Un jesuita con los ojos en las estrellas
No, por supuesto que no es incompatible. Hay muchas áreas con visiones opuestas que se generan de una posición cientificista que reduce todo a la ciencia, y del otro lado una posición que reduce todo a lo religioso. En este sentido las universidades jesuitas tienen una gran misión: promover el diálogo entre distintas áreas, sobre todo entre ciencia y fe.
Porque en el S. XIX la iglesia es acusada de oscurantista, de no promover la ciencia. Entonces para mostrar que la iglesia no se opone a la ciencia y al desarrollo científico, el papa León XIII funda en 1891 el observatorio del Vaticano para que se ocupe de hacer ciencia, para que haga realmente investigación, y para que muestre que la iglesia apoya y sostiene la investigación científica y no le tiene miedo a la ciencia.
Luego de una gran crisis donde el Observatorio del Vaticano no estaba dando resultados y no producía trabajo científico de valor, al no tener un director astrónomo, el papa Pio X encarga esta tarea a una familia religiosa que trabaje mucho por poco (risas) y ahí llegamos los jesuitas. El primer director jesuita del observatorio fue el padre Hagen, quien fue director del Observatorio de Georgetown en Estados Unidos. Des-de ese entonces la Compañía de Jesús tiene la responsabilidad de proveer de astrónomos al Observatorio.
No sé. Por ahora no tenemos evidencia de que haya vida en el universo. Cuando hablamos de vida hablamos de nuestra galaxia, y estamos hablando de estrellas cercanas al Sol, y podría ser que existiera algún modo muy primitivo, muy resistente de vida en el Sistema Solar, pero todavía no lo hemos encontrado, así que no hay vida en sí. Sería una gran noticia, pero aún no.
Yo creo que no, porque las distancias son enormes en el universo. La luz del Sol tarda 8 minutos en llegar a la Tierra. Son 150 millones de kilómetros y nosotros con tripulación hemos llegado solo a la Luna, y es muy difícil llegar a Marte. La estrella más cercana está a 4 años luz, eso significa tener una gran tecnología para viajar a la velocidad de la luz. A lo mejor hay seres superiores que lo pueden hacer, pero tampoco hay pruebas.
La fe y la religión nos ofrecen un horizonte de sentido, que la ciencia no puede hacer. Así como a la Biblia no le podemos pedir respuestas científicas a problemas científicos, a la ciencia no le podemos pedir respuestas a preguntas profundamente humanas o profundamente religiosas. La ciencia no tiene en sí la capacidad para probar o negar la existencia de Dios porque no es parte de su objeto.