¿Innovar la diplomacia frente a la nueva crisis colombo-venezolana?
Colombia y el resto del mundo están siendo testigos de las indignantes, flagrantes y masivas violaciones a los derechos humanos (DDHH) que el gobierno de Venezuela viene comentiendo en contra de los colombianos. Nuestros compatriotas están siendo deportados, sin que se cumplan tanto el derecho internacional como el mismo venozolano, a través de la frontera binacional. Tales medias a todas luces ilegales han generado una crisis humanitaria sin precedentes. Infortunadamente, tenemos frente a nosotros a un régimen autoritario, caracterizado por la perdida absoluta de legitimidad política y social, que naufraga. Por ello, intenta utilizar como tabla de salvación, en forma velada, el desencadenamiento de un conflicto militar con Colombia en la frontera, a fin de tener un pretexto que le permita endurecer el régimen –autogolpe- y suspender las próximas elecciones que, según los sondeos, podría perder. De manera que la puesta en marcha de una política exterior agresiva y provocadora, que como política simbólica recrea la figura del enemigo externo para exacerbar la pasión del nacionalismo, le permite a Maduro la utilización de medidas excepcionales, a fin conjurar aquellos males foráneos que han sumido a la nación en la crisis estructural en que se encuentra.
Por tanto, el desabastecimiento, la inseguridad y tantas otras desventuras que padece el pueblo venezolano no serían el fracaso del modelo que ha implementado el régimen populista, sino las consecuencias de una conspiración que ha sido urdida desde afuera.
El presidente Santos, hasta hoy, había conducido las relaciones con Venezuela a través de una diplomacia de la conciliación en medio de las diferencias ideológicas con el gobierno del vecino país. Sin embargo, la gravedad de la crisis humanitaria y el escalamiento de las tensiones entre ambos países, han conducido a que se cierren, por el momento, las vías de la diplomacia bilateral; y, por supuesto, a un giro en la acción exterior del gobierno colombiano. Además de endurecer su lenguaje y reclamar con vehemencia el respecto a la dignidad y los DDHH de los colombianos, Santos ha iniciado una ofensiva diplomática en los escenarios multilaterales regionales: OEA y Unasur. No obstante, ambos escenarios de diálogo político, a causa de los cambios globales, hemisféricos y las fracturas ideológicas entre los Estados latinoamericanos, han evidenciado recientemente ser poco eficaz en la mediación y solución de crisis regionales. Como alternativa al anquilosamiento y parálisis tanto de la OEA como de Unasur, la diplomacia colombiana debe recurrir también al Consejo de Seguridad de la ONU, porque un escalamiento de la crisis podría poner en peligro la seguridad y la paz de la región.
Es acertado que Colombia visibilice internacionalmente la crisis y es necesario que despliegue una diplomacia más acorde con los cambios que se están llevando en las Américas. En este sentido, se debe apelar a la imaginación y utilizar mecanismos diplomáticos que vayan más allá de lo tradicional. Por ejemplo, Colombia podría buscar la mediación conjunta o paralela de EE.UU. y Cuba. Tal constelación hubiese sido imposible antes del 17.12. 2014. Desde entonces, ambos Estados se encuentran en un proceso de normalización de sus relaciones, hecho que ha comenzado a transformar las dinámicas de la política hemisférica.
En ese sentido, Cuba sigue siendo un aliado de Venezuela y anfitrión de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. En el pasado, no sólo sirvió como mediador en crisis entre ambos países, sino que puede desempeñar de nuevo el mismo rol en la actual, ya que goza de la confianza de las partes. Al mismo tiempo EE.UU., quien le genera confianza a Colombia, más no a Venezuela, podría respaldar la mediación de Cuba. En consecuencia, si cooperase con Cuba para acercar la partes y buscar una solución negociada a la crisis, podría enviar un mensaje positivo sobre su nueva estrategia de reaproximación hacía América Latina. En fin, los nuevos tiempos requieren innovaciones diplomáticas.