septiembre 2017 | Edición N°: año 56, nro. 1331
Por: Hoy en La Javeriana | Pontificia Universidad Javeriana



El 8 de septiembre en Villavicencio el papa Francisco beatificó al obispo de Arauca, monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, asesinado por la guerrilla del ELN en 1989.

En la época de mayor violencia en Colombia, monseñor Jesús Emilio Jaramillo Monsalve se dedicó en Arauca a hacer apostolado social y misional. Sus palabras eran fuertes y directas contra la acción de la guerrilla del ELN que tenía inmersa en el miedo a la población. Su historia inicia en Santo Domingo Antioquia, el 14 de febrero de 1916. A los 13 años en febrero de 1929 ingresa al Seminario de Misioneros Javerianos Extranjeros de Yarumales, donde cursa humanidades y filosofía. Se ordena como sacerdote el primero de septiembre de 1940 y en 1944 obtiene el doctorado en teología de la Pontificia Universidad Javeriana. En 1972 llegó a Arauca donde realizó importantes obras para sus habitantes, como la fundación de los colegios: La Frontera y el Instituto Oriental Femenino, en el municipio de Tame; el Instituto San José Obrero, en el corregimiento de La Esmeralda, municipio de Arauquita, para la formación de líderes campesinos, y en 1980 ayuda a fundar el Hospital San Ricardo Pampuri para atender la creciente población del Sarare. Monseñor Jesús Emilio Jaramillo se distinguió como elocuente orador, maestro en la dirección espiritual y en la dirección de retiros espirituales. Como escritor dejó varios documentos de los cuales se destacan dos obras: “He ahí al hombre” y “Apareció una mujer”. La revista ‘Semana’ en su edición del 6 de noviembre de 1989 en su artículo “La ejecución de un monseñor”, narra cómo el lunes 2 de octubre de ese año el obispo de Arauca, en la carretera Fortul-Tame de ese mismo municipio, fue secuestrado, torturado y asesinado por la guerrilla del ELN a raíz de su relación con los militares para hacer su apostolado social. “Esta actitud irritaba a los de esa guerrilla que, en varias ocasiones, le habían mandado razones de que tenía que cuidarse porque lo iban a matar. El obispo no le paró muchas bolas. Creía, como casi todo el mundo, que la única obsesión del ELN era la de la renegociación de los contratos de asociación petrolera”, publica la revista. Hoy, 28 años después de ese amargo episodio, la guerrilla ha pedido perdón por esta acción; sus devotos peregrinan hasta el lugar donde lo martirizaron. Lo recuerdan, le rezan y le piden favores, uno de ellos, la paz del país; y el papa Francisco lo beatificó al considerarlo un mártir, convirtiéndolo así en el primer beato de la Universidad Javeriana.