Augusto Ramírez Ocampo, un hombre grandioso
Nacional e internacionalmente se lamentó la muerte, el pasado 14 de junio, del Regente de la Pontificia Universidad Javeriana y Director del Instituto de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Dr. Augusto Ramírez Ocampo, quien falleció a los 77 años de edad, debido a una falla cardiaca. Cientos de medios de comunicación y de personalidades en el mundo no vacilaron en describir a Augusto Ramírez Ocampo como “el batallador de la paz”, “un conservador de avanzada”, “el compañero”, “un colombiano ejemplar”, “el apóstol de la paz”, “un gran latinoamericano”, “un líder sustantivo” y múltiples calificativos que reconocen su extensa y exitosa trayectoria pública.
Claudia Dangond Gibsone, la Decana Académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, prácticamente resume todo lo anterior en la que para ella es la palabra que mejor describe a Augusto Ramírez Ocampo: “Un hombre grandioso”.Lo dice con total conocimiento de causa, pues fue una de las personas más cercanas a él, en lo laboral, en lo político y en lo personal. Sus familias eran conocidas y se volvió su amiga desde hace 20 años, cuando fue asistente en la Asamblea Nacional Constituyente, momento desde el cual prácticamente trabajaron juntos. La asesoró en su tesis de Maestría, fue su secretaria privada en el Ministerio de Desarrollo, la invitó a trabajar con Naciones Unidas y luego ella lo invitó a trabajar en la Universidad Javeriana.
¿Cómo describe a Augusto Ramírez Ocampo? Augusto Ramírez con todo y lo grandioso que era, porque esa es la palabra que lo describe, como hombre de estado, como hombre público, era un hombre supremamente sencillo, que se sorprendía con todos los reconocimientos que le hacía gente cercana y la gente que lo veía en su vida pública. Ser elegido regente para él significó un reconocimiento muy grande y una gran satisfacción, porque nunca pensó que llegara a ocupar el más alto cargo dentro de un cuerpo de esa naturaleza dentro de la Universidad. Para mí ver esa actitud del ex canciller, el forjador de la paz en Centro América, el ex alcalde de Bogotá, el ex constituyente, querido por izquierdas y derechas del continente y del país, era también sorprendente, inquietante y un ejemplo para nosotros y para las generaciones actuales y las que van a venir.
¿Qué significó para la Universidad Javeriana, la presencia en su vida académica de Augusto Ramírez Ocampo? Augusto Ramírez Ocampo por un lado fue egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y por ende toda la carrera política en su trayectoria fue muy reconocida por toda la Universidad; y ya en su época madura, volverlo a tener como profesor y como Director del Instituto de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales, fue un honor muy importante para la Universidad. Luego, en el curso de los años en que estuvo vinculado, fue labrándose un camino nuevo para él como académico, que lo llevó a ser reconocido no solo por sus propios estudiantes sino también por sus colegas y por las altas y medianas directivas, hasta el punto que llegó finalmente a ser seleccionado como uno de los regentes de la Universidad.
¿Y qué significó para él la Universidad? Para él volver a la Universidad como profesor fue todo un aprendizaje, yo recuerdo cuando le propuse la idea de vincularse nuevamente a la universidad en calidad de director, me miró y me alzó esas cejas enormes que tenía y me dijo: “pero doctora, cómo se le ocurre, usted cree que yo voy a poder hacer un buen papel”, y después conversando me decía que era una maravilla poder en
trar en contacto otra vez con el mundo de la academia y en especial con los jóvenes, él valoraba muchísimo los espacios que tenía para sus clases, le parecía que era un espacio donde se enriquecía profundamente y en donde se daba cuenta de la riqueza que tenía y que podía compartir, porque era un hombre supremamente generoso entregando su conocimiento y su experiencia. Lo otro que valoraba y disfrutaba muchísimo era la interlocución con los profesores de la Facultad. Todas las mañanas pasaba de oficina en oficina saludando y siempre lo veía uno a las carcajadas por algún comentario de los más sencillos, la gente disfrutó de su personalidad tan cercana, tan amable y tan amiga.
¿Qué tanto impactó en la Facultad su partida? Fue una noticia supremamente dolorosa y sorpresiva, porque la mayoría de la gente acá no supo del proceso de su enfermedad. El mes y medio anterior a su fallecimiento había tenido un infarto, pero eso no se supo acá. Cuando apareció en los medios de comunicación la
noticia fue muy dolorosa e impactante. El vacío que genera es enorme, no sólo en la Facultad sino en toda la Universidad, desde el rector, los vicerrectores, los profesores de otras facultades, hasta la revista, la emisora… sus consejos hacen mucha falta, su presencia y su ecuanimidad hacen mucha falta.
¿Dejó trabajos pendientes? Sí, había varios proyectos, unos terminados, unos trabajos muy importantes en temas de coyuntura como desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales, que están pendientes del proceso de publicación. Y se estaba pensando en adelantar un proyecto en memoria de Alfredo Vásquez Carrizosa, pues el Instituto lleva su nombre. Él tenía la idea de contratar un grupo de investigadores para redactar la biografía de Vásquez Carrizosa y la importancia que tuvo para el país en el área de derechos humanos, estamos evaluando si lo seguimos o no.
¿Qué va a pasar ahora en el Instituto? No hemos pensado en quién podría ser el nuevo director, se va a demorar un poco mientras terminamos de hacer el duelo y mientras pensamos con cabeza fría quién pueda sucederlo porque no es fácil, yo creo que es imposible, pero habrá que nombrar a alguien que se ponga al frente