Lecciones de una elección
Las elecciones del 30 de octubre no sólo brindaron el espacio democrático para elegir a las autoridades locales, que tendrán en sus manos la gestión en municipios y departamentos a partir del 2012, sino también la oportunidad de renovar los liderazgos políticos en el país. Los retos son enormes dado el papel que asumirán para enfrentar la administración de recursos y culminación de obras por los desastres de la ola invernal y las inversiones asociadas a los ingresos por regalías e implementación de ley de víctimas y restitución de tierras; a su vez, se constituirán en actores decisivos en la lucha contra la enorme desigualdad y pobreza en nuestros municipios. Los resultados pueden ser analizados desde múltiples perspectivas que nos permiten ver el alcance de la jornada electoral.
Institucionalmente reflejaron avances en la implementación de mecanismos de control en la búsqueda de una mayor transparencia electoral, en el trabajo coordinado entre las instituciones involucradas, en la participación activa de organizaciones de la sociedad civil y en la efectividad del voto en blanco; sin embargo, proyectan imperiosas necesidades: como legitimar la actividad política desde la depuración de las élites políticas, fortalecer las organizaciones partidistas, romper los vínculos entre dirigentes políticos y recursos ilícitos, impedir y sancionar el desvío de los recursos públicos a campañas electorales, eliminar prácticas como la compraventa de votos o la trashumancia electoral y fortalecer las instituciones encargadas de organizar, vigilar, investigar y sancionar lo atinente a los procesos electorales.
Nos llaman, de igual manera, a analizar los efectos de los cambios introducidos al proceso electoral como producto de las más recientes reformas: el papel de las coaliciones programáticas, la inclusión de cuotas de mujeres en las listas a corporaciones públicas, los resultados de los esfuerzos por facilitar y formar a los ciudadanos en el ejercicio del voto y la constitución de grupos significativos de ciudadanos para promover candidaturas. Todo ello con el fin de establecer el efecto de los cambios institucionales y observar si la cultura política se ha fortalecido como una respuesta al discurso democrático participativo. Otra vía de análisis se presenta si se analizan los llamados ganadores y los perdedores, desde la óptica de la distribución del poder político. El respaldo de la capital a una candidatura de la “izquierda democrática” al elegir a Gustavo Petro como alcalde y a ocho concejales del Movimiento Progresistas puede visibilizar una opción por la reconciliación y la necesaria profundización de los programas sociales; Antioquia colocó su rumbo en dos mandatarios favorablemente evaluados en su gestión anterior; el Valle del Cauca tiene aún
deudas en el campo de la renovación política; el movimiento MIRA tendrá la oportunidad de liderar el gobierno en un departamento complejo como Caquetá; mientras que los partidos de la coalición de gobierno conservan en general su posicionamiento regional. Otros temas quedan en el tintero,pero enunciarlos es avanzar en esta reflexión académica: el respaldo electoral alcanzado por el Partido de Unidad Nacional y sus implicaciones bajo el liderazgo del presidente Álvaro Uribe, quien resulta afectado por la derrota de sus candidatos en Bogotá, Medellín y Bucaramanga; la consolidación del Partido Liberal, y la imperiosa necesidad de evaluar y decidir el rumbo por parte del Partido Conservador y la importancia creciente del voto en blanco. Son estas unas primeras reflexiones que constituyen una agenda de temas para analizar a fin de comprender los cambios en la política colombiana después de ocho años de uribismo y de un año de un gobierno de coalición nacional.