. En la Universidad Javeriana encontrarán plena disposición para estrechar nuestros lazos de cooperación. Reconocemos que los retos más urgentes que enfrenta el mundo hoy no pueden ser resueltos de forma aislada y en compartimentos disciplinares. La colaboración internacional, las redes sólidas y significativas, entonces, deben ser componente central de nuestro trabajo y de nuestras búsquedas.
Quiero cerrar estas palabras afirmando que el vínculo fraterno es un rasgo que nos hace únicas a las universidades jesuitas. Confiamos en que estos días de reflexión compartida y compromiso renovado nos impulsen a seguir cuidando la universidad como institución social vital y relevante, a ampliar horizontes, a ahondar en el sentido de esta asociación que nos congrega, a proponer caminos de esperanza y a fortalecer nuestro impacto en la vida de las personas y de nuestras sociedades.
El apostolado universitario de la Compañía de Jesús es una construcción colectiva en permanente desarrollo. Nos emociona acogerlos en Colombia para continuar escribiendo juntos nuestra historia.
Muchas gracias.
Luis Fernando Múnera Congote, SJ
Rector de la Pontificia Universidad
Bogotá, martes 01 de julio de 2025