“Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos
van marcando mi retorno
son las mismas que alumbraron con sus pálidos reflejos
hondas horas de dolor”
Volver, Carlos Gardel
Durante el primer período de 2022 el Observatorio de Prácticas Pedagógicas Emergentes -OPPE- realizó un ejercicio de indagación a través entrevistas a profundidad, grupos focales y sondeos para reconocer cómo las experiencias durante y después de la educación remota han afectado distintos aspectos de la vida universitaria. A continuación, una síntesis de los principales hallazgos relacionados con los retos de la nueva presencialidad y el retorno al campus.

Las transformaciones experimentadas a raíz de la pandemia han implicado una adaptación de las prácticas pedagógicas a condiciones externas que han sido determinantes y que, han dejado distintos retos, aprendizajes y efectos no previsibles. El escenario del retorno a la presencialidad se ha tornado en un espacio de incertidumbres que no son comparables con condiciones que existían antes de la pandemia.

Los actores de la comunidad Javeriana han experimentado de forma muy diversa estas contingencias y  sus efectos. Por ello, el OPPE indagó con cuatro actores diferenciados.

Un primer actor, estudiantes de pregrado divididos en  quienes iniciaron su formación antes de la pandemia, quienes iniciaron sus estudios durante la pandemia y neojaverianos, es decir, aquellos que ingresaron a la universidad por primera vez y de modo presencial en el primer semestre de 2022.

Un segundo actor, los estudiantes de posgrado, que han vivido prácticamente toda su formación bajo la condición de educación remota.

Un tercer actor son los profesores, divididos en planta y cátedra, bajo la hipótesis de que su experiencia es distinguible.

Finalmente, un cuarto actor son los directivos, divididos en: secretarios de facultad, directores de programa y  directores de departamento.

Regreso a la presencialidad en el Campus Universitario
¿Qué dijeron estos cuatro actores?

Los neojaverianos se han sentido motivados con el ingreso presencial, pero también se han enfrentado con grandes retos, debido a las exigencias propias de la vida académica frente a la cual sienten que no tienen todas las habilidades requeridas, por ejemplo, tienen algunas dificultades para la concentración y otras dificultades de tipo socio afectivo dada la novedad de su relación con pares, lo que dificulta dinámicas como el trabajo en grupo.

Los estudiantes que ingresaron durante la pandemia, en enseñanza mayoritariamente remota, han experimentado el retorno como una oportunidad para aprovechar mejor las condiciones que ofrece la universidad: relacionarse con otros de una manera distinta, concentrarse y seguir las dinámicas exigidas. Pero por otro lado se perciben las dificultades de organización del tiempo y todo esto se refleja en una sensación de agotamiento.

Los estudiantes que ingresaron antes de la pandemia expresan ambigüedad frente al rito presencial: por un lado, hay expectativa por retomar las condiciones experimentadas previamente, pero, por otro lado, se habían adaptado a lo remoto, lo que ha dificultado el retorno a lo presencial; por ejemplo, han tenido dificultades para seguir las exigencias académicas o para organizar el tiempo. Al mismo tiempo, el regreso se siente como una oportunidad para fortalecer vínculos con los pares (por eso fluyen mejor las actividades grupales, ahora enriquecidas por las posibilidades tecnológicas aprendidas) y para aprovechar mejor el tiempo dedicado a su formación.

Por su parte, los estudiantes de posgrado han experimentado una muy buena adaptación a las condiciones de la educación remota, de la que destacan ventajas como evitar el transporte. Sin embargo, reconocen las ventajas de lo presencial sobre todo para asignaturas de carácter práctico.

Los profesores, tanto de planta como de cátedra, consideran que el retorno a la presencialidad los ha enfrentado a una situación que no es la misma de antes de la pandemia y, por tanto, exige disposición e innovación. Si bien algunos de ellos han integrado prácticas de enseñanza que ponen al estudiante en el centro de su proceso de aprendizaje, por ejemplo, la realización de evaluaciones de libro abierto que exigen procesos de tipo analítico, reflexivo o crítico; la  asignación de actividades para fortalecer el trabajo autónomo; la reducción de la magistralidad y el diseño de actividades en grupos pequeños; otros, en contraste, han retomado prácticas del contexto pre pandémico, por ejemplo, evaluaciones que implican memorizar información. En general, los profesores perciben que los estudiantes tienen dificultades en niveles académicos y socio afectivos que tienen un impacto en el proceso pedagógico.

Los directivos, por su lado, mencionan que las posibilidades de flexibilidad en el trabajo, la atención a estudiantes a través de medios remotos y la sistematización y digitalización de algunos procesos se deberían mantener. Reconocen que se han dado aprendizajes en la esfera organizacional y en las pedagogías que deberían persistir.

Regreso a la presencialidad en el Campus Universitario

Es claro que la pandemia potenció el desarrollo de habilidades digitales en los diferentes actores; les permitió descubrir nuevas maneras de comunicarse, de desarrollar procesos de la mano de las TIC y de acceder a materiales para el aprendizaje y la enseñanza.

Por otra parte, se identificaron retos derivados del retorno al campus comunes a los diferentes actores: la sensación de agotamiento, el excesivo tiempo que se invierte en el  desplazamiento, la tensión entre las prácticas de enseñanza tradicionalmente vinculadas a la presencialidad y la integración de tecnología al proceso educativo, por mencionar los más importantes.

Por último, todos los actores consideran como elemento fundamental de la flexibilización el fortalecimiento del acceso remoto a recursos y a servicios, y la diversificación en el diseño, desarrollo y formas de participar (presencial o remota) en las clases y en actividades académicas, administrativas y culturales.

El análisis de la información obtenida de este nuevo ejercicio de indagación permite informar la toma de decisiones sobre cómo acompañar los procesos de aprendizaje, enseñanza y evaluación, así como las distintas iniciativas de reflexión y posible cualificación de los procesos educativos en la universidad.