Humanismo y Legado Ignaciano
En el año 2007 me invitaron a dictar una charla sobre “Humanismo Ignaciano”, compromiso que acepté gustoso y me obligó a profundizar en los conocimientos que tenía al respecto. De tiempo atrás me había interesado en la figura de Ignacio de Loyola, el santo cuya fiesta conmemoramos cada 31 de julio; en contraste, poco había trabajado sobre el concepto de Humanismo, que puede ser considerado desde muy diversas perspectivas, una de ellas, la histórica. En este contexto, nos encontramos con el Renacimiento, esa fuerza renovadora que influyó en la primera mitad del siglo XVI, precisamente la época en que vivió el fundador de la Compañía de Jesús.
Ahora bien, el quehacer universitario en la Javeriana y en particular, el ejercicio de la docencia, me habían obligado a fijar la mirada en el ser humano y en la sociedad en general, en los problemas y los desafíos que enfrentamos. Es así como aprendemos a reconocer en cada persona, sus talentos y limitaciones, a valorar las inmensas posibilidades que le ofrece la vida para aprender y crecer, para establecer relaciones y hacer cosas que puedan ayudar a la construcción de un mundo mejor. Por estas razones, muy pronto terminé en las filas de quienes creemos que el Humanismo debe ser el talante inconfundible de nuestro quehacer universitario en el siglo XXI.
Preparar la conferencia me permitió entonces, adentrarme con rigor en el estudio de estos asuntos y hacer la respectiva presentación. Decidí replantear el tema, y así surgió el título definitivo de la exposición y del escrito, “Humanismo y Legado Ignaciano”, que en una primera versión compartí ese año. Posteriormente, tuve oportunidad de revisarlo de nuevo, enriqueciéndolo con otras fuentes y consideraciones. De esta manera, poco a poco cobraron forma definitiva, apenas hace unos meses, las palabras que han quedado recogidas en un pequeño volumen que el Centro de Fomento de la Identidad y Construcción de Comunidad ha tenido a bien publicar. El lector encontrará en este ensayo monográfico, que contiene más de doscientas citas bibliográficas, -los autores correspondientes son los auténticos expertos en la materia-, un análisis de los distintos significados de la voz Humanismo, y una referencia particular al Humanismo Cristiano. Luego de repasar la especial connotación que tiene ese vocablo en términos históricos, podrá acercarse a una serie de personajes que en distintas épocas han merecido el calificativo de Humanistas, entre ellos, el P. Manuel Briceño, S.J., mi maestro y amigo, con quien pude transitar algunos tramos del maravilloso mundo académico. Por supuesto, me detengo en Erasmo de Rotterdam, llamado con frecuencia “príncipe del Humanismo”. A continuación, el estudio se centra en Ignacio de Loyola y su legado, destacando tres aspectos fundamentales de su vida y obra: la santidad, como opción y logro; la Espiritualidad Ignaciana, un extraordinario aporte que no pierde vigencia; y la Educación Jesuítica, asumida por los hombres que han aceptado compartir su propuesta y se han empeñado en hacerla realidad. El trabajo concluye con una breve comparación entre el célebre hijo de Rotterdam y el santo nacido en Loyola, y una reflexión final sobre el Humanismo Ignaciano. La bibliografía que fui elaborando a lo largo de los años, es extensa y se incluye al final de la publicación.
Como lo anoté en el preámbulo, creo que el tema es importante, especialmente en el ámbito educativo y aún más, en una universidad de la Compañía de Jesús como la nuestra. Deseo que la publicación de la conferencia despierte interés acerca de estos asuntos y contribuya a su conocimiento, lo que sin duda redundaría en el fortalecimiento de la comunidad universitaria y nuestro sentido de pertenencia.