septiembre 2011 | Edición N°: año 50 No. 1271
Por: Redacción Hoy en la Javeriana | Pontificia Universidad Javeria



Anualmente conmemoramos en la Javeriana, con apenas unas pocas semanas de diferencia, la festividad de San Pedro Claver, que corresponde al Día de los Derechos Humanos en Colombia, y el Día de la Universidad, que recuerda la fecha del Acta de su Restablecimiento, suscrita en 1930. Estos aniversarios nos ofrecen la oportunidad de pensar una vez más sobre la necesidad imperiosa de insistir en una tarea que está estrechamente vinculada a la existencia de todos los hombres y mujeres, de su vivir en unas coordenadas específicas de tiempo y espacio, una tarea que debemos asumir todas las personas, sin distingo alguno, y todas las entidades y organizaciones que las congregan, no importa de qué manera. Se trata de hacer que ese mundo que habitamos sea más humano. La gesta extraordinaria de Claver en el siglo XVII, ese súbdito español que vino a Santafé y completó sus estudios en el Colegio de la Compañía, que pocos años después fue autorizado para otorgar grados universitarios, que luego se radicó en Cartagena y se entregó al cuidado de los esclavos que entonces eran punto central del comercio, nos hace pensar en la labor que a partir del reconocimiento de la dignidad de todo ser humano busca aliviar el sufrimiento, acabar con el maltrato y abrirle espacio seguro a la justicia. La acción heroica y ejemplar de Claver señala un hito en la historia del país, que no debe ser olvidado pues si bien la trata de esclavos como tal desapareció, la situación de sufrimiento y maltrato que padecen millones de compatriotas, da plena vigencia a los ideales defendidos por ese insigne javeriano. Solamente un mundo más justo puede ser más humano. En efecto, solamente si combatimos la inequidad y los privilegios que disfrutan unos pocos y bien conocidos ‘a costillas de’ inmensas y anónimas mayorías, solamente si luchamos contra la impunidad que fomenta en la cultura la idea del delito y la maldad como presupuestos ciertos de una vida exitosa, solamente si ponemos en el centro de nuestros pensamientos “las víctimas de la discriminación, la injusticia y la violencia”, según la expresión contemplada en el Proyecto Educativo Javeriano, y concentramos y orientamos nuestro esfuerzo en su favor, podemos hacer que el mundo sea más humano.

Este propósito es el mismo que anima a la Javeriana, a la institución restablecida hace 81 años, y que en palabras de nuestro Gran Canciller, P. Adolfo Nicolás, S.J., responde al espíritu de ‘humanitas’ que debe ser claramente reconocible en toda Universidad jesuita. Y exactamente a eso se refieren los objetivos definidos en los Estatutos cuando nos hablan de “servir a la comunidad humana… procurando la instauración de una sociedad más civilizada, más culta y más justa, inspirada por los valores que proclama el Evangelio”. ¿No es esto lo mismo que pretender que el mundo sea más humano? Ahora bien, debemos recordar que esta tarea tiene un ámbito cercano, mucho más cercano de lo que algunos a veces pueden llegar a pensar, porque la Javeriana como espacio de encuentro cotidiano de miles de personas tiene que ser cada día más humana. Esto significa que en las oficinas, en las relaciones interpersonales, especialmente entre jefes y subordinados, tiene que preservarse un trato a la altura de la dignidad humana, no importan las diferencias o los conflictos. Un proceder así no tiene por qué reñir con la exigencia. La excelencia que promovemos apela también a la dimensión humana. Y esta consideración es bien importante. Algunos han llegado a cuestionar este rasgo distintivo de la Javeriana porque en ocasiones se confunde con alcahuetería o paternalismo, que facilitan no solo la labor de un superior que no quiere ejercer su autoridad ni afectar su aceptación y popularidad, sino también la excusa de un subalterno que quiere sacarle el cuerpo a sus responsabilidades. Esta misma reflexión tiene aplicación en el entorno académico, especialmente en las aulas de clase, en la relación profesor – alumno, que en su auténtico ejercicio debe estar llena de humanidad. Falla en su quehacer y de manera grave, el profesor que apela al autoritarismo y la arbitrariedad, aquel que humilla en público o en privado a su alumno y que ignora la situación de quien viene a su encuentro para aprender, para crecer, para ser más.

Toda esta reflexión que hacemos a propósito de dos efemérides que figuran en las fechas conmemorativas de la Javeriana, queda bien enmarcada por un término latino que pertenece al vocabulario ignaciano, magis, que significa más y que se opone al acomodamiento y complacencia pasiva con lo ya alcanzado y la situación actual, al acostumbrarnos y dejar de luchar por ese algo que puede ser mayor o mejor, especialmente en términos de beneficio para los demás. Pero no olvidemos, por una parte, que lo primero que tenemos que hacer, si queremos que el mundo sea más humano, es que la Pontificia Universidad Javeriana sea más humana; y por otra, que el esfuerzo debemos asumirlo cada uno de nosotros, y no exigirlo y esperarlo de los demás. Eso nos hace más humanos.