agosto 2017 | Edición N°: año 56, nro. 1330
Por: Hoy en La Javeriana | Pontificia Universidad Javeriana



El padre José María Tojeira, S.J., director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana –IDHUCA-, quien vive en El Salvador hace más de 30 años y vivió en carne propia la guerra civil del país centroamericano donde asesinaron a seis jesuitas en 1989, llegó a la Javeriana para ser parte de Summit on Peacebulding, la alianza de siete universidades de Colombia por la paz.

¿Qué expectativas pueden tener los colombianos luego de la firma del proceso de paz?

El camino de la reconstrucción de la paz es mucho más largo que el de la firma y los tratados. De acuerdo con la experiencia de El Salvador es muy importante tener presente los derechos económicos, sociales y culturales. Que la población tenga cubiertos sus derechos básicos y que pueda desarrollar sus capacidades adecuadamente. De lo contrario continuarán las confrontaciones y los problemas internos de tipo social. Hay que prevenir eso, porque las guerras siempre dejan una especie de cultura de la violencia.


¿Cómo lograr un verdadero respeto por los derechos y la dignidad de las personas?

Las universidades tienen una capacidad crítica muy grande y es importante hacer crítica de la realidad del país, investigarla, para obtener leyes, procedimientos e instituciones que cubran esas necesidades del pueblo. La razón, la ciencia y el conocimiento de las diversas disciplinas, ayudan a construir paz.


¿Cuál es el gran desafío que tienen las universidades para alcanzar la paz?

Trabajar por el respeto a los derechos humanos, en especial por los derechos económicos, culturales y sociales, para superar las desigualdades, que en el fondo están debajo de toda guerra civil. Es fundamental influir en la política y en las instituciones para que éstas se proyecten y sirvan a la gente.


¿Qué otras iniciativas como el Summit se pueden desarrollar?

Hacer investigación sobre la realidad del país desde las diferentes disciplinas, no solo para el desarrollo de la nación, sino para incidir en los procesos de paz. Que la universidad utilice su capacidad de investigación para encaminar, desde todos los ángulos, el proceso de paz, y conseguir una sociedad desarrollada, cohesionada y con buen tejido social.


¿Cómo se puede explicar la justicia ordinaria y transicional en un proceso de paz?

Desde el acompañamiento a las víctimas, porque ellas esperan reconocimiento de su dignidad, de su reparación. No venganza, ni castigo a los culpables. Quienes han sufrido la violencia son más partidarias de buscar mecanismos de reconciliación y convivencia que de castigo. Si uno les pregunta qué piden con respecto a los que les causaron tanto daño, la gente dice que los escuchen, para decirles el sufrimiento que causaron. Las víctimas se han sentido excluidas de su derecho a contar su propia historia, a tener una memoria histórica vigente.