Haití: Una alerta para el predador mundo desarrollado
Las dantescas imágenes del terremoto de Haití permiten analizar los hechos trascendiendo las simples explicaciones geológicas y los prejuicios. El país más pobre de américa no es un país paria o excluido. Que la población sea en su mayoría escasamente educada o negra, no indica una diferencia abismal comparada con la mentalidad del resto de los países occidentales. Por el contrario, Haití ha contado con marcas históricas como ser la primera nación que se granjeó su propia independencia (1804) y la primera en acabar con la esclavitud, en 1794. Haití le sirvió de refugio a Bolívar (1815-1816) tras su fracaso en Venezuela, cuestión que posibilitó luego la independencia de la Nueva Granada. La ayuda internacional ha estado siempre presente, como lo evidencia el edificio de Naciones Unidas -que colapsó en el terremoto- y la presencia de Cascos azules desde años antes (20042006) a la catástrofe. En adición, el país a la izquierda de la isla de La Española, compartida con República dominicana, ha desarrollado las modas referentes a procesos políticos continentales. además de la independencia y abolición, las dictaduras de los 60’s y 70’s encontraron indignos “representantes” en los dictadores Duvalier (Papá Doc y Nene Doc). La democracia presidencial y la burocracia, el rechazo a la cultura occidental blanca tradicional manifestada en anticlericalismo, desconfianza hacia la política, corrupción, altas tasas de sida, criminalización de la sociedad, materialismo, armamentismo civil, crisis energética, trato cruel hacia la naturaleza, toda suerte de supersticiones esotéricas, y en especial la nociva creencia de que los problemas humanos se arreglan con inyecciones de dinero, nos ponen a los restantes países occidentales en una clara similitud comportamental con la –aparentemente distante- República Haitiana.
La deforestación de Haití, que ha disminuido la presencia de árboles a menos del 2% de la superficie nacional, se ha dado como consecuencia del hambre y la inexistencia de fuentes energéticas. Los habitantes, sin control gubernamental, han desolado las plantaciones naturales. Hoy no sólo escasea la leña sino las fuentes de agua para consumo humano. Esto es una advertencia para las sociedades basadas en mecanismos de generación energética fósil (carbón y petróleo) como la nuestra. La función que cumplen los árboles en Haití, Francia o Colombia es similar. Estabilizan los terrenos, evitan inundaciones, protegen fuentes de agua, capturan los gases del Cambio Climático, son los pulmones de mundo al producir oxígeno en el mismo proceso de captura de gases desequilibrados; disminuyen hasta en 9 grados centígrados la temperatura ambienta, reviven áreas desérticas, y en general, aumentan la fauna al ofrecer un medio de vida para animales y otros seres.
El comportamiento poblacional violento de los humanos en pos de agua y alimentos – recrudecido y aumentado tras el terremoto-, demuestra que en circunstancias instintivas y forzadas de supervivencia, el ser humano olvida cualquier educación, jerarquía o respeto. Lo cual no conviene a nadie, ni siquiera al más fuerte. Ni siquiera al más armado. El desprecio por la vida, que en Haití comenzó a través de las creencias religiosas de magia negra y vudú (proclamada religión oficial por los Duvalier), se fue trasladando a la manera de tratar a los otros seres vivos en una sociedad donde cada forma viviente se volvió así receptora de una sentencia de muerte anticipada, incluso antes de nacer, debido a la enorme variedad de sacrificios rituales y/o económicos de las formas vivas. Quizás estemos a tiempo de entender que vamos por el mismo camino y podamos corregir el rumbo. En Vida hermano, en Vida…