Los orígenes del pensamiento de Martín-Barbero
La Facultad de Comunicación y Lenguaje y la Editorial de la Pontificia Universidad Javeriana publican por primera vez ‘La palabra y la acción’, la tesis doctoral en Filosofía de Jesús Martín-Barbero, sustentada en la Universidad de Lovaina en 1972 y presentada en la XXXI Feria del Libro de Bogotá. Como homenaje al gran maestro, compartimos un extracto del prólogo publicado en el libro.
El libro que tienes en las manos, amigo lector, es una tesis de doctorado en Filosofía, dirigida por el profesor Jean Ladrière –filósofo de la ciencia– y presentada en la Universidad de Lovaina –Bélgica- en diciembre del año 1972. Así que lo primero con lo que te vas a topar es con la larga distancia del tiempo que va de los felices años sesenta a los desazonados tiempos que atravesamos en el inicio de un siglo dizque nuevo u otro. ¡Claro que en los nerviosos y destemplados tiempos que vivimos es mucha la gente que –por contraste– está convencida de que el mundo va bien! Lo que el título de este libro testimonia es un mundo de ideas. La palabra y la acción, así de desnudas, pertenecen al mundo de lo más densamente filosófico. Y por eso necesité del subtítulo ‘Por una dialéctica de la liberación’, cuya clave nos traslada a otra época –la de los años sesenta y setenta– en la que aún tenía una fuerte vigencia el hoy añejo marxismo, ese “mundo de ideas y prácticas” que se atrevió a proclamar la posibilidad de la liberación. Claro que de lo que significaba esa palabra en aquel entonces, lo que nos ha quedado es bien poco: un montón de imágenes como las que produjo la minifalda en una Bogotá chapineruna con gente capaz de la más avanzada desvergonzura: la de unas muchachas que asustaban a sus padres besando en público a sus novios y llegando tardísimo a acostarse… ¡cuando llegaban a dormir en casa! Y si apelo a la revoltura de esas vainas es porque de eso se trata en este libro: “la revoltura” es algo que aprendí de una paisana mía, llamada Teresa de Ávila, quien escribía revolviéndolo todo como en los pucheros, ¡o sea que se encontraba con Dios mientras cocinaba el puchero-de-almuerzo! Lo que aquí llega trae las huellas de un largo recorrido. Venía yo de la filosofía y, por los caminos del lenguaje, me topé con la aventura de la comunicación. Y de la heideggeriana morada del ser di así con mis huesos en la choza-favela de los hombres, construida en barro y cañas pero con radiotransistores y antenas de televisión. Desde entonces trabajo aquí, en el campo de la massmediación, de sus dispositivos de producción y sus rituales de consumo, sus aparatajes tecnológicos y sus puestas en espectáculo, sus códigos de montaje y reconocimiento.