septiembre 2009 | Edición N°: año 48 No. 1251
Por: Carlos Novoa, S.J. | Profesor Titular, Doctor en Ética

¿Cuál independencia?


SÓLIDAS INVESTIGACIONES  históricas ponen en duda que el fin del sojuzgamiento imperial español en nuestro país, hubiera sido el fruto de una insurrección popular general, donde la mayoría de la población se hallara empeñada en conquistar una autonomía integral, tanto a nivel social como personal. Constatan tales investigaciones que más bien se trató de un levantamiento armado de las élites dominantes criollas para tomar el control de la nación en todo sentido, desplazando al poder hispano. Y para ello tales élites manipularon sectores del pueblo en general, con el fin de poder realizar dicho levantamiento. La denominada independencia de España no fue sino un cambio de dominadores, en el cual, las dinámicas de opresión y exclusión sobres las mayorías desvalidas siguieron intactas, ejercidas ahora no por extranjeros, sino por nacionales.

A su vez, estos nacionales continuaron cohonestando el sometimiento de nuestro país a nuevas metrópolis, primero Inglaterra y otras potencias europeas, y hoy por hoy, al poder estadounidense y las multinacionales. Entonces ¿cuál independencia? todas estas dinámicas de opresión se mantienen con diversas formas y evoluciones a lo largo de toda nuestra vida republicana hasta nuestros días. Por desgracia, también nos esclaviza la actitud y el comportamiento individualista típico del colombiano medio, a quien no le interesa tanto la realización del bien común, sino el ejercicio de sus particulares intereses.

Por ende, urge un profundo cambio en nuestro interior hacia la solidaridad y el interés general, que engendre la Colombia justa, equitativa, sin guerras y por consiguiente pacífica, que tanto anhelamos, la cual se constituya en una patria independiente de verdad. Para concluir, traigo uno de los varios remezones de conciencia con respecto a nuestra situación nacional, que nos dieron en sus sendas visitas a Colombia Pablo VI y Juan Pablo II. En Bogotá, reunido con un grupo de altos dirigentes nacionales económicos, políticos, sociales y culturales, Juan Pablo II les dijo: En esta circunstancia vienen a mi mente las palabras de mi venerado predecesor, el papa Pablo VI, pronunciadas durante su inolvidable visita a esta misma capital: “Perciban y emprendan con valentía, hombres dirigentes, las innovaciones necesarias para el mundo que los rodea…Y no olviden que ciertas crisis de la historia habrían podido tener otras orientaciones, si las reformas necesarias hubiesen prevenido tempestivamente, con sacrificios valientes, las revoluciones explosivas de la desesperación”