Enero-febrero 2009 | Edición N°: año 48 No. 1244
Por: Mauricio Ocampo Flórez | Pontificia Universidad Javeriana



Academia, cultura y proyecto de vida

Juan Carlos Muchavisoy Chindoy, como tantos otros indígenas de Colombia, decidió dejar por un tiempo su tierra con la ilusión de hacer una Carrera profesional y luego de 5 o 6 años regresar a su comunidad para aportar a ella con sus conocimientos.

El traje típico y la lengua, de la comunidad Camëntsá que significa “hombre de aquí mismo”, se quedó en Sybundoy, alto Putumayo, con su familia y sus amigos porque Juan Carlos decidió marchar a la Universidad Javeriana de Bogotá a estudiar administración de Empresas. “En la ciudad es muy restringido el ingreso al estudio superior para las comunidades indígenas. la posibilidad la brindan contadas universidades como la nacional, la distrital y la Javeriana. El trabajo de los jesuitas en el valle de Sibundoy, las buenas experiencias que hemos tenido con ellos y la colaboración de la Rectoría hizo que llegara a esta Universidad”, relata Juan Carlos. Inició en la jornada diurna, pero muy pronto, gracias a la asesoría del director de admisiones de entonces, cambió a la nocturna. “Mis compañeros estudiaban en la noche y trabajaban de día y los profesores tenían mucha experiencia, entonces me sentí mucho mejor porque me ayudaban más”, reconoce. Su inquietud era la de regresar a Sibundoy a ayudar a su comunidad a administrar los recursos que le otorgan a los pueblos indígenas, en términos de sostenibilidad ambiental con la sabiduría de los mayores y las exigencias del nuevo mundo, según comenta Juan Carlos. El vivir en una ciudad tan extraña para él, y el convivir con personas de culturas tan diferentes a la suya fueron los primeros grandes retos. tal vez por estas razones, y otras más, una reunión que convocó la vicerrectoría del Medio Universitario cambió su vida en la Universidad. los estudiantes de comunidades indígenas se encontraron y compartieron de su cultura y sus expectativas en Bogotá.

Con un mismo fin: la comunidad

Sonia Patricia Mutumbajoy Hurtado llegó por la misma época a la Javeriana. también con un sueño definido: hacerse profesional para ayudar a su comunidad. Su familia de la etnia Inga de Mocoa, en el bajo Putumayo, brindaron todo el apoyo para que esta joven llegara a Bogotá a estudiar derecho. “Yo pensaba en cómo ayudar a respetar los derechos de los pueblos indígenas y me decidí por esta Carrera”, comenta Sonia. Cuando terminaba el colegio Sonia escuchó la posibilidad de ingresar a la universidad. “Me abrieron las puertas y gracias a la rectoría entré a estudiar”, relata Sonia. al igual que muchos de los estudiantes provenientes de la provincia, Sonia Patricia sintió la ausencia de la familia, la inexistencia de la comida a la que estaba acostumbrada y sobre todo a su gente. Esa reunión de la vicerrectoría también cambió su vida.

Más que una reunión

Esa tarde llegaron estudiantes de diferentes comunidades indígenas y esa fue la primera vez que se vieron Juan Carlos Muchavisoy Chindoy y Sonia Patricia Mutumbajoy Hurtado.El primero, Camëntsá, la segunda, Inga y a pesar de que no es frecuente que las familias de una comunidad se unan con otras, entre la abogada y el administrador de empresas se dio una conexión diferente. “Uno en la universidad no está buscando esposa ni mucho menos que sea indígena, pero las cosas se dieron”, relata Juan Carlos.

“Juan Carlos tiene el mismo pensamiento mío, de regresar a la comunidad a aportar desde nuestro conocimiento y ayudar a los que vienen detrás de nosotros, para que puedan continuar con sus estudios y luego vuelvan a contribuir con la comunidad”, señala Sonia. La Javeriana fue el punto de encuentro de culturas, academia y proyecto de vida. Tamia Jéna Muchavisoy Mutumbajoy, quien pronto cumplirá tres años es la mejor prueba de ello.